AFGANISTAN: Destrucción de reliquias arriesga ayuda económica

La destrucción de dos antiguas estatuas de Buda por el gobierno de Afganistán puede agravar la crisis humanitaria en ese país asiático, advirtió el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan.

«Obviamente, algunos donantes interrumpirán su ayuda. No creo que esto los complazca y no creo que nos sea fácil recaudar fondos», dijo.

Japón, por ejemplo, amenazó con reducir su ayuda antes de la destrucción de las estatuas por el gobernante grupo fundamentalista islámico Talibán.

La organización Médicos Sin Fronteras ya había advertido el año pasado que las promesas de los donantes a Afganistán habían caído por debajo de las necesidades estimadas. Apenas la mitad de los 300 millones de dólares prometidos en ayuda humanitaria se entregó efectivamente en el año 2000.

Annan, quien el lunes visitó un campamento de refugiados afganos en el vecino Pakistán, expresó su especial preocupación por el impacto negativo de la acción de Talibán sobre el pueblo de Afganistán y el millón de desplazados internos por la guerra civil.

«Debemos pensar en la gente que está en una situación trágica, desesperada, y que no tuvo nada que ver con la decisión de destruir las estatuas de Buda. Un niño hambriento es un niño hambriento, y debemos hacer lo posible para ayudarlo», dijo.

Tras una investigación en el terreno de dos meses, la ONU concluyó que las sanciones económicas impuestas a Afganistán en 1999 por la comunidad internacional habían causado graves dificultades al pueblo y no a los líderes políticos, como se pretendía.

«Los afganos comunes se sienten aislados y agredidos por las sanciones», informó el año pasado la Oficina del Coordinador de las Naciones Unidas para Afganistán.

El canciller afgano, Wakil Ahmad Mutawakel, declaró el fin de semana en una reunión con Annan que «el mundo no está preocupado por los refugiados afganos; sólo por piedras y estatuas».

La destrucción de las estatuas, agregó, es un asunto religioso interno, y «no tuvo la intención de desafiar al mundo».

El canciller confirmó que «todas las estatuas movibles serían destruidas, pero no aclaró en qué punto se encuentra la campaña de demolición», explicó Annan tras la entrevista.

«Si esa lamentable decisión se concreta, los gobernantes afganos se harán mucho daño a sí mismos y al Islam, en nombre del cual hacen esto, pese a la oposición de académicos y líderes religiosos musulmanes», añadió el secretario general.

La Asamblea General de la ONU adoptó el viernes una resolución que urgió a Talibán a «adoptar acciones inmediatas para impedir una mayor destrucción de reliquias y monumentos irremplazables del patrimonio cultural afgano».

La moción, patrocinada por 93 de los 189 países miembros, dice que la Asamblea General está «profundamente preocupada» por el edicto de Talibán del 26 de febrero que ordenó la destrucción de todos los santuarios y reliquias no islámicas en Afganistán.

Así mismo, la Asamblea manifestó su inquietud por «la destrucción deliberada de esos monumentos y reliquias, que pertenecen al patrimonio común de la humanidad».

El embajador alemán Dieter Kastrup, quien presentó la moción, dijo a los delegados que los regímenes islámicos habían protegido el patrimonio cultural de Afganistán, incluso las dos estatuas de Buda en la ciudad de Bamiyán, por 1.400 años.

«El Islam tuvo una tradición de sabiduría y tolerancia por varios siglos, pero fue contradicha por esta bárbara destrucción que transmite ideas falsas sobre esa religión», dijo.

Actualmente, sólo Pakistán, Emiratos Arabes Unidos y Arabia Saudita mantienen relaciones diplomáticas con el gobierno de Afganistán.

Aunque el movimiento Talibán controla más de 90 por ciento del territorio afgano, no tiene representación en la Asamblea General de la ONU, y en su lugar está un representante del expulsado gobierno de Burhanuddin Rabani.

Afganistán no sólo ha sufrido las consecuencias de un prolongado conflicto militar y una grave sequía, sino también de la pobreza y las duras restricciones impuestas por el régimen extremista a la población, en especial a las mujeres.

Las sanciones, impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU en noviembre de 1999, establecieron una prohibición de todos los vuelos internacionales de la aerolínea afgana Ariana y el congelamiento de todas las cuentas bancarias del régimen Talibán.

El objetivo del embargo era persuadir al gobierno afgano de entregar a Osama bin Laden, un saudí acusado por Estados Unidos de la autoría intelectual de los atentados con bomba contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania en 1998, y contra instalaciones militares en Arabia Saudita en 1995 y 1996.

El Consejo de Seguridad de la ONU impuso el pasado diciembre sanciones adicionales a Afganistán pese a las objeciones de Annan. Los únicos países que se abstuvieron en la votación fueron China y Malasia. (FIN/IPS/tra-en/td/da/mlm/ip-dv/01

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