TRABAJO-UNION EUROPEA: Adidas se esfuerza por mejorar su imagen

Adidas inició una ofensiva de relaciones públicas en la Unión Europea para convencer a funcionarios, legisladores y ONG de que respeta los derechos de sus obreros, aunque sindicalistas y activistas creen que la trasnacional de la confección sigue explotando a sus obreros del Sur en desarrollo.

El portavoz de Adidas, Jan Runau, sostuvo esta semana ante representantes del Parlamento Europeo, de la Comisión Ejecutiva de la Unión Europea y de ONG (organizaciones no gubernamentales) que la trasnacional con sede en Alemania aplica un código de conducta que respeta los derechos laborales.

La iniciativa de Adidas tiene lugar después de que los medios de comunicación informaran sobre las malas condiciones que soportan sus trabajadores en fábricas de países en desarrollo contratadas por la trasnacional.

Adidas asegura que ahora tiene un equipo de 27 empleados dedicados a aplicar el código que supervisan 71 por ciento de sus fábricas en Asia y 90 por ciento de aquellas en América del Norte y Europa.

La empresa asegura que realizó 700 inspecciones en las fábricas el año pasado, junto con 25 inspecciones independientes. Runau señaló que dicha supervisión ayudará a sus proveedores a mejorar las condiciones de trabajo.

Pero Neil Kearny, secretario general de la Federación Internacional de Trabajadores Textiles, del Vestuario y el Cuero (FITTVC), organización sindical que representa a trabajadores de 135 países, dijo a IPS que casi todos los mayoristas trasnacionales trabajan con fábricas que explotan a sus obreros.

«No hay mucho que indique que esta situación ha cambiado en el último año, se trate de Adidas, Nike, Reebok, JC Penney u otro mayorista» del calzado o el vestido, declaró.

Los peores problemas son los horarios excesivos de trabajo, salarios de pobreza y malas condiciones de seguridad y salud en el trabajo. La desnutrición y el agotamiento hacen a los trabajadores propensos a la enfermedad, afirmó Kearny.

«Recién volví de un viaje a China, donde los trabajadores en fábricas contratadas por empresas trasnacionales deben compartir sus dormitorios con 12 obreros más, trabajan un mínimo de 60 horas por semana y sufren problemas de salud y seguridad», informó a IPS.

El viaje a China convenció a Kearny que no es «aceptable» realizar inspecciones en fábricas de países en desarrollo desde los países ricos, ya que cada centímetro de las fábricas en cuestión son limpiadas y preparadas especialmente para este tipo de visitas.

Kearny cree que la única solución factible es que las inspecciones las hagan los propios obreros, en el contexto de los sindicatos de sus países.

El secretario general de la FITTVC no siente lástima por aquellas trasnacionales que se quejan de que el problema corresponde a sus proveedores que no cumplen los códigos de conducta empresarial.

«No pueden esperar niveles de primera clase, cuando pagan precios de quinta clase y esperan que la entrega sea inmediata. Las condiciones de trabajo sólo pueden cambiar con salarios justos y plazos de entrega razonables», expresó Kearny.

«Todas las mayoristas adoptaron códigos de conducta para crear una sombrilla de relaciones públicas contra las críticas. Ahora que esa sombrilla resultó no ser eficaz, gradualmente adoptan medidas más concretas», dijo.

Kearny no tiene dudas de quiénes se benefician con la explotación laboral, y no son los consumidores. Las compañías pagan millones de dólares por año a estrellas del deporte para utilizar sus artículos. Un par de calzados deportivos puede costar entre 80 y 200 dólares en las tiendas, pero su fabricación sólo cuesta unos 12 dólares.

Los costos laborales, por calzado, se limitan a un dólar, y a los obreros se les pagan sólo 10 centavos para hacer camisetas que a los clientes les costarán unos 30 dólares.

«Los obreros son explotados y los consumidores también», concluye Kearny. El sindicalista cree que los fabricantes podrían duplicar los salarios sin causar mella en las ganancias.

Pero el portavoz de Adidas, Runau, dice que no es realista comparar lo que la compañía le paga en patrocinio a un deportista, con lo que uno de sus proveedores le paga a un obrero en Indonesia. Para él, Adidas halló el equilibrio correcto entre salarios, patrocinio y precios.

«Estas cosas las determina el mercado, no nosotros», aseguró. Runau dio el ejemplo de Indonesia, donde Adidas insiste que sus proveedores paguen por encima del salario mínimo, que evidentemente no alcanza para vivir.

Activistas de la Campaña Ropa Limpia, integrada por ONG, sindicatos, investigadores y grupos de derechos humanos de 10 países europeos, también se reunieron esta semana con representantes de Adidas.

El Código de Conducta de Adidas estipula que «en todos los casos, los salarios deben igualar o superar el salario mínimo o el salario imperante en la industria, cualquiera sea mayor».

Pero la Campaña, dedicada a mejorar las condicines de trabajo en la industria de la confección, discrepa con la forma en que Adidas determina los salarios en Asia. Los activistas calcularon que, por ejemplo, el obrero indonesio promedio necesita para vivir por lo menos tres veces el salario mínimo oficial.

Frieda De Knock, coordinadora de la Campaña Ropa Limpia en Bélgica, comentó que las ONG reconocen que Adidas se esfuerza en mejorar sus prácticas de trabajo. Pero agrega que aún existe una gran brecha entre la teoría y la práctica de la compañía. (FIN/IPS/tra-en/gh/bk/sm/aq/lb/01

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