Vicente Fox asumió hoy la Presidencia de México con la promesa de compartir el poder y refundar el país. «Soy el depositario del poder, no su propietario», dijo, en claro contrapunto con la forma en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ejerció el gobierno en los últimos 71 años.
Terminó el autoritarismo, la concentración del poder, la idea de que aceptar acuerdos era capitular, señaló Fox, tras asumir como primer presidente ajeno al PRI en la historia moderna de México.
Este viernes se cerró una etapa histórica marcada por el autoritarismo, y en esta nueva etapa el presidente propone y el Congreso legislativo dispone, dijo el flamante mandatario ante un parlamento en que ningún partido cuenta con mayoría.
Acabaron los tiempos en los que el ejercicio de la Presidencia fue un monólogo, agregó.
En un discurso de 70 minutos interrumpido ocho veces por aplausos —ninguno desde la bancada del PRI— y en dos ocasiones por abucheos de sus opositores, el nuevo mandatario exhortó a sus seguidores y detractores a «no hacer política rindiendo culto a nuestras diferencias».
Fox hizo un recuento de sus promesas y propuso refundar México como un país optimista, triunfador, donde nadie que piense diferente sea objeto de la represión o del espionaje del gobierno, como sucedió en el pasado, y donde la prioridad será la lucha contra la pobreza y la inequidad.
En este país, donde hasta 1997 los presidentes dispusieron de mayorías absolutas e incondicionales en el Poder Legislativo, prima hoy la pluralidad política, pero también la pobreza. Unos 75 millones de los 100 millones de habitantes subsiste en la pobreza, según estudios locales.
Al agradecer la presencia de más de 20 presidentes extranjeros, Fox sostuvo que su visita es un signo de confianza, que «inspira nuestro deseo de cambio».
Con esos mandatarios se reunió las últimas horas para diseñar acuerdos, en especial con los de América Central y los de Argentina, Fernando de la Rúa, Brasil, Fernando Henrique Cardoso, y Venezuela, Hugo Chávez.
México necesita un cambio sustantivo de sus instituciones para desterrar el autoritarismo, y es el momento de trabajar en consenso para reformar la Constitución y adecuarla a las nuevas circunstancias sociales y políticas, expresó Fox.
En una sociedad plural como la actual, ya no tienen cabida, como en el pasado, verdades únicas, intolerancias o intransigencias, añadió.
Los pronunciamientos de Fox, ya desde que era candidato presidencial, han sido recibidos con frialdad por sus opositores, quienes lo califican de neoliberal y de populista.
En una sesión previa a su investidura como presidente, hostiles legisladores del PRI y del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática advirtieron que impedirán que México se transforme en un país con más neoliberalismo, tal como lo pretende Fox, según dijeron.
No todo se soluciona con el Estado, ni todo se soluciona con el mercado, acotó Fox en su discurso de posesión, lo que arrancó sonoros aplausos de los legisladores de su sector, el conservador Partido Acción Nacional.
México no será más referencia de descrédito de los derechos humanos, de corrupción, de inequidad, de marginación a los indígenas ni de pobreza, expresó.
En un acto masivo realizado en el Auditorio Nacional, luego de su toma de posesión, el presidente volvió a presentar su equipo de ministros, como lo había hecho días antes, e insistió en sus planes de apoyo a la educación, la salud y la lucha contra la pobreza en base a la promoción de microempresas y microcréditos.
El gabinete del área social de Fox se caracteriza por la buena voluntad, pero también por la inexperiencia, lo que no es un buen augurio, dijo el académico Julio Boltvinik, experto en asuntos de pobreza.
No ocurre lo mismo en el sector económico del gabinete, donde se destacan empresarios con estudios en universidades de Estados Unidos y con perfil ortodoxo.
La mayoría de los ministros, tanto los del área económica como los del área social, se caracterizan también por su inexperiencia en materia política.
En el Auditorio Nacional, escenario diseñado para presentaciones artísticas y ante unos 10.000 seguidores que lo aplaudían con entusiasmo, el presidente prometió entre bromas e improvisaciones que no le fallará a los mexicanos, pero pidió el apoyo de todos. «Sólo no podré hacer nada», dijo.
Fox declaró que sus prioridades como gobernante serán los niños, los jóvenes y, en especial, los indígenas, a quienes consideró los menos favorecidos y los olvidados de los últimos 71 años de gobiernos del PRI.
Para los indígenas habrá «un nuevo amanecer» y se atenderá con especial interés el conflicto en el estado meridional de Chiapas, donde a inicios de 1994 se levantó en armas el guerrillero Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), integrado por 10.000 combatientes, la mayoría indígenas y mal armados.
El flamante presidente pareció aludir a un comunicado emitido el jueves por el subcomandante Marcos, líder del EZLN, quien había manifestado que en el gobierno de Fox podría registrarse «otra pesadilla» como en el periodo de su antecesor, Ernesto Zedillo, o «amanecer por fin».
Como uno de sus primeros actos de gobierno, Fox indicó que el próximo martes presentará al Congreso un proyecto de ley sobre derechos indígenas, preparado en 1996 sobre la base de los únicos acuerdos suscriptos entre el EZLN y el gobierno del PRI, pero del cual luego renegó Zedillo.
La aceptación del gobierno a ese proyecto de ley es una de las demandas centrales de la guerrilla para reanudar el diálogo, roto en 1996. La otras —las desmilitarización de la zona de conflicto y el combate contra los paramilitares— fueron ofrecidas por Fox en la campaña electoral.
En Chiapas y en México «serán las acciones y no las palabras huecas» las que hablen de la gestión y del trabajo del nuevo presidente, sostuvo Fox. (FIN/IPS/dc/mj/ip/00
