(Arte y Cultura) CINE-NEPAL: Producción nacional desplaza a Bollywood

El público de Nepal, aficionado tradicionalmente al cine de India, se vuelve hacia las películas de producción nacional a medida que la industria fílmica sintoniza con sus gustos.

«Este es el comienzo del mejor período del cine de Nepal», afirmó el realizador Tulsi Ghimiray, a la vista del éxito de «Darpan Chhaya» (Sombra en el Espejo), la primera película nepalí que ha logrado permanecer simultáneamente en cartelera en ocho salas del área metropolitana de Katmandú.

«Gracias a vuestra energía, la industria de cine está logrando superarse», agradeció Ghimiray al público agolpado frente a una de las salas en que se exhibe Darpan Chhaya. «Vuestro aprecio indica nuestro suceso. Espero que sigan eligiendo nuestras películas. Si les fallamos, tienen todo el derecho a criticarnos».

Tras una serie de fracasos, Ghimiray, un veterano cineasta, puso en juego su reputación, su capacidad profesional y su dinero en Darpan Chhaya. Su éxito fue una buena noticia para «Kollywood», como se autodenomina la industria de cine de Nepal.

En India, el apelativo es Bollywood, un híbrido entre Hollywood y Bombay, la ciudad sede de la prolífica industria cinematográfica local.

Las fotos de las estrellas de cine aparecen en las aldeas más remotas de Nepal, un pequeño país del Himalaya de 22 millones de habitantes, junto a las de familiares y a las imágenes de los dioses. Pero esa admiración se reservaba hasta hace muy poco a los actores de Bollywood.

Ahora, los astros del cine nepalí logran también un sitio en las casas de familia, mientras que el entusiasmo por los filmes de India deriva lentamente hacia las producciones locales.

La demanda por películas en lengua hindi cede en todo el país y sólo mantiene su antiguo vigor en la meridional región de Terai, donde el nepalí no es el idioma dominante. Setenta por ciento del mercado pertenece al cine de producción nacional.

Los actores nepalíes realizan turnos dobles como sus colegas de Bollywood. El salario de los principales intérpretes, ya sean hombres o mujeres, se duplicó en los últimos dos años, y los técnicos reciben el ofrecimiento de nuevos proyectos en medio de un rodaje.

La tecnología redujo los costos de producción. El director Narayan Puri edita y realiza el montaje de sus filmes en la computadora en la mitad del tiempo que antes empleaba. Uno de los principales factores de ese auge es la decisión gubernamental de exonerar de impuestos las películas nacionales.

La Asociación Cinematográfica de Nepal intenta obtener del gobierno el reconocimiento de la industria fílmica como una actividad productiva, en lugar de englobarla en el sector de servicios.

Lograr ese objetivo significaría para las empresas productoras concesiones arancelarias para la importación de materias primas y equipos.

Hace seis años, 148 salas de cine en el país exhibían 20 películas nepalíes, frente a 124 de Bollywood. Pero en 2000 fueron exhibidos unos 40 filmes de producción local en 336 salas, y sólo 80 originarios de India.

Narayan Puri, uno de los cineastas más jóvenes y prolíficos de Nepal, atribuye también la creciente popularidad del cine nacional a un sentimiento de «orgullo patriótico».

El filme «Aago» (Fuego), de Puri, sobre la guerrilla maoísta surgida en 1996, fue secuestrado durante un año por la censura. Cuando se exhibió en octubre en Katmandú fue un acontecimiento de taquilla y se exhibe ahora en el interior del país. Previsiblemente, los 50.000 dólares de invertidos en su producción rendirán 200.000.

Darpan Chhaya, un simple relato acerca de un grupo de estudiantes, hace llorar a los espectadores, y se impone pese a que su director, Ghimiray, no recurre a escenas de violencia, sexo sugestivo e histrionismo melodramático como los noveles realizadores de los años 90.

Producida con el modesto presupuesto de 54.000 dólares, Darpan Chhaya ya ha recuperado 68.000 dólares y se cree que recaudará más de 100.000. El costo promedio de un filme oscila entre 45.000 y 55.000 dólares.

Ghimiray atribuyó el ímpetu del cine nacional al retorno masivo a las salas de los espectadores de clase media, que las habían abandonado luego de que un puñado de realizaciones nacionales pretendieron imitar a las producciones de Bollywood y acabaron en el fracaso.

La industria nacional ha recorrido un largo trayecto desde su primera película, «Aama», de mediados de los años 60 y producida por el Ministerio de Comunicaciones. Hoy, es fuente de empleo de más de 10.000 personas. (FIN/IPS/trad-eng/rl/mu/ego-ff/cr/01

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