La normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos sigue lejana, pese a que el caso del niño náufrago Elián González acortó distancias entre los dos países como nunca en cuatro décadas.
Elián fue salvado de las aguas frente a las costas de Florida el 25 de noviembre de 1999, nada menos que el Día de Acción de Gracias, una de las fiestas más importantes de Estados Unidos, tras permanecer a la deriva sobre un neumático y presenciar la muerte de su madre y de otros 10 emigrantes indocumentados.
El niño, que cumplió seis años mientras estaba en Miami, quedó atrapado durante siete meses en una disputa familiar por su custodia que repercutió en el antiguo enfrentamiento cubano- estadounidense.
El caso, quizás como ningún otro, puso a prueba los acuerdos firmados en 1994 y 1995 para asegurar la emigración ordenada y segura de cubanos a Estados Unidos, asunto que tuvo la virtud de sentar a los dos países en torno de una mesa de negociaciones por primera vez en 40 años.
La historia del «balserito» es el reflejo de la tragedia de miles de familias cubanas divididas por diferencias políticas, a veces irreconciliables, y demostró el riesgo de muerte que corren quienes se lanzan al mar en frágiles embarcaciones con la ilusión de radicarse en Estados Unidos.
La tenaz batalla legal en torno a Elián entre su padre, Juan Miguel González, y su tío abuelo Lázaro González, residente en Miami y a cargo del niño desde que fuera rescatado, trascendió al campo político.
Juan Miguel González contó con el apoyo del gobierno cubano desde el comienzo de los esfuerzos para lograr el regreso de su hijo, que se concretó finalmente el 28 de junio.
Un final que resultó feliz para el escolar y la familia González residente en Cuba, así como para La Habana y Washington, que coincidieron por primera vez en mucho tiempo en el objetivo común de reunificar una familia.
«Fue una victoria compartida», dijo el presidente cubano Fidel Castro, quien encabezó la campaña en busca de la devolución del menor a su padre.
Castro movilizó a todo el país en demanda de la repatriación de Elián, en una «cruzada patriótica» que lo ayudó a reforzar, en el décimo año de crisis económica, la imagen de consenso popular en torno al proyecto socialista.
Los grandes derrotados fueron los González de Miami, el influyente grupo de presión cubano-estadounidense en el Congreso del país norteamericano y los exiliados aglutinados en la Fundación Nacional Cubanoamericana, que habían apostado hasta la camisa por impedir la repatriación de Elián.
Antonio Aja, subdirector del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales de la Universidad de La Habana, comentó que la «extrema derecha del sur de Florida no se percató que tenía la batalla perdida desde el principio».
Ese sector jugó una carta que iba en contra de la familia, uno de los elementos «sacrosantos» de la sociedad estadounidense, explicó.
En Estados Unidos, en especial en Florida, residen más de un millón de personas de origen cubano, sumados exiliados y descendientes.
Aja dijo a IPS que después del caso Elián, que «dejó mal parado el pensamiento intransigente hacia Cuba», se percibe en esa comunidad una presencia cada vez más importante de tendencias proclives al acercamiento con la isla de régimen socialista.
Sin embargo, el experto advirtió que, «en particular, el sur de Florida» es un enclave donde los «sectores de derecha» de la comunidad cubana tienen dominio económico y sobre los medios de comunicación.
«Mientras esa situación se mantenga no podemos pensar en una modificación sustantiva en la actitud hacia Cuba», explicó.
La cobertura de los medios del caso Elián contribuyó, posiblemente sin proponérselo, a cambiar en la sociedad estadounidense la imagen de Cuba, satanizada durante años por el exilio adverso al gobierno de Castro.
La Habana, a su vez, tuvo buen cuidado de reconocer el apoyo del pueblo estadounidense en esta oportunidad.
«Fueron siete meses en los cuales se habló mucho sobre un mismo tema, que incorporó y llevó a opinar desde distintos ángulos a la sociedad estadounidense. Creo que tuvo un efecto devastador sobre los enemigos de Cuba en ese país», dijo a IPS el presidente del parlamento cubano, Ricardo Alarcón.
