AMBIENTE: El dilema de los transgénicos domina el debate mundial

Las semillas transgénicas, de alto rendimiento y resistentes a plagas y agrotóxicos, son un arma para combatir el hambre de cientos de millones de personas, dicen las empresas que manejan su producción y comercio, pero los ambientalistas las rechazan por su eventual impacto en la salud humana.

Esa es la esencia de una polémica que se ha propagado a todo el mundo, en la que también participan agricultores recelosos de las condiciones impuestas por las compañías multinacionales para el uso de esos productos, y que ha sido recogida en «Transgénicos. La fase oculta», un libro lanzado esta semana en Ecuador.

Elizabeth Bravo, de la organización ambientalista Acción Ecológica y de la Red Latinoamericana contra los Transgénicos, no tiene dudas.

El consumo de soja, maíz u otro vegetal genéticamente modificado acarrea problemas de salud, aseguró Bravo en la presentación del libro, una compilación de artículos de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) realizada por la editorial Abya Yala, de Quito.

"Se ha detectados que la utilización de esos productos en algunos casos provoca resistencia a los antibióticos, por ejemplo", arguyó la activista.

"Los productos transgénicos se crean cuando se introduce un gen de una especie en otra distinta, como el de un pescado en un tomate. Con eso se rompe el ciclo natural, porque se está mezclando dos especies que en condiciones naturales es imposible que se vinculen", agregó.

Esos genes no pueden unirse, por lo que se utilizan factores externos para combinarlos. Son factores que actúan de pegamento, como virus y bacterias, que pueden permanecer en la nueva planta, con el riesgo que eso implica, dijo Bravo.

Una crisis en el norte de Kenia expuso este año en toda su magnitud el dilema de los transgénicos.

Activistas internacionales se pusieron en campaña para evitar la distribución de una partida de alimentos genéticamente modificados donada por Estados Unidos para enfrentar una crisis alimentaria en aquella zona.

Los ecologistas creen que los productos agrícolas transgénicos, cultivados especialmente en Estados Unidos, pero de importante presencia también en las cosechas de Argentina, no ofrecen seguridad a quienes los consumen ni para el ambiente.

Así mismo, señalan junto a organizaciones de agricultores que la ampliación de su empleo subordinará a los campesinos al dictado de las empresas multinacionales dueñas de las patentes comerciales.

En efecto, las normas de la Organización Mundial de Comercio adjudican a los creadores de los transgénicos la propiedad intelectual sobre esos productos, de tal modo que los agricultores deberán pagar cada vez que utilicen las semillas.

Pero la polémica no se refiere solamente a alimentos genéticamente modificados, pues también hay cultivos de algodón transgénico y el hongo Fusarium oxisporum, otro organismo transgénico, es utilizado como herbicida contra las plantaciones de coca en América del Sur.

El Fusarium, según los ambientalistas, podría destruir el ecosistema amazónico.

"Nosotros pedimos una moratoria en la utilización de transgénicos, hasta que se pueda determinar claramente los peligros", explicó Bravo.

Sólo con la apertura de un debate como el que se presenta en «Transgénicos. La fase oculta», y con nueva información, «podremos lograr que la gente conozca de qué se trata y asuma una postura crítica en cuanto a la utilización de estos productos", señaló.

Mario Lubetkin, director de IPS para América Latina, indicó que el papel de esta agencia es contribuir a la creación de una sociedad más transparente y equitativa, y la edición de este libro va en ese sentido

"Nuestro papel es informar y abrir el debate sobre los temas que afectan a la población de nuestros países, en este caso los transgénicos", declaró Lubetkin.

El directos de IPS arguyó que en un mundo globalizado los medios de comunicación deben informar acerca de quienes sufren las consecuencias de la globalización, sea en el plano económico, en el político, en el social o en el cultural.

José Juncosa, director de Editorial Abya Yala, destacó el contenido de «Transgénicos. La fase oculta» como un compendio de los aspectos salientes de la discusión internacional en curso.

"Los agricultores afirman que la monopolización e imposición de este tipo de simientes condicionará sus cultivos, mientras los gobiernos se debaten entre el desconocimiento y la falta de políticas ante esta realidad", advirtió Juncosa.

Por su parte, Lubetkin explicó que el libro abre una nueva incursión editorial de IPS, una agencia que interpreta el periodismo como el abordaje de procesos que van más allá de hechos coyunturales.

"Hay una necesidad de aportar al debate con información contextualizada que genere una visión más profunda de la realidad que viven nuestros países", dijo.

El libro reproduce 48 artículos escritos por corresponsales y colaboradores de IPS en Argentina, Bangladesh, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Corea del Sur, Ecuador, España, Italia, Japón Kenia, México, Panamá y Uruguay. (FIN/IPS/kl/ff/en dv/01

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