(Arte y Cultura) INDIA: El emporio de los automóviles antiguos

Bentley, Ford y Rolls Royce son algunas de las marcas de automóviles antiguos que aguardan ser descubiertos por los coleccionistas en numerosas aldeas y depósitos de chatarra de India.

Partha Bose descubrió el Ford T de 1917 cuando se detuvo en una remota aldea del estado de Bihar, en el este del país, para cambiar una llanta perforada.

Entusiasta de los automóviles antiguos de colección, Bose vio un aro de madera de una rueda yaciendo en una tienda de la aldea. Tras las preguntas del caso, el comerciante lo llevó al fondo, donde vio al Ford T en cuestión.

«El comerciante le había retirado el motor y no estaba dispuesto a dejarlo porque lo utilizaba para dar energía a una bomba de agua», recuerda.

Finalmente, Bose persuadió al hombre de que le entregara el auto a cambio de una nueva bomba de agua. El negocio le costó menos de 200 dólares.

No obstante, la restauración costó mucho más y llevó tiempo, pero valió la pena, según Bose. El coleccionista ahora participa con el Ford T en la prestigiosa carrera de automóviles Statesman, que el diario homónimo organiza todos los años en Nueva Delhi y Calcuta.

Bose también es el propietario de un Auburn de 1927, una pieza poco común que halló inmersa en el lodo en el fondo de una vieja mansión en Calcuta. Restaurado con tesón con la ayuda de mecánicos del lugar, el automóvil le valió el ingreso al reconocido Club Auburn.

Los dos son algunos de los autos de colección que Bose ha restaurado personalmente y con los cuales participa en la Statesman.

Al igual que Bose, Appasaheb Alur descubrió el Citroen de 1919 con el cual participa en la Statesman en un garaje de Shillong, un balneario colonial en los cerros del nordeste del país.

Los coleccionistas le deben mucho a los artesanos locales, que han ayudado a devolverle la vida a muchas piezas valiosas, según Alur.

Las carreras como la Statesman también son importantes, señaló Rakesh Jain, participante de este tipo de eventos en Nueva Delhi, Calcuta y otras ciudades de la región.

Los hallazgos hechos por Bose y Alur constituyen algunos ejemplos de lo que los coleccionistas pueden encontrar si buscan en depósitos de chatarra y la campiña india.

Hallar el respuesto adecuado puede ser todo un problema. Sin embargo, las tiendas de segunda mano detrás de Jama Masjid, la mezquita medieval de Nueva Delhi, son una gran ayuda, ya que cuentan con una sorprendente variedad de objetos acumulados con la asistencia de vendedores de chatarra.

Algunos coleccionistas intentan obtener los repuestos directamente del fabricante. Así lo hace R.K. Pancholi, un abogado de Nueva Delhi propietario de uno de los dos modelos deportivos del Ford 1931 que quedan en este país.

«Cuando le escribí por primera a vez a Ford, me ofrecieron una gran cantidad de dinero y un automóvil cero kilómetro para que les vendiera la pieza de colección, pero les dije que no. Yo lo obtuve al comprárselo a alguien que a su vez lo había adquirido de mi padre hace más de 45 años», recuerda.

Los costos del mantenimiento y de los repuestos determinan que los autos antiguos sean un pasatiempo de los ricos y los coleccionistas dedicados.

Quizá el coleccionista más conocido de India sea el millonario de Mumbai (ex Bombay) Pranlal Bhogilal, cuya flota de 145 automóviles antiguos, todos en perfecto estado, le granjearon un lugar en el libro Guinness de Récords Mundiales.

Los automóviles de colección también ofrecen una vía de escape a los grandes evasores de impuestos. Los funcionarios pasan dificultades a la hora de estimar el valor de una pieza de maquinaria que, según el régimen impositivo vigente, año tras año ha sufrido una depreciación que le quitó todo valor de mercado.

Algunos automóviles antiguos generan sus propios ingresos al «actuar» en películas de época. El auto de K. Gidwaney, un Bentley de 1926, apareció en «Gandhi», entre otros filmes.

Algunos intentan vender sus piezas de colección en el mercado internacional, aunque la exportación de este tipo de automóviles fue prohibida por el gobierno en 1972.

Hace unos años, funcionarios aduaneros interceptaron un Rolls Royce de 1912, completamente desmantelado, que se dirigía a Londres en una caja que presuntamente llevaba «maquinaria usada». (FIN/IPS/tra-en/rdr/mu/aq/cr/01

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