/CORRECCION/ FORO SOCIAL MUNDIAL: Economía y tecnología, religiones dominantes

El capitalismo que impera hoy utiliza como arma una teoría económica que es pura ideología e identifica avances científicos con desarrollo humano y ciencia con tecnología según sus intereses, señaló uno de los paneles de hoy del Foro Social Mundial en esta ciudad del sur de Brasil.

Esos intereses son contrarios a los de la humanidad, pecisaron los participantes en el panel sobre «Cómo traducir el desarrollo científico en desarrollo humano».

El pensamiento económico dominante es «una nueva religión, mesiánica», que logró una «evangelización» global, no conseguida ni por el comunismo ni por las religiones conocidas, sentenció José Lutzenberger, ex ministro brasileño de Medio Ambiente.

Lutzenberger agregó que es un absurdo medir el desempeño económico sólo por el resultado del producto interno bruto, en que todo se suma y nada se descuenta.

La caída de un avión representa crecimiento, en lugar de pérdidas, ya que se pagan seguros y se compra una nueva aeronave, señaló a modo de ejemplo.

De esa forma, tampoco se descuenta del producto la destrucción del ambiente, el «capital natural», comentó.

Si se aplicara esa metodología a las empresas, nunca se registrarían quiebras, aunque los gastos superasen los ingresos, pues lo único que importa es la suma, dijo Lutzemberger, en la actualidad dirigente de Fundación Gaia, un grupo no gubernamental de Porto Alegre, capital del estado de Río Grande del Sur.

La economista chilena Rayén Quiroga Martínez corroboró al experto brasileño, al señalar que «es un contrasentido calificar como desarrollo a la destrucción del capital natural», cuando se sabe que una empresa no sobrevive si destina su capital inicial al consumo.

El «economicismo» es una ideología que niega las evidencias empíricas al sostener que sólo el crecimiento económico produce bienestar, reduce la pobreza y recupera la naturaleza, explicó Quiroga Martínez, quien colabora en el área de ambiente del gobierno de Chile, pero dijo hablar a título personal.

Añadió que defiende una economía socioecológica, destacando el carácter finito del ecosistema en que se basa la producción y la necesidad de cambiar los paradigmas del desarrollo económico.

Lutzenberger insistió en que el mercado podría ser un mecanismo de equilibrio entre fuerzas en competencia, pero tal como se presenta hoy no es así.

El mercado actual, «totalmente manipulado» por los grandes poderes económicos y políticos, «es ciego para los pobres que tienen necesidades, pero no representan demanda, para las futuras generaciones que no están presentes y también para la creación, para la vida», apuntó.

Confundir ciencia y progreso es otro engaño de la ideología hoy dominante, estimulada por el capitalismo, dijo Jacques Testart, biólogo y director del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica, además de presidente de la Comisión de Desarrollo Durable, de Francia.

La amenaza es la «tecnociencia, que quiere actuar sobre el mundo, mientras la ciencia busca sólo el conocimiento», explicó.

Testart indicó que es necesario un control social sobre la tecnociencia, que quiere presentarse como «un bien para todos», con las terapias genéticas, por ejemplo, pero provoca muertes, como el caso del mal de las vacas locas.

También provoca incertidumbres, sin responsabilizarse de sus efectos, porque «sigue siempre experimental», aseguró.

Además, Testart propuso realizar «conferencias de ciudadanos», como forma de reducir el poder de los expertos, controlar y democratizar la tecnociencia.

Explicó que deben juntarse entre 10 y 20 voluntarios, consumidores y no científicos para obtener informaciones y discutir las ventajas y desventajas de las nuevas ofertas tecnológicas en productos y servicios.

El resultado del conocimiento colectivo es «impresionante», en las experiencias ya realizadas en algunos países europeos, según el biólogo francés.

La «gente simple tiene la ventaja de no ser especialista, teniendo por tanto una visión más general, independiente y más objetiva», observó.

También Lutzenberger destacó la necesidad de distinguir ciencia y tecnología. La primera es «un diálogo limpio», que exige una «decisión ética de no usar mentiras», mientras la tecnología es «la política del uso de la técnica, llena de trapazas».

Un ejemplo de ellos es la producción de bienes de «obsolescencia planificada», como los vehículos hechos para que sufran corrosión en algunos años, obligando a la adquisición de otro nuevo. «Eso no atiende a las necesidades humanas, sino a los intereses de los poderosos», apuntó el ambientalista.

En tanto, los organismos genéticamente modificados constituyen otro ejemplo de tecnología empleada por el «neoliberalismo», bajo el falso pretexto de producir alimentos para todos, según Elvino Bohn Gass, diputado del estado brasileño de Río Grande del Sur.

El mundo ya es capaz de producir suficiente alimento para toda la humanidad, pero el obstáculo es la distribución y la falta de acceso por falta de ingresos, sostuvo.

Bohn Gass destacó la lucha de su estado para mantenerse como «un territorio libre de transgénicos», pese a las presiones del gobierno central de Brasil y de las empresas transnacionales de semillas y agroquímicos, como la estadounidense Monsanto.

Con las modificaciones genéticas se quiere repetir en Brasil la diseminación de la soja, como parte de la «revolución verde» fomentada en la décadas pasadas con las mismas promesas de alimentos para todos, recordó Bohn Grass al exponer en este panel del Foro Social Mundial (www.forumsocialmundial.org.br).

Precisó que el resultado fue el aumento del hambre, millones de campesinos expulsados de sus tierras y más desigualdad social. (FIN/IPS/mo/dm/dv/01

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