La Armada de Estados Unidos probó en la isla puertorriqueña de Vieques los proyectiles de uranio empobrecido que luego utilizara la OTAN en la guerra de Kosovo y a los cuales se atribuyen los casos de leucemia entre los soldados que manejaron el material radiactivo.
Parte de la isla de Vieques ha sido utilizada por la Armada estadounidense como campo de tiro desde 1941, zona adjunta al territorio habitado. En los últimos dos años, activistas por la paz protagonizaron una campaña sin precedentes de protestas para que los militares abandonen la isla.
Los viequenses siguieron con gran preocupación la controversia en Europa por el uso de uranio empobrecido en la guerra de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) contra Yugoslavia a mediados de 1999, que provocó leucemia a varios soldados de la alianza militar.
Recuerdan que la Armada reconoció que la mayoría de los barcos y aviones utilizados en esa guerra fueron probados previamente en Vieques.
Un estudio realizado por el Departamento de Salud de Puerto Rico señaló que la incidencia de cáncer en Vieques entre 1990 y 1994 era 26,9 por ciento superior a la del promedio puertorriqueño.
El estudio no explica cuáles son las causas de esa diferencia, pero los activistas la atribuyen a la práctica de tiro de la Armada en el territorio viequense.
Muchos creen que los casos de cáncer en Vieques aumentaron desde 1994. «Calculo que ahora la incidencia de cáncer es 52 por ciento superior al promedio de Puerto Rico», declaró el médico viequense Rafael Rivera.
«Hemos denunciado durante años la relación entre la contaminación militar y los exagerados niveles de cáncer en Vieques», declaró Nilda Medina, del Comité pro Rescate y Desarrollo de Vieques.
«Los metales pesados y otros componentes químicos de los explosivos, que son peligrosos para la salud, combinados con los proyectiles de uranio radiactivo, ponen en peligro la vida de los viequenses de hoy y del futuro».
«No hay forma de garantizar que la próxima bomba o bala de cañón no hará impacto en uno de los proyectiles de uranio, liberando en el aire partículas radiactivas que podrían trasladarse al sector civil» de la isla, agregó Medina.
El 10 de mayo de 1999 la Armada reconoció que había utilizado proyectiles con uranio empobrecido en Vieques, en respuesta a una solicitud amparada por la Ley de Libertad de Información de parte de la organización no gubernamental Proyecto Tóxicos Militares.
El comunicado oficial, firmado por B.L.Thompson, declaró que un avión de la Armada disparó sólo una vez y por error en Vieques 263 proyectiles de uranio empobrecido de bajo calibre, en febrero de 1999.
Pero el científico militar Doug Rokke, una de las autoridades mundiales en uranio degradado, cree que la versión oficial es falsa.
De visita en Puerto Rico y Vieques, Rokke dijo que no es creíble que se hayan disparado sólo 263 proyectiles, ya que el avión en cuestión, el «A-10 Warthog… puede disparar entre tres y cuatro mil balas por minuto».
Tampoco es posible que haya sido un error, ya que el Pentágono (Ministerio de Defensa de Estados Unidos) guarda un inventario riguroso de todas sus armas y municiones, aseguró.
La Comisión Nuclear Regulatoria de Estados Unidos calculó en 1991 que existen 450 toneladas de uranio empobrecido en el país, residuos que seguirán siendo radiactivos por millones de años.
Washington decidió eliminar esos residuos radiactivos vendiéndolos como municiones. El uranio empobrecido es un material ideal para las balas, ya que es 70 por ciento más denso que el plomo y es muy susceptible a la fricción.
Un impacto violento lo puede hacer alcanzar cientos de grados en centésimas de segundos, por lo cual una bala de uranio empobrecido puede perforar el blindaje de un tanque como un cuchillo atraviesa la manteca.
«Estas balas no están cubiertas con este material, sino que son uranio empobrecido puro», informó Rokke.
Cuando se dispara un proyectil de uranio empobrecido, 60 por ciento de su masa se convierte en microscópicas partículas que pueden ser trasportadas durante kilómetros por el viento, según Proyecto Tóxicos Militares.
Una sola partícula de uranio empobrecido del tamaño de una milésima de milímetro alojada en el pulmón de un ser humano emite 800 veces la cantidad de radiación considerada segura para la salud, según el gobierno estadounidense.
El uso de uranio empobrecido como munición constituye «un crimen contra Dios y la humanidad», sostuvo Rokke, quien dirigió el Proyecto Uranio Degradado, del Pentágono, y escribió el Protocolo de Limpieza y Manejo del Uranio Degradado para ese Ministerio.
Rokke concluyó que cualquiera que entre en contacto con las municiones debe recibir atención médica. El experto sufre contaminación radiactiva desde que visitara la zona del Golfo para estudiar las consecuencias del uso de municiones con uranio empobrecido por parte de Estados Unidos, en la guerra de 1991 contra Iraq.
Rokke opina que el uranio degradado es en gran medida responsable de los problemas de salud que sufrieron los militares estadounidenses que participaron en esa guerra y que se conocen colectivamente como el «síndrome de la guerra del Golfo». Las Fuerzas Armadas niegan que esa sea la causa.
«En Vieques deben cesar los actos criminales de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que, protegidas en el secreto, aseguran que no existe peligro en el uso de municiones con uranio degradado», agregó Rokke.
El experto también cree que existe racismo en la decisión del Pentágono de probar el uranio empobrecido en Vieques y la isla japonesa de Okinawa.
Esa política «es racista y discriminatoria, contraria al principio de justicia ambiental. En Vieques y Okinawa se experimentó con municiones de uranio empobrecido. No son hechos aislados, ni errores ni el azar. Son acciones planificadas para probar y luego usar esta munición contaminante en Kosovo y el Golfo Pérsico», afirmó. (FIN/IPS/tra-en/crm/da/aq/ip he/01
