JAPON-EEUU: Tragedia marítima reaviva viejos rencores

La lenta investigación del accidente en el cual un submarino militar de Estados Unidos causó el hundimiento de un buque de entrenamiento de Japón reaviva antiguos sentimientos antiestadounidenses de la población japonesa.

El accidente ocurrió el 10 de febrero cerca de la isla estadounidense de Hawai, en el Pacífico Sur, cuando el submarino USS Greenville emergió bajo el buque Ehime Maru y causó el hundimiento de esa nave, en la cual viajaban 35 personas, entre ellas estudiantes y profesores universitarios.

Nueve de esas personas continúan desaparecidas y se supone que murieron.

Los últimos informes acerca de la tragedia indicaron, al igual que datos anteriores, que la salida a la superficie del Greenville sin tener en cuenta la presencia del Ehime Maru se debió a que el submarino transportaba a 16 civiles en viaje de placer, a quienes se explicaba cómo manejarlo.

Desde que se produjo el accidente, funcionarios de Japón y de Estados Unidos han tratado de aliviar su impacto negativo sobre las relaciones entre ambos países, pero todo indica que no será fácil apaciguar al indignado público japonés.

«La muerte de inocentes causó mucha rabia a los japoneses», afirmó el profesor Tomihasa Sakanaka, un experto en relaciones internacionales de la universidad japonesa de Aoyama.

«Lo que más me preocupa es que algunas personas descarguen sobre Estados Unidos una frustración debida a la situación local», caracterizada por la inestabilidad económica y política, añadió.

Otros analistas y activistas piensan que el malestar japonés tiene causas más profundas y antiguas, relacionadas con la falta de entendimiento entre Japón y Estados Unidos.

Las relaciones entre ambos países han sido definidas muchas veces como la clave de la seguridad en Asia oriental, pero existen importantes diferencias culturales entre sus pueblos, que determinan entre otras cosas opiniones muy distintas sobre los militares.

Eso explica en gran parte, según observadores, que muchos japoneses vean al accidente del 10 de febrero como el último eslabón de una cadena de agravios estadounidenses contra su país.

El activista japonés por la paz Hiromichi Umebayashi opinó que la fuerte reacción del pueblo de su país tras el hundimiento del Ehime Maru se vincula con hostilidad reprimida contra la presencia militar estadounidense en Japón.

«Los japoneses experimentaron horrores durante la Segunda Guerra Mundial, debidos al involucramiento del gobierno del país en ese conflicto, y rechazan a los militares porque no desean que el pasado se repita», señaló.

«Hasta ahora han debido soportar la presencia de bases militares estadounidenses en Japón, debida a la política de Tokio, pero ya están hartos», enfatizó.

El activista pronosticó que habrá una nueva crisis relacionada con el Pacto de Seguridad entre Estados Unidos y Japón, que estableció la presencia militar estadounidense permanente en territorio japonés como requisito de la seguridad regional.

Según observadores, lo más removedor del accidente del 10 de febrero fue que involucrara a militares estadounidenses y las víctimas fueran civiles japoneses.

Eso fue considerado por muchos como una nueva consecuencia de la actitud arrogante de los militares de Estados Unidos ante la población de Japón, que se ha manifestado en especial en la isla meridional japonesa de Okinawa.

Okinawa alberga a 26.000 de los 48.000 soldados estadounidenses desplegados en Japón y a cerca de 25 por ciento de las instalaciones militares que Washington construyó en territorio japonés.

Los habitantes de la ciudad nunca aprobaron la presencia militar extranjera y los roces han sido continuos.

El mes pasado, un militar estadounidense de alto rango en Okinawa debió disculparse luego de que se filtrara al público un mensaje de correo electrónico escrito por él en el cual calificó a los líderes locales como «burros».

En 1998, los habitantes de la ciudad protestaron contra Tokio y Washington por la «contaminación sonora» que producía una de las bases militares estadounidenses.

Pero el peor suceso en Okinawa vinculado con las fuerzas de Estados Unidos se produjo en 1995, cuando una escolar de 12 años fue violada por tres marinos estadounidenses.

Los abogados del comodoro Scott Waddle, capitán del USS Greenville, han intentado que su testimonio este lunes ante el tribunal de Hawai que investiga el accidente no pueda ser usado luego contra él en una futura corte marcial.

«En Japón, la persona responsable de un accidente de tal magnitud debería pedir perdón y aceptar su culpa», sostuvo este lunes el periódico japonés Yomiuri Shimbun.

El diario advirtió que el clima hostil hacia Estados Unidos crece en la población japonesa a medida que el proceso judicial avanza.

Hasta ahora, los pedidos de disculpas estadounidenses por el hundimiento del Ehime Maru provinieron del secretario de Estado Colin Powell, quien habló por teléfono con el canciller japonés Yohei Kono pocos días después del accidente, del embajador en Tokio, Thomas Fley, quien visitó a familiares de las víctimas, y del presidente George W. Bush.

La marina de guerra estadounidense lamentó la muerte de los civiles, pero ha insistido en que considerará cierta la versión inicial de los hechos que aportó la tripulación del submarino hasta que se demuestre lo contrario.

La tripulación del USS Greenville sostuvo que había realizado los procedimientos correctos para examinar la superficie antes de emerger, sin detectar la presencia del barco japonés.

La prensa japonesa no ha cesado de exigir un «sincero» arrepentimiento de Washington y de Waddle.

Umebayashi admitió que Estados Unidos tuvo una actitud inusual al pedir disculpas a Japón, pero consideró que es probable que no haya expresado un «sincero pesar».

Washington «conoce el precio que paga Japón por la presencia de tropas estadounidenses, y por eso pidió disculpas. Esa actitud no se ha registrado en otros países donde también hay presencia militar de Estados Unidos», explicó. (FIN/IPS/tra-eng/sk/ccb/js/mp- rp/ip/01

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