El gobierno de Venezuela afrontará en 2001 el reto de superar las dificultades diplomáticas surgidas este año con Colombia y Estados Unidos, que en el pasado fueron sus amigos más cercanos.
El desafío que tiene por delante el presidente Hugo Chávez coincide con la llegada en enero a la Casa Blanca del republicano George W. Bush, en reemplazo del demócrata Bill Clinton, y con los primeros pasos del Plan Colombia, de lucha antidrogas, cuestionado por Caracas.
Las tensiones entre Venezuela y Colombia, que comparten una frontera de 2.200 kilómetros, se reflejaron en el intercambio de notas de protesta y pronunciamientos públicos de ambas partes, que culminaron a fines de noviembre con la llamada a consultas de sus respectivos embajadores.
En tanto, declaraciones de portavoces de Washington que cuestionaban la «revolución bolivariana» de Chávez molestaron en reiteradas oportunidades a Caracas.
En ese marco, destacan las críticas y dudas sobre el rumbo de la política exterior venezolana expresadas por el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de la Casa Blanca, Peter Romero, así como las respuestas de Caracas.
El presidente Chávez dijo a comienzos de este mes que existe una campaña internacional para desacreditarlo, «orquestada desde Bogotá, Washington y Miami».
Agregó que este plan en su contra se debe a la «política exterior soberana e independiente» de Venezuela, que incluye severas críticas al programa contra el narcotráfico implementado por Colombia con ayuda especial estadounidense.
La cancillería venezolana pidió «explicaciones» a Washington en dos oportunidades este año por declaraciones de Romero, quien acusó a Chávez de «generar incertidumbre» y de «colaborar con movimientos indígenas insurgentes» de la región andina.
«Lamento mucho que Estados Unidos tenga como alto funcionario a un agitador profesional», dijo el presidente venezolano al referirse a Romero.
El acercamiento a Cuba y el fortalecimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) son otros puntos de fricción en las relaciones entre Caracas y Washington, que tradicionalmente fue de entendimiento mutuo.
Chávez insiste que la campaña en su contra es por los cuestionamientos al programa antidrogas de su par colombiano Andrés Pastrana.
«Si yo dijera ahora que Venezuela apoya irrestrictamente el Plan Colombia estoy seguro de que todos los elementos desaparecerían», aseveró.
Así, Bogotá envió este año a Caracas varias notas de protesta por problemas suscitados en la frontera común y por la presunta colaboración venezolana con grupos guerrilleros de ese país.
La presencia de delegados de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en un seminario organizado en noviembre en Caracas por representantes venezolanos en el Parlamento Latinoamericano agudizó las quejas de Pastrana y motivó que llamara a su embajador en Venezuela, Germán Bula.
En respuesta, el gobierno de Chávez también convocó a consultas a su representante en Colombia, Roy Cháderton.
Aunque el año concluye con la normalización de las relaciones diplomáticas bilaterales y con los dos embajadores en sus respectivos destinos, Bogotá aún espera pasos concretos por parte de Caracas.
Bula indicó a su regreso a Venezuela que el gobierno de Pastrana espera la reactivación de varias comisiones binacionales para una normalización plena de las relaciones y de los adecuados canales de diálogo diplomático.
Sin embargo, los roces de Venezuela con Colombia y Estados Unidos no han impedido el desarrollo del intercambio comercial en los dos casos, y tal vez haya sido el antídoto para que no se profundicen las diferencias.
Juan Gonzalo Velazco, presidente de la Cámara de Integración Económica Venezolana Colombiana, informó que el comercio entre las dos naciones creció 20 por ciento este año, respecto de 1999, hasta sumar 2.100 millones de dólares.
«Podemos catalogar de positivo el 2000 en lo que refiere al intercambio comercial entre Colombia y Venezuela, pese a las evidentes tensiones políticas, que necesariamente deben tomar el cauce de la sensatez para continuar con el irreversible proceso de integración», comentó.
La cámara estima que en 2001 puede registrarse un incremento también de 20 por ciento en esta relación comercial, lo cual tendría una repercusión positiva en otros ámbitos binacionales.
Las relaciones comerciales de Venezuela con Estados Unidos están pautadas por el petróleo.
Venezuela es el segundo proveedor de crudo de ese país norteamericano, después de Arabia Saudita. Esta condición no escapa en los señalamientos hechos en la prensa estadounidense, como parte del contrapunto de este 2000.
El diario The Washington Post, en un editorial titulado «el próximo Fidel Castro», pidió a la Casa Blanca «seguir con cautela» al gobierno venezolano.
Chávez «es un hombre fuerte que controla las reservas de petróleo más importantes del mundo, después de las de Medio Oriente, que suministra a Estados Unidos buena parte de sus importaciones de energía y que parece estar dispuesto a expandir su marca de izquierdismo antinorteamericano», aseveró el diario.
«Venezuela no se deja amilanar por nadie, tampoco por Estados Unidos. El mundo entero debe entender que este es un gobierno soberano», dijo el presidente Chávez en febrero, en medio de una de las disputas con Washington.
La experta en temas internacionales Elsa Cardozo cree que «se está inventando un escenario de confrontación (con Washington) que no se corresponde con estos tiempos y que, además, arrincona al país en una posición absurda, ya que el tono de la política exterior (de Chávez) nos aísla del mundo».
Después de un año de distancias y roces, el 2001 luce para algunos analistas también difícil. Se inició la ejecución del Plan Colombia pese a las advertencias y críticas, lo cual será motivo de diferencias con Caracas.
En algunos medios estadounidenses también se ve difícil la relación que tendrá el gobierno de Bush, que asumirá el 20 de enero, con el mandatario venezolano.
«El exaltado líder venezolano Hugo Chávez será la prueba más difícil para el gobierno que sucederá al de Clinton», concluyó el informe de Diálogo Interamericano, al hacer un pronóstico del panorama diplomático estadounidense en 2001.
Aunque Chávez y su canciller, José Vicente Rangel, han dejado en claro que no buscan la confrontación ni con Bogotá ni con Washington, también han recalcado que no cambiará la política exterior de este país. (FIN/IPS/ac/dm/ip/00