Martín Castro Rocchi logró conocer la identidad de sus padres biológicos, desaparecidos en la última dictadura de Argentina (1976-1983), y reunirse con sus familiares sobrevivientes.
Castro Rocchi relató el viernes el camino que debió recorrer en Córdoba, Argentina, acompañado de Estela Carlotto, presidenta de la organización Abuelas de Plaza de Mayo. Su tío, Fermín Castro, y Luis Pérez Lleira, de la Confederación Sindical Gallega, lo hicieron en Santiago de Compostela, España.
Este joven de 26 años logró saber quiénes eran sus padres biológicos, aún desaparecidos, con el apoyo de sus padres adoptivos, de organizaciones sindicales y de derechos humanos, y tras la realización de pruebas genéticas que lo vinculan con los familiares que sobrevivieron al régimen.
Así, al cabo de dos decenios de búsqueda, el joven confirmó que es hijo de Rubén Castro e Isolina Rocchi.
«Este es otro triunfo contra la impunidad, posible gracias al apoyo de organizaciones sociales y a la repercusión mundial de los juicios contra las dictaduras», dijo este viernes a IPS el abogado argentino Carlos Slepoy, que dirige la acusación contra el régimen cuyo sumario instruye el juez Baltasar Garzón.
Rubén Castro e Isolina Rocchi, militantes de izquierda, no inscribieron a Martín en el registro oficial cuando nació por motivos de seguridad, dijo a IPS Pérez Lleira, gallego de nacimiento trasladado a Argentina cuando era niño, quien retornó a España tras el golpe de Estado de 1976.
En mayo de 1977, el matrimonio Castro-Rocchi llevó a su hijo a la casa de unos compañeros suyos para festejar el cumpleaños de otro niño, explicó Pérez Lleira, quien preside la Fundación contra la Impunidad.
Al desatarse una lluvia torrencial resolvieron dejar a Martín durmiendo en esa casa, para regresar por él al día siguiente. Esa misma noche fueron secuestrados por fuerzas de la dictadura y nunca más aparecieron.
Una pareja en cuyas manos quedó el niño, desapareció tiempo después, pero antes pudo entregarlo en Córdoba a otro matrimonio, el de Hebe de Pascuale y Marcos Mayta, que se convirtieron en sus padres adoptivos.
Estos siempre le dijeron a Martín que sus padres biológicos no lo habían abandonado, hablaron con él sobre la desaparición de sus padres y lo ayudaron a buscar la verdad, señaló Pérez Lleira. Uno de los pocos datos que conocían del niño es que tenía familiares en España.
Hebe de Pascuale, incluso, viajó a este país, se vinculó con organizaciones humanitarias e investigó en los servicios consulares, pero sin éxito. La desaparición de la pareja que les había entregado al niño dificultaba la búsqueda.
Por esa época, la Fundación contra la Impunidad junto con la Asociación Argentina pro Derechos Humanos, que presidía Slepoy, organizaba actos de denuncia de las desapariciones en Argentina.
Un integrante de la Confederación Sindical Gallega, Fermín Castro, denunció entonces que su hermano Rubén, su esposa y su hijo Martín habían desaparecido en Argentina y que creía que los tres estaban muertos, recordó Pérez Lleira.
El sindicalista sabía que los represores conservaban, en muchos casos, a los hijos de los desaparecidos en su poder o que los daban a terceros, por lo que le sugirió a Fermín Castro que le llevara una foto de su hermano y todos los datos que tuviera para intentar una búsqueda.
El equipo de la Fundación encontró información acerca del matrimonio Castro-Rocchi en una base de datos sobre desaparecidos. Entonces informaron a las Abuelas de Plaza de Mayo lo poco que sabían: que se apellidaban Castro y eran conocidos como «La Gorda» y «Bigotes».
Las Abuelas contrastaron la información que les llegó de Galicia con la que tenían en sus bases de datos, tuvieron la sensación de haber encontrado una pista decisiva. Entonces, propusieron que Martín viajase a Galicia.
Al encontrarse allí con su familia biológica, se comprobó el parecido físico y, ya convencidos de que eran parientes, solicitaron los exámenes de ADN.
Estos exámenes, realizados por equipos vinculados a Abuelas y otros de la Fundación en Galicia, comprobaron en un 99,98 por ciento la relación de padres a hijo de Martín con sus progenitores. «Por fin me reencontré con tantas cosas que había perdido», afirmó Martín.
En todo esto, junto con la honestidad de los padres adoptivos de Martín, hay que destacar el valor del trabajo de las Abuelas y la contribución de la Intersindical Gallega, señaló Slepoy. (FIN/IPS/td/mj/hd/01