TRANSPORTE: Rusia sueña con ser puente entre continentes

Rusia abrirá sus cielos oficialmente este jueves para los vuelos comerciales transpolares, en el marco de un plan para convertirse en eje del transporte transcontinental y obtener así nuevos fondos que alivien su maltrecha economía.

Tras un programa de prueba de más de dos años, se comprobó una creciente demanda de las rutas transpolares, dijo a IPS Sergei Feskutov, subdirector de relaciones internacionales del Servicio Estatal de Aviación Civil, tras realizar el anuncio.

Se prevé que las nuevas rutas transpolares brindarán una alternativa a las actuales rutas transpacíficas y reducirán así varias horas de vuelo a los frecuentes viajes entre Asia oriental y América del Norte, ahorrando miles de dólares por vuelo a las aerolíneas.

El primer vuelo de prueba desde Krasnoyark, Siberia, hasta Toronto fue realizado en julio de 1998. Desde entonces, se efectuaron unos 200 vuelos, principalmente de las compañías aéreas estadounidenses Northwest Airlines y United Airlines, así como de Cathay Pacific, de Hong Kong.

Las rutas transpolares pueden servir a 30 pares de ciudades al menos, como Nueva York-Hong Kong, Atlanta-Seúl, Los Angeles- Bangkok y Vancouver-Nueva Delhi, y ahorrar entre tres y cinco horas de vuelo por viaje.

El Servicio Estatal de Aviación Civil, dependiente del Ministerio de Transporte, estimó que las rutas transpolares regulares generarán a Rusia unos 300 millones de dólares anuales en derechos de navegación durante los próximos 10 años, frente a los 150 millones actuales.

Además, la apertura del territorio aéreo ruso constituye un apartamiento de la política de la guerra fría, trágicamente representada por el derribo en 1983 del vuelo 007 de Korean Airlines, de Corea del Sur, por un avión de combate soviético sobre la isla de Sajalin, en el extremo oriental de Rusia.

Moscú también tiene en mente otros proyectos transcontinentales más tradicionales.

«En el siglo XXI, Rusia se convertirá en protagonista del mercado del transporte transcontinental», aseguró el ministro de Transportes, Sergei Frank, en declaraciones a IPS.

Rusia ha soñado por mucho tiempo con ser el puente que acerque a los continentes y de esa manera ganar nuevos fondos que alivien su dura situación económica, pero queda por ver si eso será técnicamente posible y económicamente viable.

La Ruta del Mar del Norte fue considerada por mucho tiempo como un potencial nuevo vínculo comercial entre Europa y el norte de Asia, aunque presenta grandes desafíos debido a sus condiciones climáticas extremas.

En 1987, la Unión Soviética abrió oficialmente al comercio internacional esa ruta marítima, que se extiende unos 6.000 kilómetros desde el mar de Barents en el oeste hasta el estrecho de Bering en el este, a través del Artico ruso.

La ruta todavía está en funciones, pero la carga que se transporta a través de ella está en disminución. Actualmente pasa por la ruta un millón de toneladas de carga, aunque hace seis años la cifra ascendía a seis millones.

Con respecto al transporte ferroviario, Rusia también tiene planes ambiciosos, entre ellos el de mejorar y ampliar la ruta transiberiana, la mayor vía férrea continua del mundo.

El tren transiberiano recorre casi 10.000 kilómetros entre Moscú y Vladivostok, en el extremo oriental de Rusia, en un mínimo de siete días.

Las autoridades rusas esperan transformar esa ruta en la principal entre Europa occidental y Asia oriental, pero todavía no se ha probado su viabilidad económica teniendo en cuenta el volumen del transporte transcontinental, explicó el ministro de Ferrocarriles, Nikolai Aksyonenko.

Otro ambicioso plan, propuesto por el Centro de Proyectos de Transportes Regionales, es el de la construcción de un túnel de 40 kilómetros bajo el estrecho de Bering, entre Chukotka y Alaska, a un costo de 50.000 millones de dólares.

Pero este proyecto para conectar a Siberia con América del Norte también requeriría la construcción de una vía férrea de 3.000 kilómetros para conectar a Chukotka con el sistema ferroviario ruso, y otra de 1.600 kilómetros en Alaska para conectar el túnel con el sistema ferroviario estadounidense.

Los escépticos arguyen que el costo sería excesivo, dado que el túnel se construiría en una de las áreas más remotas y arduas del planeta, y se precisarían décadas de transporte de carga para recuperar la inversión.

Sin embargo, el Centro de Proyectos de Transportes Regionales también propuso un plan de 20.000 millones de dólares para construir un puente de 40 kilómetros entre la isla de Sajalin, situada entre el mar de Ojotsk y el mar de Japón, y la isla japonesa de Hokkaido.

Ambos proyectos forman parte de una misma visión: el establecimiento de un sistema transcontinental de ferrocarriles.

Así mismo, el ministro Aksyoneko anunció en diciembre que para fin de año su ministerio iniciará la construcción de un túnel ferroviario submarino bajo el estrecho de Tatarsky, entre Rusia continental y Sajalin.

El proyecto había sido concebido e iniciado por el presidente soviético Joseph Stalin en 1950, pero tras su muerte, en 1953, había sido suspendido por considerarse económicamente inviable.

El sector del transporte ruso no genera los ingresos suficientes para autofinanciarse y precisa con urgencia nuevas inversiones en infraestructura, pero muchos de los planes del gobierno parecen utópicos, según observadores. (FIN/IPS/tra-en/sb/js/tr/01

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