AGRICULTURA-ARGENTINA: Carne vacuna espera mejores oportunidades

La psicosis desatada en Europa por el mal de las vacas locas redujo de inmediato el consumo y los precios, pero ganaderos y exportadores de Argentina confían en que a mediano plazo los mercados apuntarán a este país en busca de carne segura.

Al menos 100 países se encuentran amenazados por la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), según un informe difundido este mes por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), según el cual Argentina figura entre los cinco países de menor riesgo.

A diferencia de Europa, en Argentina el ganado vacuno se alimenta de pastos naturales, una característica que colocó a este país como primer exportador mundial entre 1900 y 1970, para descender entonces al cuarto lugar, cuando comenzó la competencia con Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos.

Australia y Nueva Zelanda también fueron ubicados por la FAO entre los países de «menor riesgo», así como Chile, Noruega y Paraguay, aunque no son fuertes exportadores de carne vacuna.

La cautela de productores y de exportadores contrasta con la euforia de representantes gubernamentales, que en enero consideraban que la irrupción de la enfermedad constituía una oportunidad para las exportaciones argentinas.

El gobierno optó por cerrar la importación de alimentos europeos considerados de riesgo alto y medio, y advirtió que controlará exhaustivamente a los de riesgo bajo. Pero en materia de exportaciones, las consecuencias de este problema son difíciles de pronosticar.

«Al principio, el impacto es negativo porque el consumidor desconfía y deja de comprar, pero cuando pase la confusión va a buscar la carne con más prestigio y tendremos una oportunidad», dijo a IPS Marcelo Filder, secretario ejecutivo de la Sociedad Rural Argentina, que nuclea a los grandes productores.

Filder recordó la experiencia de 1997, cuando Gran Bretaña admitió que la ingestión de carne procedente de reses enfermas de BSE producía en los humanos el mal de Creutzfeldt-Jakob, que es mortal.

Entonces ocurrió lo mismo: el consumo bajó, los precios también, y luego comenzó una recuperación que permitió a Argentina ganar nuevos clientes.

Por eso los anuncios de la Unión Europea de que se incinerarían animales equivalentes a unas 800.000 toneladas de carne vacuna no es causa de júbilo en Argentina, que hace un año goza de la certificación de país libre de aftosa sin vacunación.

La crisis desatada por la EEB, una enfermedad que ataca a las células del sistema nervioso de los bovinos, provocó una caída de la tonelada de carne de la cuota Hilton (cortes de alta calidad y precio) de casi 9.000 dólares a 5.000, y luego hubo una recuperación que la llevó a poco más de 6.000 dólares.

Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina, dijo a IPS que el efecto de corto plazo es negativo, pero advirtió que a largo plazo no se trata sólo de esperar pasivamente a que los clientes lleguen en busca de la carne argentina, como sostuvo Filder.

«Un efecto positivo de largo plazo sólo puede conseguirse si se clarifican las bondades de la carne argentina, si se logra segmentar el mercado mundial entre países 'confiables' y 'no confiables', pero eso lleva tiempo y requiere de estrategia y presupuesto», aseguró.

«La exportación no es como el mercado financiero. Cuando se trata de colocar bienes en otros mercados, todo ocurre seis meses después, y ocurre como resultado de una planificación, una estrategia», explicó.

Argentina tiene mucho por hacer para promocionar con más fuerza sus productos, dijo Mantill. En este sentido, subrayó que la creación de un Instituto de Promoción de Carnes aún está en el papel y no consideró una buena idea los llamados «embajadores de la carne», que son deportistas y artistas famosos.

«Si nosotros mostramos a Gabriela Sabatini como una tenista argentina que fue número uno del mundo porque comió carne, los europeos pueden mostrarnos que ellos tienen sus propios tenistas de primera línea, y lo mismo ocurre con las modelos o los artistas», criticó Mantilla.

En su opinión, el debate no es de «figuras» sino de nutricionistas, sanitaristas, dietistas, consumidores y médicos. «Este es un asunto de salud y de medidas sanitarias de control que sean serias y creíbles, con auditorías reconocidas y certificados confiables», añadió.

En definitiva, Mantilla consideró que el mal de las vacas locas representa «un hecho nuevo, que permite desarrollar una nueva estrategia cuyo éxito dependerá de los consumidores y de la forma en que quede segmentado el mercado internacional». (FIN/IPS/mv/ag- mj/dv if/01

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