En opinión de Alarcón, principal negociador con Washington en asuntos migratorios, esa repercusión del caso no partió de cero, sino que cayó en un terreno abonado por creciente cuestionamiento a la política de bloqueo hacia Cuba, en vigor desde los años 60.
El interés cada vez mayor de sectores económicos en la eliminación de barreras para negociar con La Habana, mucho más marcado en los últimos dos años, hace que la administración de Bill Clinton, del Partido Demócrata, deje al finalizar su mandato en enero un escenario más favorable al acercamiento.
Sin embargo, fue justamente Clinton quien promulgó la ley Helms- Burton en 1996, que intensificó el embargo comercial y económico contra Cuba con medidas de castigo para terceros países que negocien con la isla en áreas expropiadas por Castro a ciudadanos estadounidenses.
A pesar de ello, suman alrededor de 370 las firmas con inversión extranjera existentes en Cuba, que mantiene relaciones comerciales con más de 100 naciones y cuenta entre sus principales socios a competidores económicos de Estados Unidos, como Canadá y la Unión Europea.
Aunque el discurso oficial estadounidense mantiene la confrontación ideológica, la isla recibe casi todos los meses a empresarios de ese país que exploran posibilidades de negocios y se suman esfuerzos legislativos para minimizar el bloqueo tras una política más pragmática que facilite cambios democráticos en Cuba.
Empero, el poderoso grupo de presión cubano-estadounidense logró, casi de manera coincidente con la repatriación de Elián, imponer estrictas condiciones a una legislación encaminada a permitir la venta de medicinas y alimentos a Cuba.
«No cedimos nuestra posición firme de no darle ningún centavo a la tiranía de Castro», dijo la congresista Ileana Ros-Lehtinen, del Partido Republicano, respecto de la enmienda aprobada en octubre en el marco de la ley de asignaciones agrícolas.
Esa norma levantó las restricciones del embargo para alimentos y medicinas, pero ni el gobierno ni los bancos de Estados Unidos pueden financiar las transacciones. Tampoco Cuba puede solicitar créditos, de modo que las importaciones deberá hacerlas al contado.
«Las enmiendas propuestas por congresistas con el apoyo de los sectores agrícolas, que pudieran haber significado un paso en la dirección correcta, fueron desarticuladas. La solución real será normalizar las relaciones entre ambos países y el levantamiento del genocida bloqueo», comentó la cancillería cubana.
A pesar de ello, Aja consideró que «hay un pensamiento y una actitud de representantes de la economía en Estados Unidos, al menos de parte de ellos, favorable a algún tipo de acercamiento» hacia Cuba, que rompió la «inercia» de años anteriores en relación con el tema.
Estimó que lo realmente decisivo para Washington de cara al futuro es la estabilidad económica y social que presente Cuba.
«Estados Unidos es contrario totalmente a nuestro sistema e ideología, pero no creo que le interese tener en Cuba un elemento de crisis». «A Washington le interesa que aquí haya tranquilidad, seguridad», puntualizó.
En la última campaña con vista a las elecciones estadounidense del día 7, el candidato republicano George W.Bush, a la postre ganador, coincidió con su competidor, el demócrata Al Gore, en que Elián debía quedarse con su familia de Miami.
Bush también adelantó que mantendrá la política de embargo contra Cuba.
No obstante, los republicanos han estado en los últimos 40 años en una posición quizás un poco más ventajosa para algún tipo de movimiento hacia Cuba por aquello de que nunca los van a tildar de débiles, sino todo lo contrario, subrayó Aja.
Coincidencia o no, al finalizar el año se hizo público el poco interés cubano en terminar una central termonuclear que, iniciada con ayuda de la desaparecida Unión Soviética, figuraba entre los temas preocupantes para Estados Unidos en su relación con la isla.
«Castro parece estar enviando un mensaje tranquilizador a su poderoso vecino», comentó un diplomático latinoamericano. (FIN/IPS/pg/dm/ip/00