R.D.CONGO: Presencia militar extranjera en funeral de Kabila

La fuerte presencia de soldados extranjeros impresionó hoy en República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire) durante el entierro del presidente Laurent Kabila, en lo que fue la mayor ceremonia fúnebre desde la independencia del país hace 40 años.

Los dolientes comenzaron a reunirse en las calles desde la madrugada y muchos tenían puestas camisetas con la imagen de Kabila.

El funeral tuvo lugar siete días después de que Kabila fuera asesinado a tiros por un guardaespalda, quien a su vez fue muerto por sus colegas. El mandatario fue trasladado a Zimbabwe donde recibió tratamiento y finalmente murió.

Las autoridades confirmaron la muerte de Kabila el jueves. Entonces no hubo manifestación popular de dolor, pero eso comenzó a cambiar el domingo cuando el féretro con el cadáver llegó a Kinshasa luego de pasar la noche en Lubumbashi, el pueblo natal del mandatario.

Miles de personas soportaron horas bajo el sol para ver el féretro blanco en el Palacio del Pueblo, el viejo edificio legislativo junto al río Congo en la capital de RDC.

El funeral comenzó con un servicio religioso de dos horas. «Valor, valor», coreaba la multitud mientras el presidente de Zimbabwe Robert Mugabe llegó al Palacio con su comitiva. También se vitoreó al presidente angoleño José Eduardo dos Santos y al de Namibia, Sam Nujoma.

Angola, Namibia y Zimbabwe apoyaron a Kabila en la guerra civil contra fuerzas insurgentes. La seguridad en la ocasión fue rigurosa, con fuerzas de Angola y Zimbabwe presentes para garantizar el orden.

Otros mandatarios presentes fueron Frederick Chiluba, de Zambia, Bakili Muluzi, de Malawi, y Omar Hassan al Bashir, de Sudán.

También asistieron representantes de Argelia, Bélgica, Benín, República Centroafricana, Chad, Congo, Gabón, Irán, Kenia, Libia, Marruecos, Nigeria, Sudáfrica y Tanzania.

La procesión se trasladó desde el Palacio del Pueblo hacia el Palacio de la Nación, donde Patrice Lumumba declaró la independencia en 1960.

Al frente de la misma estaba el hijo de Kabila, Joseph, el nuevo jefe de Estado congoleño, rodeado de soldados angoleños y namibios fuertemente armados y uniformados.

Los restos de Kabila se depositaron en un mausoleo fuera del Palacio de la Nación. Su hijo colocó una flor sobre el féretro, luego de un saludo de 21 cañonazos y el sobrevuelo de un escuadrón de aviones caza.

Joseph Kabila no habló en la ocasión. Pronto jurará como jefe de Estado y se prevé que entonces hará sus primeras declaraciones en público.

La muerte de Kabila padre sigue siendo un misterio, a pesar de la versión oficial. Algunos creen que hubo una disputa por el poder y otros que el asesinato respondió a una conspiración ideada por opositores en el contexto de la compleja guerra civil que dividió a la RDC, el tercer país africano.

Kabila llegó al poder en 1997 luego de una guerra de guerrillas de ocho meses. Muchos esperaban que trajera la democracia al país, pero el líder continuó el estilo dictatorial de su antecesor, Mobutu Sese Seko.

Los cuatro años de gobierno de Kabila no redujeron la pobreza de los 52 millones de habitantes, muchos de los cuales luchan por sobrevivir con menos de 10 dólares de ingresos por mes.

Kabila provocó el rechazo internacional al no permitir que la Organización de Naciones Unidas investigara la masacre de miles de refugiados.

La guerra civil se desató en 1998, cuando Kabila se distanció de sus aliados en Ruanda y Uganda, que le permitieron llegar al poder. Estos intentaron derrocarlo y luego apoyaron a los grupos insurgentes que ahora controlan un tercio del país.

Lo que se califica de «primera guerra mundial africana» se extendió a seis países. Burundi, Ruanda y Uganda apoyan a los insurgentes, mientras Angola, Namibia y Zimbabwe apoyan a Kinshasa.

El futuro de RDC es incierto, como lo demuestra el que la televisión haya pedido la calma de la población cuando se escucharon los 21 cañonazos en homenaje a Kabila este martes.

Se teme que el asesinato del mandatario desestabilice aun más al país. En los últimos días, al menos 200 personas fueron asesinadas en una olada de matanzas en el nordeste congoleño, próximo a la frontera con Uganda.

«Automóviles recorrieron la ciudad exhibiendo cabezas de cadáveres clavadas en palos. Fue horrible», dijo Jacques Depelchin, jerarca insurgente.

La zona en cuestión está bajo control del grupo insurgente de Jean Pierre Bemba, con el apoyo de Uganda. La lucha entre dos grupos étnicos, los lendu y los hema, comenzó hace años, pero la guerra la ha exacerbado.

Las armas y los mercenarios extranjeros inundaron la región, en busca del botín de guerra. Joseph Kabila, de 31 años, es el nuevo mandatario, pero no es popular. Muchos creen que es sólo un testaferro, mientras los colaboradores de su padre se disputan el poder.

Kabila hijo está bajo fuerte presión para poner fin a la guerra. El gobierno ha prometido reanudar las negociaciones mientras exige el retiro total de las fuerzas ruandesas y ugandesas. (FIN/IPS/tra-en/ks/mn/aq/ip/01

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