El Mercosur tiende a un período de mayor tranquilidad interna en 2001, favorecido por el crecimiento económico, especialmente de Brasil, que representa dos tercios de su mercado.
La ayuda financiera internacional de 39.700 millones de dólares obtenida por Argentina le abre la posibilidad de salir del estancamiento que padece desde hace dos años, mientras Brasil inicia el año con una tasa básica de interés de 15,75 por ciento, la menor desde que logró controlar la inflación en 1994.
La expectativa es que la actividad económica brasileña tenga el año próximo un crecimiento superior al de 2000, de cuatro y medio por ciento, según la apuesta del presidente del Banco Central, Arminio Fraga.
Con la inflación en este año muy cerca de seis por ciento, según el índice oficial, y en caída, la tendencia es que los intereses puedan bajar más aún, estimulando la actividad económica y mejorando los demás indicadores.
Brasil podrá cumplir cómodamente las metas macroeconómicas acordadas en el Mercosur, evaluó Fabio Giambiagi, economista del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, autor de un ensayo sobre las condiciones necesarias para la moneda común del bloque.
Los cuatro países miembros del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) decidieron en la Cumbre de Florianópolis, el 14 y 25 de este mes, fijar metas comunes a ser cumplidas a partir de 2002, similares a las adoptadas por la Unión Europea para la unificación monetaria.
Uno de los compromisos asumidos consiste en contener la inflación en cinco por ciento de 2002 a 2005, y bajarla a tres por ciento en los años siguientes. Brasil deberá reducirla a cuatro por ciento ya el próximo año, según el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Otra meta es limitar el déficit fiscal en un máximo de tres por ciento del producto interno bruto (PIB), tolerándose 3,5 por ciento en el caso de Brasil, pero sólo en 2002 y 2003.
No se definieron sanciones, pero un país que sobrepase esos límites, debido a factores imprevisibles, tendrá que presentar a los socios un programa de medidas correctivas que permitan volver pronto a la disciplina acordada.
Para la deuda pública neta también se definió un tope de 40 por ciento del PIB, pero a partir de 2010. El plazo es largo, pero exigirá un esfuerzo permanente de Argentina y Brasil, cuya deuda actual se acerca a 50 por ciento, más precisamente de 48,5 por ciento en el caso brasileño.
Todo apunta al crecimiento, ya que las metas requieren un aumento del PIB más rápido que la deuda y, especialmente en Brasil, una rebaja de los intereses, principal fuente del déficit fiscal y por tanto del endeudamiento estatal.
En este año, con un promedio de 17,5 por ciento, la deuda del sector público tiene un costo superior a siete por ciento del PIB, estimó Giambiagi. Un aumento de la recaudación y reducción de gastos permitió reducir el déficit a 4,02 por ciento del PIB hasta noviembre, ligeramente superior al crecimiento económico.
Las condiciones deben mejorar en 2001, cuando la tasa básica baje a 14,5 o 15 por ciento, previó el economista. Cumplidas esas metas comunes, el Mercosur tendrá economías «más sólidasd y estables» dentro de algunos años.
«Las lineas generales están definidas y son realistas», aseguró Giambiagi, si bien reconoció que se presentan sombras para el bloque subregional en el futuro inmediato.
La ayuda financiera no asegura por sí sola una recuperación de la economía argentina, cuyo crecimiento dependerá, según el economista brasileño, de incógnitas como el juego de presiones políticas y el ánimo de inversionistas y consumidores.
Además, están las disputas comerciales pendientes, especialmente la cuestión del azúcar, que es emblemática y cuya exclusión del libre comercio afecta al Mercosur, sostuvo Giambiagi.
Una propuesta de empresarios brasileños para avanzar en la negociación amplía el tema a la cuestión energética, ya que Argentina se niega a desgravar el azúcar brasileño por considerar que es subsidiado a través del programa de producción del alcohol para combustible automotor. Ambos productos tienen la caña como materia prima.
Actualmente se estudian alternativas, como la exportación del alcohol, como carburante agregado a la gasolina para reducir la contaminación, transferencia de tecnología y reconversión de la economía cañera en el norte argentino, cuya crisis social se haría explosiva con la pérdida del mercado interno.
Esto no implica una solución, pero abre una ventana, según el embajador brasileño especial para el Mercosur, José Botafogo Gonçalves.
Una forma de superar otros conflictos consiste en avanzar en una política agrícola común, con producción, almacenaje y comercialización coordinada, según el diputado Julio Redecker, presidente de la Comisión Parlamentaria Conjunta del Mercosur, quien coincidió con iniciativas empresariales en ese sentido.
De todas formas, en el año próximo aumentarán también las presiones para la creación de un tribunal permanente para solución de diferencias comerciales. Sólo Brasil continúa oponiéndose a su creación, así como a instituciones supranacionales del Mercosur. (FIN/IPS/mo/ag/if/00