ESTADOS UNIDOS-ASIA: Nubarrones no inquietan a Bush

Las relaciones de Estados Unidos con China, Corea del Norte y Japón pasan por momentos delicados, pero el gobierno de George W. Bush aún no definió su política hacia la región.

Washington sufrió un golpe inesperado en sus relaciones con Japón, su aliado más fuerte en Asia, cuando un submarino estadounidense chocó por accidente con un pesquero japonés y causó su hundimiento frente a Hawai este mes.

Mientras, Corea del Norte amenazó esta semana con cancelar la suspensión de sus ensayos de misiles de largo alcance adoptada hace un año, una posibilidad que los funcionarios de Estados Unidos creían lejana.

A la vez, Washington aún no decidió qué actitud adoptar hacia China, mientras moderados y radicales del oficialista partido Republicano se disputan puestos en el gobierno que serán decisivos al respecto.

El equipo de Bush exhibe profundas discrepancias sobre las relaciones con China. En los próximos meses el gobierno deberá decidir si venderá armas avanzadas a Taiwan y también persuadir a Beijing de que un sistema antimisilístico que Estados Unidos pretende instalar no estará dirigido contra China.

Todo indica que los funcionarios designados por Bush en cargos importantes no continuarán la política de «sociedad estratégica» que mantenía el gobierno de Bill Clinton con China.

Por el contrario, los titulares de altos cargos en el Pentágono (Departamento de Defensa) y en el entorno del vicepresidente Dick Cheney —considerado el «primer ministro» de Bush— apoyan una política más severa hacia China y Corea del Norte.

Entre ellos está I. Lewis «Scooter» Libby, director de personal de Cheney, y Paul Wolfowitz, subsecretario de Defensa junto al Secretario Donald Rumsfeld, quien apoya el sistema antimisilístico.

Tanto Libby como Wolfowitz firmaron declaraciones de la derechista Fundación Heritage pidiendo a Washington que brinde a Taiwan los medios para defenderse contra un posible ataque chino, incluso con defensa antimisiles.

Rumsfeld también designó a Andrew Marshall, autor del polémico estudio «Asia 2025», para encargarse de un análisis de las necesidades futuras que tendrá Estados Unidos en materia de defensa.

El argumento de Marshall, manifestado incluso antes de la caída de la Unión Soviética, sostiene que los conflictos en Asia, y sobre todo con China, representan la mayor amenaza a largo plazo de la seguridad estadounidense.

En Asia 2025 dijo que Beijing es un «competidor persistente de Estados Unidos».

Hasta en el Departamento de Estado (cancillería), considerado albergue tradicional de los elementos moderados del gobierno, dos de los designados parecen problemáticos para Corea del Norte y China.

El secretario de Estado (canciller) Colin Powell eligió a Richard Armitage como subsecretario, mientras el radical John Bolton fue designado subsecretario de Control de Armas y Asuntos de Seguridad Internacional.

Ambos firmaron las declaraciones de Heritage sobre Taiwan, y Bolton integra el «Equipo Azul», un grupo de colaboradores del Congreso, investigadores y representantes de grupos de presión que consideran hostil a China y peligrosa e ingenua la política de cooperación de Clinton.

Hasta el momento, Bush no ha demostrado interés especial en la región y se concentró en las relaciones más cercanas de Washington, algo que su gobierno llamó «diplomacia concéntrica».

En ese sentido, el primer líder extranjero recibido por Bush en la Casa Blanca fue el primer ministro canadiense Jean Chretien, y la primera visita de Bush al extranjero fue a México, donde se reunió con el presidente Vicente Fox.

El viernes último se reunió en Washington con el primer ministro británico Tony Blair, y las visitas de otros líderes de América Latina y Europa están previstas para las próximas seis semanas.

Pero en las circunstancias actuales, los observadores se preguntan hasta qué punto podrá Bush aplazar la cuestión de Asia.

El hundimiento del pesquero Ehime Maru, que causó la muerte de nueve pescadores, tuvo lugar mientras cada vez más japoneses cuestionan la utilidad del tratado de seguridad conjunta que habilita la presencia de 47.000 soldados estadounidenses en Okinawa.

Los desmanes de algunos de esos soldados cometidos contra mujeres de Okinawa provocaron el reclamo de que Washington reduzca sus fuerzas en Japón.

Así mismo, el resentimiento contra Estados Unidos recrudeció debido a la presión constante de Washington para que Japón asuma una mayor responsabilidad en el apoyo militar a las misiones estadounidenses en el Pacífico.

Armitage, que considera la alianza militar entre Washington y Tokio la base de la posición estratégica de Estados Unidos en Asia, encabezó una comisión de especialistas de defensa que el año pasado redactó un informe pidiendo a Japón que fuera un «socio más igualitario de la alianza» militar.

En el caso de Corea del Norte, los republicanos pretenden una política más dura contra Pyongyang, incluso a riesgo de hacer colapsar la política de apertura del presidente sudcoreano Kim Dae Jung.

Kim teme que el desinterés de Bush por continuar las negociaciones con el Norte para cesar el proyecto misilístico de Pyongyang socave el progreso realizado en ese sentido por el gobierno de Clinton y enfríe el acercamiento entre las dos Corea, que en junio produjo la primera cumbre presidencial entre ambas.

Por eso Kim pretende reunirse con Bush en Washington a principios de marzo, para convencerlo de continuar la cooperación con Corea del Norte.

Aunque altos funcionarios de Bush declararon públicamente que apoyan la política de Kim, en privado muestran mayor escepticismo y señalan que no quieren recompensar al Norte con ayuda a cambio de la suspensión del proyecto misilístico.

En consecuencia, Kim Jong Il podría decidir la continuación de los ensayos misilísticos, un paso que seguramente provocaría una nueva crisis con Washington.

China también advierte que las relaciones con Estados Unidos se resentirán si Washington proporciona a Taiwan barcos de guerra avanzados y otras armas que la isla ha solicitado.

En las últimas semanas, Beijing envió a altos funcionarios a Washington para plantear su caso. Al parecer, el gobierno de Bush no estaría dispuesto a venderle a Taiwan todo lo que éste pretende.

Esta semana, el Departamento de Estado le negó la visa al almirante en jefe de Taiwan para viajar a Washington antes de que Estados Unidos decida en abril sobre la venta. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq/ip/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe