El año pasado fueron muertos 24 trabajadores de los medios de comunicación por cumplir su labor, siete de ellos en Iberoamérica, y 87 más permanecían detenidos a fines de 2000 víctimas de la represalia estatal, según el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).
Sin embargo, el último informe de la organización de Nueva York, «Ataques a la prensa en 2000», representa una mejoría. En 1999 murieron 34 periodistas y el número de detenidos se redujo anualmente desde 1996, cuando había 185 en prisión.
Veintidós de los 85 profesionales de la comunicación detenidos en 2000 eran chinos.
«A principios de los años 80, en lugares como Argentina y Chile, las dictaduras militares fueron responsables del secuestro y la desaparición de periodistas independientes. Hoy, en muchos de los casos, no es el poder del Estado sino su debilidad la que crea el peligro», advierte el CPJ.
«Grupos delincuentes o facciones insurgentes sencillamente eliminan a sus críticos, sabiendo que no tendrán consecuencias», agrega.
Actores no estatales fueron responsables de la muerte de periodistas en Colombia, Rusia, Bangladesh, Sierra Leona y posiblemente Haití y Mozambique en 2000.
El informe de 545 páginas detalla 605 casos de represión contra los medios de comunicación en 131 países. Además de muertes y detención, el estudio menciona casos de ataques, acoso burocrático y censura.
De los 24 periodistas muertos, al menos 16 fueron asesinados y aquellos que ordenaron su muerte quedaron impunes, salvo en dos casos, indica el CPJ.
Dicha impunidad es más grave en Colombia y en Rusia, responsables cada uno de la muerte de tres periodistas el año pasado. En el país sudamericano murieron 31 periodistas en la última década.
El número de periodistas en prisión ha descendido, pero el CPJ destaca que los gobiernos de América Latina y Europa oriental, especialmente, recurren a métodos más sutiles de control, incluso impuestos punitivos, demandas judiciales y boicots publicitarios.
Los profesionales de los medios utilizan cada vez más la Internet y otras tecnologías informáticas para evitar las restricciones y la censura, pero eso no los hace inmunes.
En Ucrania, por ejemplo, el periodista de Internet Georgy Gongadze fue secuestrado y asesinado presuntamente por orden del gobierno. En Mozambique, el reportero Carlos Cardoso, quien entregaba sus artículos por fax, fue asesinado por pistoleros contratados por intereses económicos, según la fiscalía.
Varios de los 22 periodistas chinos en prisión fueron catigados por utilizar la Internet para difundir su información.
Los países más peligrosos para la prensa en 2000 fueron Colombia, Rusia y Sierra Leona, con tres muertos cada uno. Les siguen Bangladesh y Filipinas, con dos muertos respectivamente, y Brasil, España, Guatemala, Haití, India, Mozambique, Pakistán, Somalia, Sri Lanka, Ucrania y Uruguay, con uno por país.
Veinte periodistas más murieron el año pasado en el mundo, pero aún no se confirmó si esas muertes se debieron a circunstancias derivadas de su trabajo, precisa el CPJ.
No todas las noticias fueron malas en 2000. En Turquía, por ejemplo, la periodista de IPS Nadire Mater y su editor fueron absueltos del cargo de haber insultado a las Fuerzas Armadas, y sólo había 14 periodistas detenidos a fines del año, el número más bajo en más de 10 años.
Los llamados «enemigos de la prensa», —los ex presidentes de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, y de Perú, Alberto Fujimori—, abandonaron el sillón presidencial, mientras Foday Sankoh, el líder rebelde de Sierra Leona que atacó a la prensa en la guerra civil de su país, fue detenido.
El CPJ publica cada año una lista de 10 «enemigos» que «manifiestan un celo particular en la supresión de la libertad de prensa».
Por otra parte, numerosos «enemigos» permanecen en el poder, como el ayatolá Ali Jamenei, el líder supremo de Irán que habría ordenado la prohibición de 30 publicaciones y la detención de algunos de los periodistas más destacados del país.
Otros «enemigos» de la prensa son los presidentes de China, Jiang Zemin, de Túnez, Zine al Abdine Ben Ali, de Kazajstán, Nursultan Nazarbayev, de Cuba, Fidel Castro, y de Angola, Eduardo dos Santos, junto con el primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamed.
Este lunes, representantes del CPJ sugirieron que los presidentes de Rusia, Zimbabwe y Venezuela son candidatos a integrar la lista de enemigos de 2001.
El presidente venezolano Hugo Chávez utilizó sus apariciones en radio y televisión para marginar y atacar a los medios noticiosos.
«Hasta el momento, la revolución bolivariana de Chávez ha sido una gran noticia. Pero si todas las revoluciones devoran a sus hijos, entonces, por el bien de los periodistas venezolanos, más vale que a Chávez no le dé hambre», subrayó el CPJ.
Con respecto a Rusia, «el presidente Vladimir Putin causó un alarmante ataque a la libertad de prensa», destacada por la «censura en Chechenia, juicios contra poderosos empresarios de los medios y amplios poderes otorgados a los servicios de seguridad».
En la publicación del informe este lunes estaban presentes Ray Choto, periodista del semanario The Standard, de Zimbabwe, quien fuera encarcelado y torturado en 1999, y su editor Mark Chavanduka, por publicar un artículo sobre un intento de golpe contra el presidente Robert Mugabe.
Al presentar a Choto, la directora del CPJ Ann Cooper recordó el bombardeo del diario Daily News en Harare y la deportación de dos corresponsales extranjeros de Zimbabwe. «La prensa independiente sufre cada vez más ataques del gobierno», denunció. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq/hd/01