ESTADOS UNIDOS-COREA DEL SUR: Bush opaca el sol de Kim

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, aclaró que no reanudará a corto plazo las conversaciones con Corea del Norte sobre su programa de misiles, aunque ofreció apoyo a su par surcoreano Kim Dae Jung, de visita en Washington, para su política «luz de sol» hacia Pyongyang.

Bush destacó el miércoles que su gobierno no tiene apuro por retomar las negociaciones con Pyongyang sobre el fin de su programa de misiles de largo alcance y sus exportaciones de misiles a terceros países.

Las primeras conversaciones celebradas con un jefe de estado asiático desde que Bush asumió la presidencia, hace siete semanas, duraron una hora y terminaron de manera aparentemente inconclusa.

La administración de Bush insistió en que cualquier iniciativa política concreta deberá esperar el resultado de una revisión completa de la política de Estados Unidos hacia ambas Coreas, lo que podría llevar varias semanas más.

«A su debido tiempo, cuando terminemos la revisión, determinaremos cuándo y a qué ritmo conversaremos con Corea del Norte», declaró a la prensa el secretario de Estado (canciller) Colin Powell al final de la reunión.

La vaguedad del nuevo gobierno estadounidense a Kim, claramente partidario de un enfoque más agresivo hacia las conversaciones de paz, pone de relieve profundas divisiones entre los asesores de Bush sobre Corea, que deberán sortearse en el curso de la revisión.

El mismo tipo de divisiones entre republicanos moderados y radicales se pusieron de manifiesto en la política hacia Iraq y China en los últimos dos meses.

Por un lado, Powell y otros altos funcionarios del Departamento de Estado destacaron los logros alcanzados por el anterior presidente Bill Clinton, quien en 1994 forjó un acuerdo con Pyongyang para congelar su programa nuclear y estaba a punto de sellar otro acuerdo similar sobre misiles de largo alcance cuando su mandato terminó.

«Nos proponemos retomar las conversaciones con Corea del Norte en el punto que quedaron cuando terminó la administración de Clinton», declaró Powell el martes, y resaltó que «algunos elementos promisorios quedaron sobre la mesa».

Por otro lado, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y su vice, Paul Wolfowitz, han manifestado un profundo escepticismo sobre la política luz de sol de Kim y sobre la buena fe de Pyongyang en la implementación de cualquier acuerdo.

Trascendió que el vicepresidente Dick Cheney comparte esa visión.

Los tres desean más tiempo para realizar la revisión de la política hacia las dos Coreas y se oponen abiertamente a cualquier nueva iniciativa de paz de Kim Dae Jung que pueda limitar el espacio de maniobra de Washington.

Esta visión refleja la de la mayoría de los legisladores del gobernante Partido Republicano, quienes sostienen que tanto Clinton como Kim, quien el año pasado recibió el premio Nobel de la Paz por su política luz de sol, dieron más a Corea del Norte de lo que ésta ofreció en contrapartida.

A cambio de cientos de millones de dólares en ayuda humanitaria, la construcción de nuevas centrales de energía y la legitimidad internacional, Pyongyang sólo ofreció hasta el momento un inverificable congelamiento de su programa nuclear y la suspensión unilateral de sus pruebas de misiles de largo alcance, señalan los críticos.

Aparte de su profunda desconfianza del presidente norcoreano Kim Jong Il, los radicales del gobierno de Bush temen en especial las consecuencias del proceso de paz de Kim Dae Jung sobre los planes de construir un ambicioso sistema nacional de defensa antimisiles para proteger a Estados Unidos de las amenazas de Corea del Norte y otros «estados renegados».

También están preocupados por las implicaciones de ese proceso para la posición estratégica de Washington en Asia, uno de cuyos componentes clave es la presencia de 37.000 soldados estadounidenses en Corea del Sur para prevenir una invasión norcoreana.

Pero la inquietud más inmediata de los republicanos se refiere a la intención de Kim Dae Jung de firmar una «declaración de paz» conjunta con Kim Jong Il, quien prometió corresponder a la histórica visita de aquél a su país, el pasado junio, con su propia visita a Seúl este año.

Aunque tal declaración distaría mucho de ser un tratado, funcionarios estadounidenses temen que plantee nuevas interrogantes sobre la utilidad e importancia de la presencia de tropas estadounidenses en la península.

El propio Kim Jong Il aseguró a altos funcionarios surcoreanos y estadounidenses que respalda la permanencia de esas tropas como factor de disuasión frente a los países vecinos más grandes, pero la administración de Bush cree que, a medida que las tensiones disminuyan, será más difícil mantener el apoyo político a esa presencia militar, tanto en Washington como en Seúl.

Tras la cumbre del miércoles, Kim prometió consultar con Washington «cada paso» que dé en relación con Corea del Norte, incluida, presumiblemente, la visita de Kim Jong Il a Seúl.

La propuesta declaración de paz no se planteó directamente en la reunión, pero de lo conversado se deduce que tal medida requeriría una consulta previa, declaró a la prensa un funcionario de la administración.

Kim y algunos funcionarios del pasado gobierno de Clinton temen que una demora excesiva en la reanudación de las conversaciones de Washington con Pyongyang revierta el inesperado progreso logrado hacia la salida de Corea del Norte de su aislamiento tradicional.

La semana pasada, funcionarios norcoreanos advirtieron que podrían reanudar las pruebas de misiles de largo alcance tras una suspensión de casi tres años si las conversaciones con Washington no se reanudan pronto. (FIN/IPS/tra-en/jl/da/mlm/ip/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe