ENERGIA-EEUU: Políticos y petroleros trazan estrategia hasta 2020

Dirigentes de los dos grandes partidos estadounidenses y ejecutivos de las mayores compañías petroleras afirmaron que la creciente demanda de energía en Asia puede causar guerras y afectar los intereses de Washington en los próximos 20 años.

Esas advertencias constan en el informe «La geopolítica de la energía en el siglo XXI», del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), uno de los principales grupos de estudio sobre política exterior de Washington, apoyado por las grandes corporaciones, en especial petroleras y contratistas militares.

Es posible que la disputa por fuentes de energía sea motivo de guerras en Asia, y que el aumento de la dependencia china del petróleo de Medio Oriente conduzca a Beijing a pactos militares regionales, lo cual «sería preocupante para Washington y sus aliados», se indicó en el informe de tres volúmenes, divulgado esta semana.

Estados Unidos depende en forma creciente de la importación de recursos energéticos, y eso hace que el país sea vulnerable a cualquier alteración importante del abastecimiento o la demanda de energía en el mundo, señalaron los autores del estudio, cuya elaboración llevó tres años.

Por lo tanto, Washington debería evitar el uso de sanciones unilaterales contra proveedores clave de petróleo, como las que aplica en la actualidad contra Irán, Iraq y Libia, opinaron.

También debe cesar la oposición estadounidense a la construcción de un oleoducto desde la región del Mar Caspio y Asia Central hacia Rusia e Iraq, y es necesario que Washington promueva la inversión en países ricos en recursos energéticos, señalaron.

La integración regional entre exportadores e importadores de recursos energéticos, mediante redes de transmisión de elecricidad u oleoductos, puede ser la base de nuevas alineaciones políticas que ayuden a mantener relaciones estables entre bloques clave del mercado de la energía, explicaron.

Esa integración puede determinar el establecimiento de vínculos más estrechos de Rusia, gran productora de energía, con la Unión Europea (UE) y China, de Asia Central con China y de Bangladesh con India, apuntaron.

En los próximos 20 años aumentará la importancia del petróleo de Medio Oriente para el abastecimiento mundial de energía, y eso exigirá que Washington mantenga fuerte presencia militar en el Golfo y en puntos clave para el tránsito de buques petroleros entre esa región y los mercados asiáticos, advirtieron.

El escenario geopolítico vinculado con la energía creará en los próximos años «oportunidades para la cooperación y la tensión entre exportadores e importadores», pronosticaron.

El informe expresa el común denominador de diversos grupos de interés que cuentan con influencia en el equipo de gobierno del nuevo presidente estadounidense, George W. Bush.

Algunos han definido a ese equipo de gobierno como una «petroligarquía», por los vínculos históricos con la industria petrolera de Bush, del vicepresidente Dick Cheney y de la consejera de Seguridad Condoleeza Rice.

La comisión que redactó el informe fue presidida por dos dirigentes del gobernante Partido Republicano y dos del opositor Partido Demócrata.

Los demócratas fueron el senador Joe Lieberman, candidato a la vicepresidencia en las elecciones de noviembre, y el ex senador Sam Nunn, ambos integrantes del ala conservadora de su partido.

Los republicanos fueron James Schlesinger, secretario de Defensa y de Energía de anteriores gobiernos de su partido, y el senador Frank Murkowski, firma partidario de que Estados Unidos explote yacimientos petroleros en la Reserva Nacional de Vida Salvaje del Artico, en el estado noroccidental de Alaska.

La explotación de esa reserva es una de las prioridades de Bush, con el propósito de reducir la dependencia estadounidense del crudo extranjero y vender petróleo extraído en Alaska al necesitado Japón.

Otros integrantes de la comisión fueron funcionarios gubernamentales con importantes responsabilidades en el área de la energía, y ejecutivos de las principales firmas petroleras, entre ellas Aramco Services, Arco, British Petroleum, Exxon Mobil, Halliburton, Shell y Texaco.

Los autores previeron que la demanda mundial de energía aumentará más de 50 por ciento en los próximos 20 años, y que la mayor parte del incremento provendrá de países en desarrollo, en especial asiáticos.

Las naciones exportadoras deberán aumentar su oferta para responder a esa demanda creciente, afirmaron.

«El dato central de la geopolítica energética en el período 2000-2020 será la satisfacción de la demanda con los mismos recursos existentes a fines del siglo XX, combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón», aseguraron.

Esos recursos representaron 86 por ciento del total disponible en 2000, y representarán 88 por ciento en 2020. La principal diferencia será un aumento relativo del uso de gas natural, predijeron.

Es imposible que la energía nuclear y las fuentes energéticas renovables lleguen a aumentar en 2020 su actual participación en la oferta mundial de energía, enfatizaron.

Sin embargo, las nacines industrializadas deben proveer tecnologías energéticas más limpias y eficientes a los países en desarrollo, para reducir su consumo de recursos y su emisión de gases que producen el efecto invernadero y contribuyen al recalentamiento del planeta, apuntaron.

Las reservas de petróleo y gas son suficientes para satisfacer la demanda hasta bastante después de 2020, pero será crucial garantizar un abastecimiento seguro y sin interrupciones, subrayaron.

Eso no será fácil, porque casi todos los países exportadores de petróleo, y en especial los del Golfo, Africa y América Latina, «tienen características que podrían hacerlos vulnerables a situaciones de inestabilidad política interna, capaces de causar disminución de su producción petrolera», alertaron.

Estados Unidos puede y debe patrullar las rutas marítimas para asegurar el abastecimiento de petróleo, con apoyo económico de Europa y Asia, y será preciso lograr nuevos pactos internacionales para proteger los oleoductos y las redes de transmisión de electricidad, aseveraron.

La cooperación entre gobiernos y agentes privados debe reducir al mímimo la vulnerabilidad de esa infraestructura al sabotaje o los ataques terroristas, en especial en Arabia Saudita y el resto del Golfo, donde se registra la mayor extracción de crudo, aconsejaron.

La participación en el mercado petrolero mundial de países de la ex Unión Soviética fue nueve por ciento en 2000, y es probable que llegue a 12 por ciento en 2020, pero ese aumento no será la clave de la satisfacción de la creciente demanda mundial, pronosticaron.

El aporte del Golfo a la producción mundial deberá aumentar casi 80 por ciento en los próximos 20 años, para compensar el descenso relativo de la producción en América del Norte y Europa, señalaron.

Eso implica que aumenten su producción Irán e Iraq, a cuyas exportaciones de petróleo Washington impone en la actualidad importantes restricciones. Los embargos contra esos países y contra Libia deben cesar si las firmas estadounidenses desean participar en la expansión del mercado mundial, explicaron.

Europa y Asia se mantendrán como mayores consumidores de petróleo del Golfo, y las necesidades europeas de gas natural serán cubiertas en su mayor parte por Rusia, lo cual creará relaciones de «preocupante dependencia», advirtieron. (FIN/IPS/tra- eng/jl/ego/mp/en if ip/01)

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