El dictamen de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre las consecuencias sanitarias del uranio empobrecido utilizado en 1999 durante el conflicto de la provincia yugoslava de Kosovo demorará hasta comienzos de marzo.
Para esa fecha se espera el veredicto de los cinco laboratorios europeos a los cuales el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) encomendó el análisis de las muestras de ese mineral degradado, recogidas el año pasado en esa zona balcánica.
La ONU ya había anunciado ese plazo cuando concluyó la inspección realizada en Kosovo, entre el 5 y el 17 de noviembre, por 14 científicos de diferentes países enviados para determinar los riesgos sanitarios y ambientales causados por el uranio empobrecido.
Pero desde entonces se desató en Europa una polémica alimentada por los casos de deceso o enfermedad de militares y civiles enviados a Kosovo, después del conflicto, por los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La controversia sobre los efectos del uranio empobrecido en la salud humana comenzó en realidad al término de la guerra del Golfo, librada en 1991 contra Iraq por una amplia alianza encabezada por Estados Unidos.
El uranio empobrecido, un subproducto del proceso de enriquecimiento del uranio natural para su empleo como combustible o armamento, se usa para fortalecer la capacidad de penetración de los proyectiles bélicos.
En 1994 y 1995, durante la guerra de Bosnia-Herzegovina, la OTAN lanzó ataques con proyectiles de uranio empobrecido, al igual que lo hizo contra 112 objetivos entre el 6 de abril y el 11 de junio de 1999, en ocasión del conflicto contra Yugoslavia por Kosovo.
Organizaciones no gubernamentales y numerosos científicos y políticos demandaron luego una evaluación del panorama sanitario y ambiental en Kosovo y en otras regiones de los Balcanes.
El PNUMA realizó una primera inspección en 1999, pero sus resultados fueron parciales, pues «los datos disponibles eran insuficientes para estudiar la cuestión del uranio empobrecido», precisó el director ejecutivo de esa agencia, el alemán Klaus Toepfer.
La OTAN demoró hasta mediados de 2000 para transmitir los datos sobre los sitios bombardeados, que habían sido solicitados por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y por el mismo Toepfer.
Con esos elementos, pudo cumplir su misión el equipo de 14 científicos encabezado por Pekka Haavisto, ex ministro de Medio Ambiente y Cooperación para el Desarrollo de Finlandia.
Los expertos recogieron muestras de suelo, agua y vegetación, realizaron exámenes citológicos de edificios y de vehículos militares destruidos y de penetradores de uranio empobrecido.
Esas muestras son sometidas a análisis de radiactividad y toxicidad en cinco centros científicos europeos desde fines de noviembre.
Los laboratorios escogidos son el Instituto Sueco de Protección de las Radiaciones, en Estocolmo, el AC Laboratorium-Spiez, de Suiza, y el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bristol, en Gran Bretaña.
También intervienen los Laboratorios de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), con sede en Seibersdorf, Austria, y la Agencia Nacional Italiana de Protección Ambiental, ubicada en Roma.
El PNUMA dijo que discute con las autoridades de Yugoslavia la realización de una misión similar en Serbia y Montenegro, donde se encuentran algunos de los 112 blancos atacados por la OTAN.
La agencia especializada de la ONU espera enviar una misión a Serbia y Montenegro en la primera mitad de este año.
Los científicos que regresaron de Kosovo dijeron que sólo se podrá evaluar su misión después de disponerse de los resultados de los análisis de los laboratorios.
Sin embargo, las recomendaciones preliminares aconsejan precaución en el manejo de las municiones que se encuentren en el lugar, precisó Haavisto.
La polémica del uranio empobrecido utilizado por la OTAN se agitó después de conocerse la muerte de ocho italianos, siete militares y un civil, que desempeñaron funciones en Kosovo y en Bosnia.
Dos militares italianos murieron de formas raras de cáncer, mientras que los otros cinco militares y un miembro de la Cruz Roja Italiana murieron de leucemia. (FIN/IPS/pc/dm/en ip/01