/Integración y Desarrollo/ AMERICA CENTRAL: Desastres naturales, una maldición

América Central sufrió en las últimas cuatro décadas pérdidas económicas por más de 30.000 millones de dólares a causa de desastres naturales como huracanes, terremotos, sequías e inundaciones.

«Si calificáramos la vulnerabilidad en una escala del cero al 100, América Central estaría muy cerca del 100», explicó a IPS el meteorólogo Max Campos, secretario ejecutivo del Comité Regional de Recursos Hidráulicos, un organismo del Sistema de Integración Centroamericana.

El cálculo facilitado por Campos de las pérdidas económicas atribuidas a los desastres naturales ocurridos entre 1960 y 1998 incluye a Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.

Según las estimaciones recopiladas por el Sistema de Integración Centroamericana, 5.000 habitantes de la región han muerto cada año en el último cuarto de siglo como consecuencia de estas catástrofes.

Si a esto se suma el impacto de pequeños desastres, poco visibles y de escasa atención oficial, la cantidad de muertes podría duplicarse.

«El punto débil del istmo es que cada vez que tiene un desastre natural lo encara como algo aislado», destacó Campos, para quien es necesaria una mejor planificación urbana y una menor degradación de la naturaleza.

América Central tiene un total de seis placas tectónicas, numerosas fallas locales y regionales y 27 volcanes activos. Sus 523.000 kilómetros cuadrados están ubicados sobre el Cinturón del Fuego, una zona altamente sísmica.

Además, el istmo tiene una morfología que con frecuencia sufre inundaciones, deslizamientos y sequías, y la influencia del mar Caribe lo expone a huracanes y depresiones tropicales.

«Desafortunadamente los desastres naturales son una manera de vida para América Central», dijo a IPS el subcomandante para operaciones del Ejército Sur de Estados Unidos, coronel Jeffery Christiansen.

Christiansen, quien colabora en la capacitación de centroamericanos que atienden desastres, dijo que la región debe prepararse para que los eventos climáticos causen el menor impacto posible.

«No hay un solo país que tenga todos los recursos para poder atender desastres naturales, por eso es que se debe buscar la unión de esfuerzos entre comisiones locales de emergencias con entidades como la Organización de las Naciones Unidas y la Cruz Roja», destacó.

Los expertos afirman que el fenómeno del recalentamiento planetario es uno de los factores que impulsan los desastres no sólo en América Central, sino en todo el mundo.

Según la compañía reaseguradora alemana Munich Re, el año pasado hubo en el planeta una cantidad sin precedentes de desastres naturales: 850 eventos en total, un centenar más que en 1999.

«En América Central los que aumentan los riesgos de un desastre son los mismos que pueden evitarlos», dijo a IPS el geógrafo Luis Rolando Durán, secretario ejecutivo del regional Centro de Coordinación para la Prevención de Desastres Naturales.

Durán sostuvo que los gobiernos y la sociedad civil son quienes pueden evitar que el impacto de los desastres naturales sea tan grande como hasta ahora lo ha sido.

Son necesarios controles más estrictos a las construcciones y obras de desarrollo, y para eso se necesita prevenir, vigilar y fiscalizar, detalló el funcionario. «Además es necesario una mayor rendición de cuentas, pues en la región escasea esta práctica», añadió.

En noviembre de 1998 el huracán Mitch dejó en América Central un saldo de 10.000 muertos y pérdidas por más de 5.000 millones de dólares.

Aunque muchas de las personas murieron por residir en asentamientos mal planificados y en alto riesgo, hasta el momento nadie fue juzgado por esta responsabilidad, ilustró Durán. (FIN/IPS/nms/mj/en dv/01

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