MEDIO ORIENTE: Palestinos se fugan al ciberespacio

Para los palestinos que no pueden salir de la Franja de Gaza, Internet se convirtió en un espacio de fuga, donde pueden contar su verdad a todo el mundo, pero también en un nuevo ámbito de confrontación con los israelíes.

Tras una noche oyendo los disparos de los tanques israelíes contra objetivos palestinos en su pueblo de Khan Yunis, Hazem Arkub está pronto para su diario escape al ciberespacio.

«Me siento muy mal aquí», dice Arkub, de 23 años, mientras espera su turno para usar una computadora en el cibercafé Gift Palace Internet, uno de los seis cafés de Gaza donde se sirven bebidas y se renta el uso de computadoras conectadas a Internet.

Arkub, estudiante de la Universidad Islámica, no puede salir de la Franja de Gaza debido a las restricciones a los viajes de los palestinos que impusieron las autoridades israelíes.

Tales limitaciones formaron parte de la ocupación militar israelí durante años, pero tras el levantamiento palestino de septiembre, las restricciones se hicieron tan severas que son, en los hechos, un verdadero sitio.

Luego de los ataques contra los asentamientos judíos cercanos a Khan Yunis, Arkub no puede siquiera viajar dentro de la Franja de Gaza.

Sin embargo, los palestinos descubren que Internet es inmune a las barreras israelíes. «La computadora me ayuda», dice Arkub, antes de enviar mensajes electrónicos a sus amigos en Emiratos Arabes Unidos. «El mundo está abierto en Internet».

Pero el joven es consciente de que «esto no es como ver a la gente en realidad». De hecho, su hermano vive en Cisjordania, a dos horas de distancia en automóvil, pero no lo ha visto en ocho meses debido a las restricciones de viaje.

El gobierno de Israel sostiene que tales medidas son necesarias para proteger la seguridad de los colonos judíos y de los ciudadanos dentro de sus fronteras, quienes también han sufrido ataques.

Pero para los palestinos y los observadores extranjeros las prohibiciones son un verdadero castigo colectivo. Desde el punto de vista económico, la imposibilidad de trasladarse tiene consecuencias devastadoras, pues impide a los empleados concurrir a sus trabajos y empobrece cada vez más a la población.

La prohibición de viajar también daña la salud mental de la juventud palestina, según afirman especialistas en medicina.

«La gente se siente sofocada, incapaz de hacer nada. Hay un sentimiento de incapacidad para ir a donde se quiere ir», dice Mustafá Barghouthi, jefe de los Comités Palestinos de Ayuda Médica.

El especialista agregó que mucha gente joven canaliza sus energías en el trabajo voluntario, por ejemplo en los equipos de primeros auxilios de su organización.

Pero en Gaza y en el Gift Palace, la energía juvenil se invierte en la construcción de una realidad virtual.

«Usamos la computadora para escapar a nuestras vidas miserables», dice Islam Abdu, profesional de las relaciones públicas. «Lo logramos conociendo gente nueva, navegando y viajando».

Las computadoras son, por otra parte, buenos vehículos para conseguir apoyo al levantamiento contra Israel, pues los estudiantes utilizan las sesiones de «chat» (charla) para difundir en el exterior la situación de sus conciudadanos.

El chat permite dialogar con una o más personas —sin importar dónde se encuentren— mediante la escritura del mensaje en la pantalla de una computadora con conexión a Internet.

«Mucha gente no conoce nuestra realidad, pero en un chat podemos contar lo que pasa en realidad», dice Ra'ed Ferwana, de 20 años, una estudiante de informática.

Amani Saqqa, otra estudiante, solía dedicarse a dirigir investigaciones en línea, pero ahora invierte la mayor parte de su tiempo a «contar la verdad» de los palestinos a los usuarios de Internet en otros países.

Abdul Aziz Abu Haya, de 19 años, flirteaba la semana pasada con una joven palestina a quien no puede conocer en persona por la prohibición de viajar.

Abu Haya, conocido en las sesiones de chat como «Amistoso», considera que sus conversaciones con extranjeros suelen ser frustrantes.

«Nos sentimos bien cuando la gente sabe lo que estamos sufriendo. Pero ignoro por qué muchas personas no saben por lo que estamos pasando, ni siquiera saben qué es ser palestino», expresa.

Por otra parte, «muchos israelíes entran (a los salones de chat) y causan problemas. Me insultan, maldicen a los palestinos y a Yasser Arafat» (presidente de la Autoridad Nacional Palestina)», dice Abu Haya.

«Un israelí me dijo que quizás podríamos ser amigos y vecinos. Yo le contesté que eso no puede pasar hasta que ellos dejen nuestra tierra», agrega el joven.

Los intercambios entre israelíes y palestinos en Internet se volvieron violentos el mes pasado cuando una mujer palestina, Amina Najjar, de 25 años, fue acusada de utilizar el contacto por Internet para atraer a un joven israelí de 17 años, Ofir Rachum, a Cisjordania, donde fue asesinado.

Por otra parte, el sitio web MSNBC.com se transformó hace poco en nuevo territorio del enfrentamiento árabe-israelí, cuando seguidores de los palestinos y de Israel lo «bombardearon» con sus votos en un juego para elegir la mejor fotografía del año 2000.

Los participantes palestinos votaron por la imagen de un niño, Mohammed al-Dura, poco antes de recibir los disparos que le causaron la muerte en septiembre en Gaza cuando, junto a su padre, quedó atrapado en el fuego cruzado de israelíes y palestinos.

Los israelíes, por su parte, votaron por otras fotos con la esperanza de evitar la efusión de simpatías en favor de los palestinos.

Finalmente el sitio web canceló el juego con el argumento de que los participantes estaban votando más de una vez. No hubo, sin embargo, más consecuencias violentas.

En el Gift Palace, Shadhi Adam, de 21 años, dice que las relaciones por Internet son una bendición a medias para los acosados ciudadanos de Gaza.

«Podemos hablar con cualquier persona, en cualquier lugar», explica Adam. «Pero eso no me libera de la presión. Me siento como un prisionero en mi propia casa. Las computadoras incrementan la tensión pues sé que no puedo ver a la gente con la que me comunico».

«Puedo escribirle muchas cosas a una joven que vive en Jenin (Cisjordania), pero sé que no tengo posibilidad de conocerla en persona. Sería lo mismo que viviera en Australia o en Estados Unidos», finaliza Adam. (FIN/IPS/tra-en/bl/mn/dc/aq/ip/cr/01

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