DESARROLLO: Distribución de la tierra, tarea central del siglo

La tierra y su uso, conservación y distribución, son problemas centrales del siglo XXI y la esperanza de justicia para centenares de millones de habitantes del medio rural, advirtió el ministro de Reforma Agraria de Brasil, Raúl Jungmann.

El ministro sostuvo que es urgente una solución para quienes viven de la tierra y que con sus manos y su trabajo aseguran el bienestar de la humanidad.

Veintitrés por ciento de los 169 millones de habitantes de Brasil viven en el campo, señaló Jungmann en un foro organizado esta semana en Roma por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) para presentar su informe «Pobreza rural 2001».

La cantidad de víctimas de la lucha por la tierra en Brasil fue el año pasado la menor en 20 años, según información de la Comisión Pastoral de la Iglesia Católica brasileña citada por el ministro.

Así mismo, las ocupaciones de haciendas por campesinos sin tierra, un indicador de la tensión social en el campo, disminuyeron a la mitad entre 1999 y 2000, agregó.

La reforma agraria permitió a Brasil pasar del vigésimoquinto al decimocuarto lugar entre los países latinoamericanos por su distribución de la tierra, un hecho que Jungmann consideró positivo, pero insuficiente.

Brasil ha invertido desde 1995 en agricultura familiar y reforma agraria más de 9.000 millones de dólares y el total aumentará a 14.500 millones en 2002, cuando finalice el actual y segundo mandato del presidente Fernando Henrique Cardoso, aseguró el ministro.

El gobierno brasileño considera socialmente justificada y eficaz la inversión en los proyectos de reforma agraria. La población rural se redujo de modo acelerado desde 1960, cuando era 70 por ciento del total, y especialmente en los años 70 y 80, dijo.

Señaló que en los últimos seis años se asentaron casi 500.000 familias en más de 18 millones de hectáreas y que al término del actual gobierno, serán más de 900.000 y que se habrán distribuido alrededor de 50 millones de hectáreas.

La reforma agraria ha determinado la expropiación de 92 millones de hectáreas.

Pero Isidoro Rezes, coordinador de la Comisión Pastoral de la Iglesia Católica de Brasil, ha denunciado en numerosas oportunidades la violencia de hacendados pertenecientes a la Unión Democrática Ruralista contra el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra.

Cerca de 2.000 trabajadores rurales fueron asesinados desde 1985 hasta 2000, una cantidad cuatro veces mayor al de los muertos y desaparecidos durante el régimen militar (1964-1985), advirtió Rezes, con base en los registros de la CPT.

Agregó que aún no se ha terminado con los grandes latifundios, como en Mato Grosso do Sul, uno de los estados de mayor extensión de tierra improductiva.

Veinte mil propiedades rurales ocupan 20 millones de hectáreas en Mato Grosso do Sul, en un universo de 35 millones de hectáreas, y uno por ciento de la población posee 60 por ciento de las tierras del estado.

Rezes también señaló que la función social de la tierra es aniquilada por la especulación, por el pensamiento arcaico de las elites rurales y por la relación de subordinación que, según afirmó, presenta el gobierno brasileño ante los intereses del latifundio.

El informe del FIDA sobre la «Pobreza Rural en el 2001: un desafío para acabar con la pobreza rural» señala por su parte que los líderes mundiales no lograrán mantener el compromiso de reducir a la mitad el número de pobres para 2015.

Sólo 10 millones de personas al año logran superar la pobreza, en lugar de los 30 millones previstos.

Las consecuencias de este fracaso son particularmente graves en Africa subsahariana, donde la reducción de la pobreza es seis veces más lenta de lo necesario para lograr el objetivo fijado.

«Aquellos que viven en las zonas rurales constituyen la mayoría de los pobres del mundo y todos los análisis sugieren que la situación permanecerá igual en los próximos 30 años», puntualizó el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, citado por el FIDA.

El informe se concentra en la situación de los pobres del medio rural, que son 75 por ciento de los 1.200 millones de pobres del planeta.

El FIDA es un organismo especializado de la ONU, con mandato específico para combatir el hambre y la pobreza ayudando a los campesinos. Desde su creación en 1978, asignó 7.000 millones de dólares en préstamos que han beneficiado a más de 250 millones de personas. (FIN/jp/dv/01

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