PERU: Los movimientos políticos indígenas toman la palabra

En Ecuador, Bolivia y Chile, las organizaciones indígenas se movilizan en demanda de reivindicaciones sociales y étnicas y se enfrentan a la policía, mientras en Perú discuten la posición a asumir en la actual coyuntura electoral.

Los dirigentes de la Conferencia Permanente de Pueblos Indígenas (COPIP) anunciaron la próxima reunión de su Conferencia Permanente, que se realizará después de las elecciones generales del 8 de abril del presente año.

El anuncio fue hecho el día 7, después de participar en una marcha de solidaridad y homenaje con sus hermanos de Ecuador, que concluyó frente a la embajada de ese país en Lima.

«EL movimiento de Ecuador lleva el liderazgo por su gran capacidad de acción política y porque ha sabido aliarse con otros sectores populares, pero no es el único, también hay movilización indígena en otros países sudamericanos», sostuvo Tarcila Rivera, de la organización «Chirapaq» ( «despertar», en quechua).

Frente a la coyuntura electoral peruana, Rivera indicó que debido a las discrepancias tácticas de las diferentes organizaciones indígenas, decidieron dejar en libertad a cada una de ellas para que adopte la decisión que considere conveniente.

Algunos dirigentes de organizaciones indígenas de la Amazonia peruana se han comprometido con los partidos que les ofrecieron lugar en sus listas de candidatos parlamentarios, informó.

En Ayacucho, un departamento de la sierra surcentral que fue principal escenario de la insurgencia guerrillera de Sendero Luminoso entre 1980 y 1995, una de las listas tiene una composición prioritariamente indígena.

Pero algunos dirigentes, entre los que se cuenta Rivera, se oponen a participar con banderas étnicas en la próximas elecciones.

«Es necesario discutir primero, para perfilar una identidad que englobe a los 64 grupos étnicos indígenas que existen en Perú, para tener una propuesta propia, sólo así podremos incorporar nuestras demandas a un plan de desarrollo de toda la sociedad peruana, sin ser absorbidos por los partidos», afirmó.

Perú, con 25 millones de habitantes, es un país predominantemente mestizo, pero es difícil precisar las fronteras entre la población indígena y la mestiza, y se calcula que unos tres millones de personas, en valles y cordilleras andinas y en la selva amazónica, son cultural y étnicamente indios puros.

En su mayor parte son bilingües, aunque muchas mujeres ancianas prácticamente no entienden castellano.

Rivera fue dirigente del desaparecido Consejo Indio de Perú, que en los años 90 discutió la articulación de una alternativa electoral étnica, lo que habría sido uno de los factores de la virtual disolución del Consejo, que quedó como filial nacional del también adormecido Consejo Indio de Sud América.

«Hay diferentes niveles de desarrollo político y organizativo entre las organizaciones indígenas de Perú, por ejemplo, las comunidades selvícolas parecen más avanzadas y definidas en sus proyectos políticos», comentó al respecto Salvador Palomino, ex editor de la desaparecida revista mensual Pueblo Indio.

«Pero el mundo quechua, la comunidad indígena más importante y mayoritaria de nuestro país, pues comprende casi el 80 de la población india peruana, es donde debe darse la maduración y desarrollo político dentro del marco de la indianidad», agregó.

Mauricio Mulder, del socialdemócrata partido Aprista, consideró que «una suerte de indigenismo al estilo de los años 20 del siglo pasado recobra fuerza en algunos países».

«Eclipsada la confrontación ideológica entre las distintas utopías socialistas y la economía de mercado que caracterizó a casi todo el siglo pasado, en varios países latinoamericanos la cuestión étnica parece plantearse como un futuro nuevo eje de contradicción social y política», afirmó Mulder.

Esta interpretación coincide con un estudio elaborado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y presentado a las autoridades norteamericanas con carácter de análisis predictivo, según un informe publicado en diciembre por el diario mexicano La Jornada.

«Los movimientos indígenas de resistencia en América Latina serán uno de los principales desafíos a los gobiernos nacionales en los próximos 15 años», dice el informe atribuido a la CIA.

El análisis toma en cuenta la experiencia zapatista mexicana y la actuación de las fuerzas políticas indígenas ecuatorianas, que fueron decisivas en el derrocamiento del ex presidente Jamil Mahuad en enero de 2000.

En los últimos días, el movimiento indígena volvió a demostrar que es la principal y más combativa fuerza social organizada en Ecuador y, tras casi dos semanas de marchas, cierre de carreteras y enfrentamientos con la policía obligó al presidente Gustavo Noboa a aceptar muchas de sus demandas.

Pero Ecuador no es el único escenario de las movilizaciones indígenas. En Bolivia, aumentó en importancia política de los campesinos productores de coca de la central región del Chapare, en la medida en que asumió perfiles étnicos y ha obligado al gobierno a negociar con ellos.

En el sur de Chile, los indígenas mapuches reanudaron en noviembre un proceso de recuperación de sus tierras ancestrales, desalojando por la fuerza a los propietarios legales, a quienes acusan de usurpadores.

Aucán Huilcaman, líder del Consejo de Todas las Tierras, una de las organizaciones que realizan las invasiones, sostiene que el «estado de derecho margina al pueblo Mapuche, que fue sometido y despojado a sangre y fuego por los conquistadores durante la Colonia española».

Los indígenas chilenos no sólo reinvidican las tierras que les fueron usurpadas durante la Colonia, sino que también pretenden recuperar aquellas que fueron vendidas cuando la dictadura del general Augusto Pinochet anuló en 1981 las propiedades comunitarias mapuches. (FIN/IPS/al/ag/ip pr/01

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