CUBA-ESTADOS UNIDOS: Tragedia en el aire

La muerte de dos adolescentes que partieron de Cuba escondidos en el tren de aterrizaje de un avión conmueve a un país donde los que desean emigrar superan con creces a los que tienen posibilidades reales de hacerlo.

Alberto Esteban Vázquez, de 17 años, y Maikel Fonseca, de 16, estudiaban en una escuela militar de nivel medio y se lanzaron a la aventura.

Los jóvenes aprovecharon la lluvia torrencial de la madrugada del último 24 de diciembre para burlar la seguridad del aeropuerto internacional de La Habana y penetraron en el tren de aterrizaje de una nave de British Airways a punto de despegar a Londres.

Uno de los cuerpos fue encontrado en un campo cercano al aeropuerto londinense de Gatwick y el otro en el tren de aterrizaje de la nave. Terminadas las investigaciones, los restos fueron enviados a Cuba este miércoles.

Yassel Díaz, un amigo que conoció los planes y los consideró una broma, contó al presidente cubano Fidel Castro, según informes oficiales, que un exiliado de visita en Cuba le habría dicho a Vázquez que ese método «nunca fallaba».

Al parecer, muchas personas habrían llegado así a Miami, ciudad estadounidense donde está radicada la principal comunidad cubana fuera de la isla. Los adolescentes confiaban en que tendrían casa y trabajo garantizados una vez radicados en Estados Unidos.

Pero expertos estimaron imposible conservar la vida en un viaje de esa naturaleza. Escaparse en un tren de aterrizaje de un avión equivale a «un suicidio», afirmó Manuel Vega Palma, especialista en medicina de aviación con 16 años de experiencia.

Sin saberlo, Vázquez y Fonseca se subieron a un avión equivocado y se escondieron en una cabina que carecía de abastecimiento de oxígeno y donde las temperaturas descienden a menos de 50 grados bajo cero cuando se alcanzan 10.000 metros de altura.

Medios oficiales cubanos acusaron de la tragedia a Estados Unidos por estimular la inmigración ilegal al recibir a toda persona que llega por mar, tierra o aire desde esta isla de régimen socialista.

La Ley de Ajuste Cubano, vigente desde 1966, otorga el derecho a la residencia al año y un día de la llegada a territorio estadounidense a los inmigrantes procedentes de Cuba, sin reparar si el ingreso fue legal o ilegal.

El Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) de Estados Unidos reveló este mes que en 2000 fueron deportadas 183.395 personas: 149.183 procedentes de México, 4.515 de Honduras, 4.443 de El Salvador y 4.073 de Guatemala.

En tanto, la patrulla fronteriza de ese país estimó en más de 1.800 los ciudadanos cubanos que tocaron suelo estadounidense el pasado año, por debajo de los 2.300 de 1999.

Salvo en el caso del niño Elián González, quien residió siete meses en Estados Unidos contra la voluntad de su padre luego de sufrir un naufragio frente a la costa del estado de Florida, ninguno de los emigrantes cubanos afrontó un proceso de deportación.

Una mesa redonda trasmitida por la televisión estatal, a la cual asistió el presidente Castro, responsabilizó también a las familias de Vázquez y Fonseca por transmitirles una imagen edulcorada de Estados Unidos.

«Son los cantos de sirena. Una convocatoria al éxodo, a morir para después usarlo contra la revolución» triunfante en 1959, comentó la periodista Arleen Rodríguez.

Vázquez y Fonseca se habrían dejado seducir por los cuentos de la «buena vida y de todo lo que se puede conseguir en una sociedad de consumo» para tomar la decisión de emigrar, sin tener verdaderas razones políticas o económicas.

«Es increíble que dos muchachos tan jóvenes mueran de una manera tan tonta», dijo Yodalia Guzmán, ingeniera de 38 años, quien advirtió, sin embargo, que en el análisis del caso se obvian las causas internan que originan las ansias de emigrar.

