El intento brasileño de integrar Chile al Mercado Común del Sur (Mercosur) terminó en frustración, como los noviazgos basados en el engaño.
Sorpresa, perplejidad y frustración fueron los términos empleados por la diplomacia de Brasilia, al conocer la decisión chilena de negociar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.
Recibir la información a través de Washington, y no de Santiago, agravó el sentimiento de traición, aunque no se hubiera usado un término nada diplomático como ése.
Las negociaciones comerciales están suspendidas, decretó el canciller Luiz Felipe Lampreia. Chile tendrá de ofrecer a los vecinos las compensaciones previstas en la Asociación Latinoamericana de Integración si se hace efectivo el acuerdo con Estados Unidos, recordó el ministro.
Mientras, el presidente de la Asociación de Empresas Brasileñas para la Integración en el Mercosur, Michel Alaby, definió la reacción del gobierno de Fernando Henrique Cardoso como «una tempestad en un vaso de agua».
La gran disparidad arancelaria hace imposible una plena integración comercial entre Chile y el bloque.
Los presidentes involucrados reconocieron la dificultad al decidir en septiembre postergar la adhesión de Chile, que se pretendía anunciar en la Cumbre del Mercosur a celebrarse el 14 y 15 de este mes en Florianópolis, sur de Brasil.
Mientras Chile tiene un arancel único de nueve por ciento, que se reducirá a seis por ciento en 2003, el Mercosur mantiene su protección en un promedio de 14 por ciento, pero que varía de cero a 35 por ciento, según productos y sectores.
Esa distancia parece más dificil de superar en un momento de crisis en Argentina y de dificultades en la balanza comercial brasileña, que ni siquiera permiten retirar del arancel externo común los tres puntos porcentuales agregados en diciembre de 1997, como una medida de emergencia y por solo dos años.
Chile nunca ocultó su intención de incorporarse al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y lo intentó antes. «Ya tiene acuerdos con Canadá y México, solo falta Estados Unidos», observó Alaby.
El presidente Ricardo Lagos siempre dijo, y lo repitió ahora, en un intento por ablandar la reacción brasileña, que para su país el Mercosur «no es solo un acuerdo comercial» sino una alianza política y estratégica.
Chile negocia también con países europeos y Japón, y necesita abrir nuevos mercados, ya que las exportaciones representan más de la mitad de su producto interno bruto, señaló Lagos.
En las negociaciones, Chile insistió en mantener su autonomía para firmar acuerdos con otros países y bloques, además de exigir una reducción de aranceles a los países del Mercosur.
El canciller brasileño rechazó tales condiciones, pues, advirtió, un nuevo socio tendría que pagar el precio de la incorporación, sometiéndose a reglas ya establecidas.
Brasil pretende la integración de toda América del Sur para fortalecerse en las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas. En esa estrategia era clave incorporar a Chile como miembro pleno del Mercosur.
El coqueteo, que condujo Chile a la categoría de asociado al Mercosur con participación en las reuniones del bloque, trató de postergar el enfrentamiento de los verdaderos obstáculos a la unión, como las diferencias de aranceles, de política externa y económicas.
«Había mucha retórica», sostuvo Alaby, quien destacó, incluso, la amistad personal entre los presidentes Lagos y Cardoso. Pero «el comercio habla más fuerte, como en todo el mundo», agregó.
Exportador de productos primarios, como cobre, frutas y pescado, Chile tiene intereses distintos a los de un país como Brasil, preocupado en proteger su industria, considerada, en general, poco competitiva.
Chile tiene como ventaja un gran prestigio internacional por el adelanto de sus reformas economicas liberalizantes en relación con el resto de América Latina. Por eso es deseado como socio. En sumas comerciales, poco representa para Estados Unidos: su producto equivale a un décimo del brasileño.
El «sorpresivo» anuncio del acercamiento chileno a Estados Unidos deshizo la fantasía y el autoengaño de ambas partes. Más grave aun, puede estimular a otros países sudamericanos a hacer la misma opción por el norte, manifestó el jefe de Integración de la cancillería brasileña, José Alfredo Graça Lima.
El ministro de Economía argentino, José Luis Machinea, y el presidente uruguayo, Jorge Batlle, elogiaron la decisión chilena.
Las disidencias internas comienzan a mellar también el consenso brasileño sobre la necesidad de fortalecer y ampliar el Mercosur antes de negociar Estados Unidos.
Brasil necesita romper con el proteccionismo que le fue útil en el pasado y dejar de resistirse a la constitución del Area de Libre Comercio de las Américas, sostuvo el ex ministro Luiz Carlos Bresser Pereira, economista allegado al presidente Cardoso e ideólogo del cogobernante Partido de la Socialdemocracia.
El país perdió la oportunidad aprovechada por México de integrar el bloque norteamericano, lamentó Bresser Pereira. Insistir en su estrategia puede llevar al aislamiento y a una mayor debilidad negociadora, ya que otros países tenderán a juntarse a Estados Unidos ante la dilación brasileña, sentenció. (FIN/IPS/mo/mj/ip if/00