IRAQ: Un dilema para la cumbre de la Liga Arabe

Los participantes en la primera cumbre ordinaria de la Liga Arabe desde 1990, que comenzó hoy en la capital jordana, se esfuerzan para que divisiones creadas en aquel año por la invasión de Iraq a Kuwait no predominen en la reunión.

Los cancilleres de los 22 países reunidos en Ammán negociaron durante el fin de semana un borrador de recomendaciones finales aceptable para iraquíes y kuwaitíes, pero la redacción definitiva corresponderá a los jefes de Estado y de gobierno durante el desarrollo de la reunión, este martes y el miércoles.

Los delegados kuwaitíes ya aceptaron sustituir las menciones a «consecuencias de la agresión iraquí contra Kuwait» por referencias al «estado de las relaciones entre Iraq y Kuwait».

El ministro de relaciones exteriores de Iraq, Mohammed al Sahhaf, declaró la semana pasada que su país deseaba asegurar el éxito de la cumbre, pero también aseguró que no existían posibilidades de reconciliación entre Bagdad y Kuwait durante la reunión.

Iraq quiere que la Liga recomiende a los países árabes desafiar las sanciones que impuso a Bagdad la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tras la invasión a Kuwait, y se mantienen desde el fin de la Guerra del Golfo (1991), librada contra Iraq por una alianza encabezada por Estados Unidos.

También aspira a que la cumbre pida el fin del embargo contra Bagdad y de los vuelos militares de patrulla sobre territorio iraquí realizados por Estados Unidos y Gran Bretaña, así como la reanudación de vuelos civiles normales a Iraq.

Los representantes kuwaitíes, con apoyo de Arabia Saudita, alegan que la Liga sólo debería pedir al Consejo de Seguridad de la ONU que levante las sanciones contra Iraq, y desean que Bagdad cumpla resoluciones del Consejo, se comprometa a no volver a invadir Kuwait y libere a 600 kuwaitíes que mantiene prisioneros.

En los días previos al comienzo de la cumbre hubo intensa actividad diplomática en el mundo árabe, y el ministro de relaciones exteriores de Kuwait intentó sin éxito asegurarse de que los participantes en la reunión de Ammán no apoyarían las demandas iraquíes.

Una de las razones del aislamiento diplomático kuwaití en la materia es que la mayoría de los habitantes de países árabes simpatizan más con Bagdad que con Kuwait, indicaron observadores políticos regionales.

Otra razón es que la reanudación de relaciones comerciales con Iraq significaría cuantiosos ingresos para algunas naciones árabes, y en especial para Jordania y Líbano, añadieron.

Durante los últimos seis meses, Bagdad ha mejorado mucho sus relaciones con países vecinos, incluyendo a Siria, que se alineó con Estados Unidos y sus aliados durante la Guerra del Golfo.

El mes pasado, Siria decidió que la reapertura de un oleoducto entre ese país e Iraq se produjera en el marco del programa «Petróleo por alimentos», por el cual la ONU autoriza ventas de crudo por parte de Bagdad cuya contrapartida implique mejoras en la situación alimentaria del pueblo iraquí.

Un diario estatal sirio opinó la semana pasada que la cumbre de la Liga debía pedir la total anulación de las sanciones contra Bagdad, porque esas medidas han resultado perjudiciales para todo el mundo árabe.

Estados Unidos ha tratado de adelantarse a la posibilidad de que el mundo árabe se sume a esa posición, al sugerir un régimen modificado de sanciones contra Iraq que cause menos perjuicios a los civiles.

«Pienso que las gestiones de (el secretario de Estado estadounidense, Colin) Powell para lograr que las recomendaciones finales de la cumbre sean moderadas tuvieron éxito», declaró en una entrevista realizada en Beirut Joseph Samaha, editor del diario internacional árabe Al Hayat.

«Los países árabes no están preparados para transformarse en antagonistas del nuevo gobierno estadounidense» del presidente George W. Bush, añadió.

Los observadores no esperan que la cumbre en Jordania implique grandes cambios en el «estado de las relaciones entre Iraq y Kuwait», pero piensan que será el comienzo de una mejoría de esas relaciones a lo largo de próximas reuniones de la Liga Arabe.

Con esa perspectiva, consideran que será un avance el esperado nombramiento del ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Amr Moussa, como nuevo secretario general de la Liga.

Moussa es popular en el mundo árabe y se le considera más enérgico y carismático que el actual secretario general, Esmat Abdel Meguid. Se espera que dinamice las actividades de la Liga y convoque a cumbres anuales, a fin de asegurar la continuidad de los esfuerzos para resolver diferencias entre sus miembros.

Desde 1990, la Liga sólo realizó dos cumbres, ambas extraordinarias, en 1996 y en octubre de 2000. La del año pasado se llevó a cabo en El Cairo y fue convocada para manifestar apoyo a la intifada (levantamiento) palestina en territorios ocupados por Israel.

Durante las negociaciones previas a la cumbre realizadas el fin de semana, dos cancilleres presentaron propuestas de apoyo a la intifada, pero no hubo diferencias de enfoque acerca de la posición que debería adoptar la Liga ante el nuevo gobierno israelí del primer ministro Ariel Sharon.

La Liga prometió en la cumbre extraordinaria de octubre que sus integrantes aportarían 1.000 millones de dólares para apoyar la intifada, pero la Autoridad Nacional Palestina se ha quejado de que sólo recibió hasta ahora una parte de ese dinero.

Es probable que en la cumbre de Ammán se acuerde entregar a la ANP una donación mensual de 40 millones de dólares durante los próximos seis meses, para contribuir al pago de salarios y el mantenimiento de las instituciones de autogobierno palestino, que atraviesan graves dificultades.

Iraq se comprometió a donar a los palestinos 1.000 millones de euros, casi 1.000 millones de dolares más, pero necesita aprobación del Consejo de Seguridad, ya que el dinero prometido provendría de los ingresos de Bagdad en el marco del programa «Petróleo por alimentos», controlado por la ONU.

Se espera que las recomendaciones finales de la cumbre reiteren el apoyo árabe a los palestinos y la promesa de un acuerdo de paz con Israel si ese país se retira de los territorios que ocupa y permite la creación de un Estado palestino con capital en Jerusalén Oriental. (FIN/IPS/tra-eng/kg/da/mp/ip/01

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