/Integración y Desarrollo/ ESTADOS UNIDOS: Aumenta la asistencia militar a América Latina

Washington brindó el año pasado asistencia sin precedentes a las fuerzas armadas de América Latina, donde frágiles gobiernos civiles aún tratan de consolidarse en varios países, según un nuevo informe de organizaciones no gubernamentales estadounidenses.

La asistencia brindada en 2000 por Estados Unidos a militares y policías latinoamericanos, mediante entrenamiento, equipo, armas y otras formas de apoyo, tuvo un valor superior a 1.000 millones de dólares, casi el doble que la asistencia al desarrollo proporcionada por Washington a América Latina en el mismo año, se indicó en el documento.

Fue la primera vez que el valor de la asistencia militar y de defensa superó el de la asistencia económica o para el desarrollo, desde el aplacamiento de las guerras civiles en América Central, apuntó Adam Isacson, del estadounidense Centro de Política Internacional y coautor del estudio, divulgado el jueves.

Hay indicios de que esa tendencia se profundizará, por lo menos durante los próximos dos años, a partir de declaraciones de Donald Rumsfeld, a quien el presidente electo de Estados Unidos, George Bush, se propone designar secretario de Defensa tras asumir el gobierno este sábado.

Rumsfeld dijo la semana pasada que la asistencia militar estadounidense a países vecinos a Colombia puede aumentar a medida que Bogotá lleve adelante, con apoyo de Washington, su anunciada ofensiva contra insurgentes de izquierda que controlan en la actualidad la región meridional colombiana.

«Si yo estuviera en el lugar de las naciones vecinas (a Colombia), me preocuparía por la posibilidad de que hubiera un 'derrame'» de guerrilleros colombianos a través de las fronteras, comentó el futuro secretario de Defensa durante audiencias para que el Congreso decida si acepta su designación.

El informe, titulado «Sólo los hechos: Una guía civil sobre la política de asistencia para seguridad y defensa de Estados Unidos a América Latina y el Caribe», es el tercero de una serie que se edita cada año, tras estudiar documentos del Departamento de Estado, la agencia antidrogas y el Pentágono (Ministerio de Defensa) estadounidenses.

El Pentágono da a conocer información mucho menor que el Departamento de Estado sobre sus programas de entrenamiento y otras formas de asistencia, y los datos relevantes disponibles acerca de sus operaciones en 2000 fueron divulgados la semana pasada, cuando el informe ya estaba en la imprenta.

«Durante el año pasado, el Pentágono tuvo una dedicación inusual a América Latina» según Isacson, quien señaló como ejemplo la asignación de 1.300 millones de dólares para apoyar el llamado Plan Colombia, una iniciativa de Bogotá con respaldo de Washington.

El objetivo declarado de ese plan es reducir la producción de coca y opio en el sur de Colombia, mediante mayor entrenamiento y equipamiento de las fuerzas militares y policiales dedicadas a combatir a los insurgentes, que controlan gran parte de la región en la cual se cultiva droga.

Estados Unidos destinó unos 950 millones de dólares a asistencia militar y policial a Colombia para cumplir el plan, y decenas de millones de dólares más a los militares de Bolivia, Ecuador y Perú para tareas antidrogas conexas, incluyendo acondicionar una base aérea en Ecuador que será empleada por aviones espías ecuatorianos y estadounidenses.

Más de 90 por ciento de la asistencia militar y policial total de Washington a América Latina el año pasado se asignó a Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú, indicó Joy Olson, coautora del informe y directora del Grupo de Trabajo sobre América Latina, con sede en Washington.

Casi todo el aporte de equipos y armas por parte de Estados Unidos a América Latina el año pasado se produjo en el marco de programas antidrogas estadounidenses, subrayó.

El entrenamiento militar brindado por Estados Unidos a países de la región también aumentó en forma espectacular en los últimos años, según el informe.

Washington entrenó a unos 10.000 policías latinoamericanos en 1998, y a entre 13.000 y 15.000 en 1999. Es casi seguro que la cantidad haya crecido en forma sustancial en 2000 debido al Plan Colombia, que incluyó el entrenamiento de dos nuevos batallones de policía antidroga en Colombia, apuntaron los dos autores.

«El número de funcionarios policiales latinoamericanos que entrena Estados Unidos supera a la suma de los de Asia meridional y oriental, Medio Oriente y la ex Unión Soviética que reciben entrenamiento estadounidense», afirmó Olson.

El entrenamiento militar brindado a colombianos sólo fue superado en 2000 por el brindado en países integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y en Corea del Sur, donde Washington mantiene un contingente de 37.000 soldados, con intenciones de disuasión en relación con Corea del Norte, indicó.

En la actualidad, el ejército estadounidense proporciona entrenamiento a todos los países de las Américas, con la excepción de Cuba, y Olson destacó que en 1999 más de 55.000 funcionarios militares de Estados Unidos viajaron a América Latina para brindar entrenamiento.

En 1999, fuerzas especiales estadounidenses participaron junto con 3.600 militares de América Latina y el Caribe en actividades del programa de Intercambio de Entrenamiento Combiando Conjunto del Pentágono, el cual escapo en su mayor parte a la supervisión del Congreso estadounidense hasta mediados de los años 90.

Esas actividades incluyeron entrenamiento de tiro y preparación para ataques aéreos y para control de disturbios.

La asistencia del Pentágono y el Departamento de Estado a militares latinoamericanos depende en forma creciente de contratos con firmas del sector privado, sujetas a menos regulación y supervisión que los organismos estatales, señalaron los autores del estudio.

Una de esas firmas es Dyncorp, que en 1999 proporcionó más de 100 pilotos, mecánicos y otros trabajadores para operaciones de fumigación en Colombia, y cobró por sus servicios unos 37 millones de dólares.

Otra es Recursos Militares Internacionales Profesionales, integrada por altos oficiales retirados estadounidenses y con sede en el estado oriental de Virginia, a la cual el Pentágono pagó para que se entrenara a Fuerzas Armadas de aliados clave de Estados Unidos, entre ellos Croacia y Nigeria.

El Pentágono ha insistido en los últimos años en que un objetivo básico del entrenamiento a militares extranjeros es enseñarles a respetar a las autoridades civiles de sus países.

Sin embargo, quienes reciben entrenamiento lo aprovechan como un aval del respaldo de Washington hacia ellos, cuando se relacionan con los gobiernos de sus países, explicó Isacson.

La aprobación en primera instancia de la venta de entre 10 y 12 modernos aviones de combate F-16 a Chile, por valor de 600 millones de dólares, es un nuevo indicio perturbador, señaló.

Esa venta no sólo pondría fin a un período de 25 años durante el cual Estados Unidos se ha abstenido de introducir en la región aviones de guerra de alto desempeño, sino que además podría implicar una alteración de la actual relación de poder entre militares y civiles, comentó.

«No he oído que el presidente (de Chile, Ricardo) Lagos apoyara con entusiasmo» esa transacción, apuntó.

El valor anual de las ventas armas estadounidenses a América Latina no ha sido superior a 300 millones de dólares en los últimos tiempos, y la transferencia de los F-16 a Chile podría iniciar una carrera armamentista con otros países, agregó. (FIN/IPS/tra-eng/jl/da/mp/ip/01

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