/BOLETIN-AMBIENTE/ EUROPA: Vacas locas y aftosa contra las águilas reales

El mal de las vacas locas y el brote de fiebre aftosa, que convulsionan a Europa, atentan en forma indirecta contra la supervivencia de las águilas reales y de otras aves carroñeras, advirtieron ecologistas.

La incineración de animales sacrificados a causa del llamado mal de las vacas locas o encefalopatía espongiforme bovina (EEB) y de la fiebre aftosa provocará un grave desequilibrio ambiental en la Unión Europea (UE), explicó a IPS el secretario general del grupo no gubernamental Ecologistas en Acción, Theo Oberhuber.

Entre las normas dictadas por la UE, que entraron en vigor el jueves, se incluye la obligación de quemar todos los animales muertos que no sean destinados al consumo.

Los problemas ya no afectan sólo a los bovinos y ovinos de la región, pues el miércoles se informó que 540 cerdos importados a España de Gran Bretaña serán incinerados por provenir de una zona afectada por una epidemia de fiebre aftosa.

Oberhuber señaló que 15 por ciento de los desechos animales, que equivale a unas 10.000 toneladas, son eliminado de manera eficiente y ambientalmente correcta por las aves carroñeras que los consumen.

Si esas aves no consumieran los animales muertos se podrían producir problemas ambientales y de salud y bienestar públicos, explicó el ambientalista.

Pero, a la vez, si los animales muertos son incinerados «se pondrá en evidente peligro a las poblaciones de aves necrófagas, pues las carroñas procedentes de la ganadería suponen entre 60 y 80 por ciento de la alimentación de esas especies», puntualizó Oberhuber.

Las aves carroñeras contadas en España constituyen la mayoría en cada una de las especies en Europa.

En territorio español habitan 98 por ciento de los buitres negros existentes en la región, 80 por ciento de los alimoches (pequeño buitre), 80 por ciento de los quebrantahuesos, 90 por ciento de los buitres leonados, la mitad de las águilas reales y la totalidad de las águilas imperiales ibéricas.

Ecologistas en Acción conformó esta semana un Grupo de Trabajo para examinar el problema y demandó urgentes normas específicas que legalicen a las aves rapaces necrófagas como uno de los sistemas de eliminación de animales muertos, siempre y cuando existan las garantías sanitarias pertinentes.

También señaló la necesidad de crear una red nacional de puntos de alimentación para esas especies, coordinada y adaptada en cada zona a las necesidades de esa fauna.

Los ambientalistas, además, reclamaron que se legalice el abandono en la naturaleza de los cadáveres procedentes de la ganadería extensiva, cuando no exista riesgo sanitario.

El Grupo de Trabajo español está conformado por delegados de Ecologistas en Acción, la Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura, el Centro de Estudios Superiores Marcelo Spínola y la Estación Biológica de Doñaña.

También participan representantes del Fondo de Amigos del Buitre, Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, la Fundación para la Conservación del Buitre Negro, Grupo para la Recuperación de la Fauna Autóctona, Iberis y el Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos.

La fiebre aftosa, cuya existencia años atrás en países de América del Sur fue esgrimida para bloquear en la UE la importación de carne vacuna, se está propagando ahora en Europa.

Científicos como Manuel Rodríguez, decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupan de subrayar que esa enfermedad no afecta a las personas.

En cambio, la EEB puede producir en los humanos la enfermedad de Creutzfeld-Jakob, que solía afectar sólo a mayores de 55 años y era muy rara en el mundo hasta 1996.

La conexión entre la EEB y el mal de Creutzfeld-Jakob fue advertida en Gran Bretaña, donde ya murieron 81 personas por esta causa desde 1996.

Los primeros síntomas de la enfermedad incluyen temblores, nerviosismo, falta de memoria, pérdida del equilibrio, alucinaciones y debilidad. Las víctimas pasan con rapidez a un estado en el que no pueden caminar ni hablar.

La EEB, atribuida a la ingestión de los bovinos de harinas animales infectadas, al igual que el «scrapie», su equivalente en las ovejas, no es causada por virus o bacterias, sino por la mutación anormal de priones, unas proteínas que poseen las células de todos los animales vertebrados.

Tras mutarse, los priones enfermos son capaces de contagiar a los priones sanos, infectando poco a poco todo el cerebro del individuo afectados, lo cual provoca que adquiera la consistencia de una esponja, con resultados siempre fatales.

Los priones afectados no parecen provocar respuesta inmunitaria alguna en las víctimas, son muy estables y pueden resistir temperaturas extremas, radiación y antisépticos que matarían a otros agentes infecciosos. (FIN/IPS/td/dm/en/01

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