Guzmán coincidió con la valoración oficial sobre el incentivo que constituye para los habitantes de la isla la política de «brazos abiertos» de Estados Unidos, pero, al mismo tiempo, exhortó a «analizar por qué la gente se quiere ir de Cuba».

Un estudio de Antonio Aja, del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales de la Universidad de La Habana, estima que la emigración cubana asume un carácter predominantemente económico con el inicio de la crisis económica iniciada en 1990.

Los motivos económicos se vinculan con otros de orden político, de reunificación familiar y de falta de «confianza en el proyecto social de la revolución para la salida de la actual situación», sostuvo Aja.

En este último grupo, Aja incluyó a las personas que no están dispuestas a supeditar su proyecto individual de vida a los intereses sociales, priorizándolo «por encima de cualquier otra consideración de orden político o ideológico».

Una investigación con personas que se fueron o intentaron irse ilegalmente de la isla demostró que entre ellas predomina el deseo tener vivienda, realizarse de forma personal y profesional y, en menor medida, satisfacer aspiraciones de libertad personal.

Consuelo Martín, investigadora del mismo centro académico, sostuvo que emigrar se ha convertido en una más de las estrategias de sobrevivencia a las que ha apelado la población cubana para enfrentar la crisis de la vida cotidiana.

La economía cubana sufrió una caída de 34,8 por ciento entre 1990 y 1993. Aunque a partir de esa fecha empezó a registrarse una recuperación, el descenso fue tan impactante que aún podría necesitarse una década para recuperar los niveles de vida de 1989.

En esas circunstancias, según investigaciones académicas, la emigración alcanzó la cifra de 105.000 personas entre 1990 y 1994. En ese último año, cuando se produjo la denominada «crisis de los balseros», salieron de la isla unas 50.000 personas ilegalmente.

El éxodo masivo del verano de 1994 condujo a la firma de dos acuerdos entre La Habana y Washington con el fin de regular el flujo migratorio bilateral.

El primero acuerdo comprometió a Estados Unidos a entregar cada año 20.000 visas de ingreso a inmigrantes cubanos y el segundo estableció la repatriación de todo cubano interceptado intentando llegar a suelo estadounidense de forma ilegal.

Desde 1995 hasta noviembre pasado, 133.800 ciudadanos cubanos emigraron de manera legal a Estados Unidos, pero la cifra de interesados es muchísimo mayor, según las solicitudes enviadas a dos sorteos de visados realizadas en 1994, 1996 y 1998.

Según fuentes oficiales estadounidenses, al primer sorteo se presentaron 130.000 solicitudes, al segundo, 438.000, y al tercero, en junio de 1998, la cifra ascendió a 541.100.

A la hora de calcular el potencial migratorio, analistas aclaran que algunos de los solicitantes rechazados en primera instancia pueden haber vuelto a presentarse en el segundo y en el tercero.

En cualquier caso, se considera que son más las personas desean emigrar que las que lo logran. Muchas, por tener antecedentes penales o bajo nivel educativo, ni siquiera piden una visa y optan por alguna vía al margen de la ley.

Las balsas artesanales de inicios de los años 90 fueron sustituidas, en buena medida, por lanchas rápidas que recorren los 190 kilómetros de mar que separan a ambos países, cobrando hasta 8.000 dólares por pasajero para evitar a la guardia costera estadounidense.

El diario El Nuevo Herald, de Miami, aseguró que se ha detectado un aumento de las personas procedentes de la isla que ingresan a Estados Unidos por la frontera terrestre con México y Canadá y con documentación falsa a través de los aeropuertos.

Al mismo tiempo, el Servicio de Guardacostas de Estados Unidos reconoció que cada vez son menos las personas interceptados en alta mar. La prensa informó que no se produjeron repatriaciones a Cuba en noviembre y diciembre pasados. (FIN/IPS/da/mj/ip pr/01

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