CUBA-EEUU: Castristas y anticastristas comparten escepticismo

Castristas y anticastristas combatientes en la playa Girón, reunidos en el mismo campo de batalla donde se enfrentaron hace 40 años, compartieron con gobernantes cubanos y ex funcionarios estadounidenses su incertidumbre sobre el futuro de las relaciones entre los dos países.

«Esperamos que el éxito de esta conferencia sirva de modelo para continuar la ampliación de un diálogo sobre éste y otros temas importantes en el prolongado conflicto» entre los dos países, declararon al término de la reunión «Girón, 40 años después».

El debate sobre la fracasada invasión de cubanos exiliados en bahía de Cochinos, considerada «la primera derrota del imperialismo en América Latina» por La Habana, fue «mesurado», según manifestaron sus propios participantes en un comunicado.

Los participantes en la conferencia, entre los que figuraron ex funcionarios del gobierno de John F. Kennedy (1961-1963), manifestaron en el comunicado su deseo en que la reunión sirva de ejemplo para salvar las diferencias entre Cuba y Estados Unidos.

Pero algunos se mostraron más bien escépticos al respecto, entre otras razones ante la designación del anticastrista Otto Reich como subsecretario de Estado (vicecanciller) de Estados Unidos para América Latina, que debe aún ser ratificado por el Senado.

La presencia en el gobierno estadounidense de Reich, un exiliado cubano que respaldó al movimiento contrarrevolucionario de Nicaragua en los años 80, contrarió las esperanzas de mejoría en las relaciones bilaterales, al menos en el corto o mediano plazo.

«Ha llegado el momento de comenzar una política sensata hacia Cuba, una política de diálogo», insistió, en breve contacto con la prensa, Wayne Smith, jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana entre 1979 y 1982.

Para el ex diplomático y activo promotor del acercamiento entre los dos países, el presidente George W. Bush insiste en acentuar una política absurda hacia la isla que «no responde a los intereses de Estados Unidos», pero complace a una minoría del exilio cubano en ese país.

En su opinión, un cambio en la política de Washington hacia La Habana propiciaría una disposición al diálogo y la negociación en el gobierno de Fidel Castro, que, como ve «nada más que hostilidad», tiene una «reacción defensiva».

«¿De qué otra manera se puede reaccionar al nombramiento de Reich?», se preguntó Smith, quien consideró que con el gobierno de Bush no hay motivo alguno para alentar el optimismo respecto del vínculo bilateral.

El octogenario Arthur Schlessinger, asesor del presidente John Kennedy cuando el gobernante asesinado en 1963 impuso el bloqueo a Cuba a principios de los años 60, tampoco tiene esperanzas de giros positivos para La Habana.

Las razones para aplicar el embargo caducaron, pero no son muy grandes las posibilidades de que esa sanción sea cancelada, dijo Schlessinger.

Al encuentro académico asistió una delegación estadounidense integrada por 56 personas, entre ellas cinco ex miembros de la brigada 2506 de exiliados cubanos que desembarcaron en la playa Girón, asesores y familiares de Kennedy y ex agentes de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA).

La parte cubana estuvo encabezada en parte de las sesiones a puertas cerradas por el propio presidente Castro, quien comandó las operaciones que hicieron fracasar la invasión en la bahía de Cochinos, en la costa meridional cubana.

El enfrentamiento bélico de abril de 1961 costó 120 muertos entre los invasores y 150 entre los seguidores de Castro, cientos de heridos y más de 1.000 prisioneros que el gobierno de Castro canjeó luego por alimentos y medicinas.

El gobierno de Kennedy y la CIA apoyaron y financiaron los planes de invasión, concebida como parte de una intervención militar estadounidense en la isla, según se afirmó en la conferencia.

«Yo esperaba que los marines estuvieran detrás de mí», reconoció Alfredo Durán, ex integrante de la Brigada 2506, para quien la conferencia fue un «paso importante» en el camino de la solución pacífica de diferencias a través del diálogo.

El repaso histórico de aquellos acontecimientos, que marcaron el rumbo de las relaciones cubano-estadounidenses, propició la divulgación de documentos hasta ahora clasificados como secretos.

Documentos estadounidenses revelados en la conferencia indican que ya en 1959, en el primer año de revolución triunfante, la CIA tuvo intenciones de asesinar a Castro y que Washington pidió al gobierno de Gran Bretaña que se negara a vender aviones de combate a Cuba.

La idea era obligar al gobierno de Castro a acudir a la Unión Soviética en busca de esos aparatos, lo que daría a Estados Unidos una justificación similar a la que tuvo para derrocar el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala.

Luego de dos días de reuniones en la capital, anfitriones y huéspedes viajaron el sábado a Playa Girón, distante unos 150 kilómetros de La Habana, para recordar el escenario de los combates. (FIN/IPS/pg/mj/ip/01

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