BRASIL: Escasa lluvia amenaza energía y crecimiento económico

La escasez de lluvias en la zona centro-sur de Brasil amenaza la generación de electricidad y, por ende, el crecimiento económico esperado en este año.

Si no llueve normalmente este mes y el próximo, es probable que sea necesario un racionamiento de energía a partir de mayo, evaluó Mario Santos, presidente del Operador Nacional del Sistema Eléctrico, empresa que controla el suministro en el país.

En febrero el índice pluviométrico se limitó a 40 por ciento del promedio histórico, medida que considera los 68 últimos años.

Eso agravó las preocupaciones surgidas el año pasado, debido al rezago en la construcción de centrales termoeléctricas que utilizarán el gas importado de Bolivia y en la conclusión de hidroeléctricas, interrumpidas por la crisis económica desde los años 80.

Las lluvias de marzo y abril son vitales para acumular el agua y soportar el calor de mayo a septiembre. Para cruzar ese periodo, los expertos estiman que será necesario que los embalses alcancen por lo menos la mitad de su capacidad de almacenamiento.

En la actualidad ese nivel en el sureste, la región más poblada e industrializada del país, es de solamente 33,4 por ciento, según Santos.

La situación es alarmante, según Pio Gavazzi, director de Infraestructura de la Federación de las Industrias de Sao Paulo. Pero si en lo que queda de marzo llueve al menos tres cuartos del promedio historico de este mes, será posible evitar el racionamiento, señaló.

El consumo de energía en Brasil crece un punto porcentual más que el producto interno bruto. Con el crecimiento económico de 4,2 por ciento el año pasado, que se espera repetir este año, la demanda acumularía una expansión de más de 10 por ciento.

La insuficiencia de electricidad en este y los próximos años ya es prevista desde el año pasado por expertos en energía, como Luis Pinguelli Rosa, de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Los planes del gobierno estiman para este año un aumento de nueve por ciento de la capacidad de generación nacional, que hoy alcanza 67.000 megavatios.

Pero una sequía prolongada, como la iniciada el año pasado y agravada en los dos últimos meses, anula todos los esfuerzos, ya que la casi totalidad de la electricidad brasileña procede de los ríos.

Además, los planes oficiales afrontan variadas dificultades en su ejecución. La construcción de las 49 centrales programadas para generar energía eléctrica a partir del gas natural que Brasil empezó a importar de Bolivia el año pasado, tras la construcción de un gran gasoducto, no se está completando.

Discrepancias sobre las garantías contra las oscilaciones del tipo de cambio en Brasil, que pueden elevar el precio del combustible cotizado en dólares, desalentaron inversiones privadas y obligaron al gobierno a impulsar varios proyectos de emergencia, a través de la estatal petrolera Petrobrás.

Pero el rezago y la reducción de las metas son inevitables.

Las centrales hidroeléctricas en construcción están rodeadas por un hábito de incertidumbre en relación con el programa de privatización y con resistencias del movimiento ambientalista, además de los efectos de la escasez de inversiones en las dos últimas décadas.

Varias centrales sufren embargos o retrasos a causa de acciones judiciales que exigen la profundización de los estudios de impacto ambiental de las represas y soluciones para las poblaciones desalojadas. En algunos casos, hubo que reducir la capacidad generadora final para adaptarse a las exigencias.

La privatización del sector sufrió varios reveses que obligaron a postergaciones. Hay resistencia a la venta de las principales empresas incluso entre sectores oficialistas.

El cese el 23 de febrero, por razones políticas, del ex ministro de Minas y Energía, Rodolpho Tourinho, puede retardar el proceso y nuevas inversiones.

En el sur de Brasil las lluvias fueron normales en los últimos meses, asegurando el suministro local y un aporte al sureste. Pero la capacidad limitad de transmisión impide una mayor transferencia.

Ante tales obstáculos, empresas de alto consumo de energía tratan de autoabastecerse, a través de pequeños generadores, aprovechando el agua, hidrocarburos u otros combustibles.

En el año pasado, la producción energética propia, en las industrias del estado de Sao Paulo, ya atendía 14 por ciento de sus necesidades, contra solo nueve por ciento en 1996, según Gavazzi.

Un racionamiento afectaría la producción industrial, especialmente en sectores de actividad continua como la siderurgia, la química, los textiles y el vidrio. Un apagón puede provocar la pérdida de insumos y dificulta la reanudación productiva.

Sin electricidad suficiente, Brasil podría obligarse a reducir el ritmo de su crecimiento económico, después de haber superado los efectos de las crisis financieras del sudeste asiático y Rusia, que impusieron al país un estancamiento en los últimos años 90. (FIN/IPS/mo/mj/if en/01

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