EEUU-NACIONES UNIDAS: Relaciones en decadencia

La visión negativa del gobernante Partido Republicano sobre la ONU podría ser la razón de que, casi un mes después de instalada la administración de George W. Bush, Estados Unidos aún no haya designado un nuevo embajador ante el foro mundial.

«No creo que los republicanos tengan mucha fe en la ONU» (Organización de las Naciones Unidas), manifestó a IPS un diplomático de un país en desarrollo.

«Las señales ya son visibles», dijo, en referencia a la ausencia de un nuevo embajador estadounidense desde la partida de Richard Holbrooke, en enero.

El cargo, que tenía rango de gabinete bajo el anterior gobierno de Bill Clinton, también será degradado, de modo que el embajador ante la ONU será otro diplomático más al frente de una misión de Estados Unidos, sólo que en Nueva York.

Madeleine Albright no sólo tuvo rango de ministra cuando fue embajadora ante el foro mundial (1993-1997) sino que terminó siendo secretaria de Estado (canciller) bajo la administración de Clinton.

Así mismo, su sucesor Bill Richardson se transformó en secretario de Energía al terminar su misión ante la ONU (1997- 1998).

El rango de embajador ante la ONU ha aumentado y disminuido a través de los años. En 1961, Adlai Stevenson tuvo rango de ministro, pero en 1989 Thomas Pickering no lo tuvo.

Al menos dos potenciales candidatos para el cargo, el ex congresista Lee Hamilton y la ex precandidata a la presidencia Elizabeth Dole, habrían rechazado la propuesta porque no tendrían rango de ministros bajo la administración de Bush.

Interrogado sobre el mensaje que implica para la ONU la demora en el nombramiento de un embajador, el secretario de Estado Colin Powell dijo a la prensa el miércoles que «no debería causar ninguna preocupación» al foro mundial.

«Toma algún tiempo encontrar gente para los cargos… Todavía soy el único funcionario nuevo del Departamento de Estado, y aunque estoy rodeado de estupendos colegas en lo profesional, aún me siento algo solo», declaró Powell en su primera visita oficial a la sede de la ONU, en Nueva York.

Powell aseguró al secretario general de la ONU, Kofi Annan, que el proceso del nombramiento está en curso, y que «en un futuro no muy distante» se designará un nuevo embajador estadounidense.

Una de las razones de la demora podría ser la visión que el gobernante Partido Republicano tiene de la organización mundial.

Los republicanos consideran que la ONU no sólo es una institución con demasiados funcionarios, mal administrada y necesitada de una reforma radical, sino que ya casi dejó de ser útil.

Holbrooke declaró que la administración de Bush tiene tres opciones en relación con la ONU.

En primer lugar, puede dejarla como está y dejar que su propia debilidad termine del todo con su eficiencia.

Segundo, puede abandonar a la ONU y ceder a la presión de los republicanos de extrema derecha, que pretenden destruir al foro mundial.

O tercero, puede considerar que la ONU tiene fallas pero aún es indispensable para los intereses de Estados Unidos, y entonces tratar de hacerla más eficiente.

Tras una reunión a puertas cerradas con Annan, Powell expresó públicamente el apoyo de su gobierno a la ONU.

«Esta tarde tuve la oportunidad de expresarle al secretario general el fuerte respaldo del presidente (Bush) a la tarea de las Naciones Unidas», declaró el canciller.

«Esperamos poder trabajar estrechamente con el secretario general y otros colegas de la ONU (de otros países miembros) para tratar de solucionar diversos problemas mundiales de la actualidad», agregó.

Tras un prolongado debate, Washington logró que la Asamblea General de la ONU redujera el pasado diciembre la contribución de Estados Unidos al foro mundial de 25 a 22 por ciento del presupuesto regular.

La campaña por la reducción fue encabezada por Holbrooke durante las últimas semanas de su mandato.

Powell manifestó su complacencia por «la eliminación de ese factor de irritación en las relaciones entre Estados Unidos y la ONU», y elogió a Holbrooke y su equipo por «el estupendo trabajo que realizaron».

La reducción de los aportes fue una de las condiciones impuestas el año pasado por el Congreso, de mayoría republicana, para el pago de las contribuciones atrasadas de Estados Unidos a la ONU.

El Senado liberó la semana pasada 600 millones de dólares en aportes atrasados, pero todavía quedan pendientes otros 500 millones. (FIN/IPS/tra-en/td/da/mlm/ip/01

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