RUSIA-JAPON: Más palabras y ningún acuerdo sobre islas Kuriles

La última cumbre entre el presidente ruso Vladimir Putin y el primer ministro japonés Yoshiro Mori para negociar sobre las disputadas islas Kuriles produjo meros pronunciamientos oficiales y ninguna medida concreta.

Ambos mandatarios se reunieron el domingo en la ciudad siberiana de Irkutsk y se comprometieron apenas a «continuar el diálogo» sobre un tratado de paz, compromiso que Putin consideró «sumamente importante».

Las islas Kuriles están situadas al norte de Japón y cerca del extremo oriental de Rusia. El archipiélago fue ocupado por tropas soviéticas en los últimos días de la segunda guerra mundial, y su disputa impide a Moscú y Tokio formalizar la paz 55 años después del conflicto.

Moscú sugirió que ambas partes firmaran el tratado de paz antes de resolver la disputa territorial, pero Tokio se opuso.

En ausencia de un tratado de paz formal, Japón y la Unión Soviética firmaron en 1956 una declaración conjunta que ponía fin a las hostilidades bélicas y restauraba los vínculos diplomáticos.

Ambas partes acordaron en una cumbre hace cuatro años forjar un tratado de paz para fines de 2000, pero en septiembre del año pasado sólo firmaron una declaración en la que prometieron continuar las negociaciones, igual que en la reunión del domingo.

Las islas, conocidas como Kuriles en Rusia y como Territorios del Norte en Japón, comprenden los islotes Etorofu, Knashiri, Shikotan y Habomai, y tienen una superficie total de apenas 10.360 kilómetros cuadrados, pero en las aguas que las circundan la pesca es muy abundante.

La recuperación de las islas era el tema favorito de los derechistas japoneses durante el período soviético, y aún hoy es un gran objetivo nacional en Japón.

Putin y Mori volvieron a confirmar el domingo la declaración de 1956, que comprometía a Moscú a devolver dos de las islas en cuestión, Habomai y Shikotan.

La devolución nunca se concretó debido a la firma del pacto de seguridad entre Japón y Estados Unidos, que enfureció al Kremlin.

Pero el punto principal de aquella declaración fue el fin formal de la guerra entre ambos países y la restauración de las relaciones diplomáticas, destacó Putin.

Mori reconoció que se trata de una disputa de difícil solución, pero prometió esforzarse por alcanzarla en base al «clima de confianza» en las relaciones bilaterales.

Hasta 1997, Tokio se mostraba renuente a desarrollar los vínculos con Moscú debido a la disputa territorial, pero ese año, el entonces primer ministro Ryutaro Hashimoto propuso un plan para mejorar las relaciones bilaterales basándose en «la confianza, el beneficio mutuo y una visión de largo plazo».

Sin embargo, las esperanzas de resolver las diferencias y firmar un tratado de paz antes del fin del siglo XX se desvanecieron, y aún ahora son escasas.

Las conversaciones del fin de semana en Irkutsk estuvieron, sí, cargadas de simbolismo.

Putin y Mori visitaron la localidad de Shelejov, cercana a Irkutsk, donde están enterrados los restos del padre de Mori y de prisioneros de la posguerra mundial.

Además, los dos mandatarios acordaron aumentar la cooperación para la seguridad en el sudeste asiático y la península de Corea, dijo Mori.

Putin, por su parte, destacó que Rusia y Japón deben dar prioridad a la cooperación en materia de energía, transporte y pesca, así como discutir posibles proyectos espaciales conjuntos.

Japón se ha interesado en los recursos naturales del extremo oriental ruso y Siberia, pero se muestra renuente a invertir en otras zonas debido a las condiciones desfavorables de inversión.

Ambas partes discutieron algunos proyectos de energía, incluso un estudio de factibilidad sobre un gasoducto entre Japón y la región oriental rusa de Sajalin, pero el plan es, por ahora, un sueño lejano.

El comercio bilateral suma casi 5.000 millones de dólares, mientras la participación rusa en el comercio exterior japonés se ha reducido a menos de uno por ciento.

La mejoría de las relaciones bilaterales permitió a Rusia ingresar al foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, después de que Japón levantara sus objeciones.

Tokio abandonó sus objeciones tras la cumbre ruso-japonesa de 1997 en Krasnoyarsk, Siberia, donde ambos países se comprometieron a concluir un tratado de paz antes de 2001 y separaron efectivamente esa cuestión de la disputa territorial.

Sin embargo, pese a los pequeños progresos alcanzados a través de los años en los vínculos bilaterales, no se prevé una solución a corto plazo sobre las islas Kuriles, dado que ninguna de las partes está dispuesta a hacer concesiones.

Y mientras la cuestión de las Kuriles esté pendiente, ambos países tendrán poco de qué hablar. (FIN/IPS/tra-en/sb/js/mlm/ip/01

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