Los nuevos gobernantes de Yugoslavia pretenden relegar las guerras al pasado y, en el segundo aniversario de los bombardeos de la OTAN por la cuestión de Kosovo, destacan la necesidad de mantener buenas relaciones con la comunidad internacional.
«No más violencia, no más guerras» es el nuevo lema de los líderes serbios, mientras las familias del país recuerdan a sus seres queridos muertos durante las once semanas que duró el ataque de la OTAN, liderado por Estados Unidos, contra el régimen de Slobodan Milosevic.
Analistas políticos serbios creen que la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y la ONU han fracasado en Kosovo. Las bombas no sólo destruyeron los objetivos militares, sino también decenas de edificios de viviendas, hospitales, trenes e incluso columnas de refugiados.
Sobre el territorio serbio cayeron más de 22 mil toneladas de explosivos de diverso tipo, incluyendo proyectiles recubiertos de uranio empobrecido.
Según cifras oficiales, 1.500 civiles murieron y el daño directo a la infraestructura del país ascendió a más de 20 mil millones de dólares.
«Los tiempos del mal no deberían repetirse nunca en nuestro país», dijo en su mensaje a la nación el presidente Vojislav Kostunica, al cumplirse el segundo aniversario de los bombardeos.
«El mal que vino sobre nosotros y el que impusimos a otros sólo podrá evitarse si recordamos. Nuestro futuro está en la cooperación con el mundo. Todos los esfuerzos de nuestra joven democracia deben dirigirse a mantener los Balcanes como un lugar de paz, sin más desastres ni guerras», exhortó Kostunica.
La guerra aérea de la OTAN contra Yugoslavia se extendió entre el 24 de marzo y el 12 de junio de 1999, con el fin de detener la represión de las fuerzas del entonces presidente Milosevic contra dos millones de kosovares de origen albanés en la sureña provincia de Kosovo.
La represión serbia, que alcanzó su punto culminante en 1998, fue la respuesta a la rebelión de la mayoría albanokosovar que exigía su independencia de Serbia.
Los bombardeos aéreos enfurecieron aún más a Belgrado. Las fuerzas de seguridad del país expulsaron a más de 800 mil albanokosovares hacia países vecinos, provocando una catástrofe humanitaria.
Cientos de albaneses murieron durante la campaña militar. Como consecuencia, Milosevic enfrenta un juicio del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, en La Haya. La decepción de los serbios luego de diez años de empobrecimiento y guerras se manifestó en la derrota electoral de Milosevic en septiembre.
Pero el cuestionado líder no entregó el poder a las nuevas autoridades hasta que un levantamiento popular en octubre lo obligó a hacerlo.
Actualmente los serbios de todo origen coinciden en que los bombardeos de la OTAN fueron la experiencia más traumática de sus vidas.
«Basta mirar las estadísticas que algunos de nosotros llevamos», dice Zoran Miljkovic, ingeniero de Belgrado. «Las sirenas antiaéreas sonaron 148 veces en once semanas y debimos permanecer 774 horas en los refugios. La única idea era mantenerse vivo».
Los ataques concluyeron el 12 de junio de 1999 mediante un acuerdo entre la OTAN y Milosevic. Las fuerzas serbias abandonaron Kosovo y los refugiados albaneses regresaron a sus hogares, pero más de 200 mil serbios huyeron de la provincia por temor a las represalias.
La OTAN asumió el control de la seguridad de la zona, mientras la ONU (Organización de las Naciones Unidas) estableció una administración de emergencia en la ex provincia yugoslava.
En Kosovo todo es diferente dos años después. Pero los analistas políticos serbios sostienen que los bombardeos fueron una acción ilegal y un peligroso precedente en la historia de las normas internacionales.
«Esto fue un pésimo antecedente en materia de derecho internacional. Fue una agresión», comentó el profesor de derecho Vojin Dimitrijevic.
«Como la OTAN dijo que actuaba en el nombre de la mayoría albanesa de Kosovo, se crearon las circunstancias para una intervención armada cada vez que alguien crea que es necesario proteger a otro», afirmó el especialista.
«Ninguno de los objetivos de la OTAN fue alcanzado», sostuvo por su parte Zivadin Jovanovic, ex ministro de Relaciones Exteriores y cercano colaborador de Milosevic. «Al contrario, la situación en Kosovo y en los Balcanes es aun peor».
«Más de 1.500 serbios fueron muertos en Kosovo desde la intervención de la OTAN, al menos cien iglesias serbias fueron destruidas, más de 50 mil viviendas serbias fueron incendiadas completamente», agregó.
«En lugar de hacer de Kosovo un lugar seguro, la OTAN permitió a los terroristas volver a armarse y propagar una oleada de incendios en la zona», dijo Jovanovic.
En efecto, en el último año, la rebelión de los albaneses desbordó Kosovo y penetró el sur de Serbia.
Grupos armados, entrenados e inspirados por las milicias albanokosovares quieren el control de la zona fronteriza con Kosovo y de unas 70 mil personas de la minoría albanesa que residen en las afueras de las ciudades de Presevo, Medvedja y Bujanovac.
Por otra parte, la OTAN y los serbios están cooperando en la región. Hace dos semanas la alianza militar cedió una parte de la zona de seguridad al ejército y la policía serbios con el fin de mantener controlada la frontera y prevenir la propagación de los focos rebeldes.
Un nuevo grupo armado, el Ejército de Liberación Nacional, actúa en la norteña Macedonia. Desde hace dos semanas lleva a cabo una guerra de baja intensidad en torno a la ciudad de Tetovo, en reclamo de mayor autonomía para la minoría albanesa en Macedonia.
Como objetivo final ha declarado su voluntad de unirse al «Kosovo Independiente».
«Es evidente que la misión de la comunidad internacional dentro y fuera de Kosovo ha fracasado», dice Zoran Lutovac, del Instituto de Ciencias Sociales de Belgrado. «Por lejos, su único logro fue el retorno de los refugiados de origen albanés. Nada más puede ser considerado un éxito».
Según Lutovac, Kosovo es ahora una sociedad étnicamente monolítica, sin lugar para los serbios. Sólo la población de origen albanés y los extranjeros pueden moverse libremente.
El Ejército de Liberación de Kosovo, que emprendió la guerra de guerrillas contra las fuerzas de Milosevic desde 1996, no ha sido desarmado.
Parte del mismo fue convertido en la Fuerza de Protección de Kosovo, núcleo de una futura policía kosovar, mientras otra parte entrenó y dirige a los rebeldes armados en el sur de Serbia y en Macedonia.
Por otra parte, «las rutas del crimen organizado tampoco fueron cortadas. Florece el tráfico de drogas y de personas. Los insurgentes armados cruzan libremente las fronteras hacia Serbia o Macedonia ante los propios ojos de la OTAN y de la ONU», sostiene Lutovac.
«¿En nombre de quién fueron violados los principios de la ONU con los bombardeos aéreos y por qué? La insurgencia de los grupos albaneses es ahora la mayor amenaza para la estabilidad de la región», finalizó Lutovac.(FIN/IPS/tra-en/vpz/mn/dc/aq/ip/01