El izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) asumió hoy por segunda vez consecutiva la gobernación de la capital de México, mientras discute su futuro tras el retroceso electoral de julio y aumenta su hostilidad ante el presidente Vicente Fox.
El nuevo jefe del gobierno capitalino, Manuel López, prometió en la ceremonia de asunción que su gestión de seis años buscará «encender la llama de la esperanza» entre los habitantes de la ciudad, hartos de la inseguridad, los problemas de contaminación, desorganización, pobreza y otros.
También dijo encarnar un proyecto político de izquierda, que busca el «progreso con justicia y una modernidad formada desde abajo, desde los pobres», en parte del discurso de unos 50 minutos pronunciado frente a la sede del legislativo de la capital, al que acudió Fox como invitado.
Aclaro que las diferencias que mantiene con el nuevo mandatario del país, el primero ajeno al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 71 años, no le impedirá dialogar y concertar con él por el bien de la ciudad.
«No es el pragmatismo lo que nos mueve», defendemos un proyecto distinto al que se viene imponiendo en el país, expresó, en referencia tácita al neoliberalismo, que según el PRD desarrollaron los últimos gobiernos del PRI y que ahora se propondría continuar el nuevo presidente.
Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), pidió semanas atrás el apoyo del PRD, pero la dirigencia de ese partido, formado por corrientes de izquierda radical y socialdemócratas, rechazó cualquier relación con el nuevo gobierno.
El PRD considera a Fox un neoliberal más y le niega incluso el beneficio de la duda.
El mandatario mexicano también ofreció a López apoyo y lo felicitó por haber designado un gabinete de colaboradores en el que la mayoría son mujeres.
Sin embargo, López respondió que esas palabras eran demagogia y que lo que Fox debía hacer era demostrar con presupuesto que tiene interés en la ciudad.
El PAN no tiene mayoría en el Congreso legislativo federal ni en el capitalino, como tampoco la tienen el PRI ni el PRD.
Al asumir la Presidencia del país, el viernes pasado, Fox llamó a sus adversarios a dejar de lado los enconos, pues «no se puede hacer política rindiendo culto a nuestras diferencias», y prometió que todos sus actos partirán del consenso y el diálogo.
Observadores creen que la derrota del PRI y del PRD en las elecciones presidenciales de julio, generó en esos grupos un proceso de redefiniciones, crisis y divisiones internas que dificultará la labor de Fox.
El PRD, aunque retuvo en julio la gobernación de la capital, recibió en el cómputo de los votos de todo el país apenas seis millones de adhesiones, 10 millones menos de las que esperaba.
Con ese resultado, el número de sus diputados bajó de 125 a 53 y perdió la mayoría absoluta que tenía en el Congreso de la capital.
López, a quien el PRI considera un radical, nació hace 47 años en el estado de Tabasco, en la Golfo de México, es licenciado en ciencias políticas y tiene fama de ser una persona de fuertes convicciones de izquierda y dispuesto a todo para defender su proyecto.
A partir de hoy tiene la difícil tarea de gobernar un capital que genera 23 por ciento de la riqueza del país, con 12.000 habitantes por kilómetro cuadrado, dos millones de personas con neurosis y en la que se cometen alrededor de 25 delitos por hora.
La capital de México tiene nueve millones de habitantes, pero que con su zona conurbana suma 20 millones, muchos problemas de tráfico vehicular, agua potable, servicios y asentamientos irregulares. También la pobreza afecta a seis de cada 10 capitalinos, según indican algunos estudios.
«Por el bien de todos, primero serán los pobres, dijo el jefe de gobierno de la capital.
López fue presidente del PRD entre 1996 e inicios de 1999, cuando ese partido obtuvo importantes avances electorales, entre ellos el gobierno de la capital.
Perteneció al PRI hasta 1988, cuando junto a otros militantes de esa agrupación se separó para formar lo que luego sería el PRD.
Ese partido asumió en 1997 el gobierno de la capital, luego que su líder, Cuauhtémoc Cárdenas, ganó las primeras elecciones abiertas para el cargo, antes siempre ocupado por un regente nombrado por el presidente de México.
Cárdenas, con bajas calificaciones por su gestión, pero considerado entonces un símbolo del resurgimiento de la izquierda en América Latina, dejó su cargo en 1999 para competir por la Presidencia, en elecciones que le dieron un lejano tercer puesto.
Antes de lanzarse a esa aventura presidencial, con el aval del congreso capitalino dominado por el PRD, Cárdenas encargó su puesto a Rosario Robles, también de ese partido, quien realizó una gestión bien calificada por la población, según indican las encuestas.
Los expertos indican que Robles se encamina hacia un puesto de liderazgo dentro el PRD, mientras que Cárdenas, a quien muchos consideran un caudillo de la izquierda, se estanca en el papel de líder moral, pero ya sin posibilidades electorales. (FIN/IPS/dc/dm/ip/00