MERCOSUR: Acuerdo Chile-EEUU ensombrece próxima cumbre

La decisión de Chile y Estados Unidos de iniciar negociaciones para un tratado bilateral de comercio pone en juego la unidad y proyección estratégica del Mercosur en vísperas de la cumbre presidencial convocada para este mes en Florianópolis, Brasil.

Dos de los socios fundamentales del bloque, Brasil y Uruguay, aparecen hoy en posiciones contrapuestas respecto de los contactos chileno-estadounidenses, fustigados por el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, anfitrión de la próxima cumbre, y respaldados por su par uruguayo, Jorge Batlle.

En Argentina, tercer socio pleno del bloque que integra también Paraguay, las primeras reacciones del presidente Fernando de la Rúa sugirieron proximidad con la postura de Brasil. Pero el ministro de Economía José Luis Machinea se inclinó el lunes por que Buenos Aires negocie también un acuerdo con Washington.

Chile, al igual que Bolivia, es miembro asociado del Mercosur (Mercado Común del Sur), con el cual tiene un tratado comercial desde 1996.

El presidente chileno Ricardo Lagos, en el cargo desde marzo, estableció una política exterior con acento en América Latina y, dentro de ella, planteó como uno de los objetivos prioritarios el ingreso pleno de Chile al Mercosur, que debía comenzar a materializarse en la cumbre de Florianópolis los días 14 y 15.

El gobernante chileno preveía anunciar en esa reunión la adhesión a los compromisos comunes del Mercosur en áreas como educación, salud, trabajo y justicia, junto con las bases para un cronograma de convergencia macroeconómica con los cuatro países para avanzar a un encuentro en el delicado problema arancelario.

Cardoso, amigo personal de Lagos, se consideró virtualmente desairado la semana pasada, cuando el mandatario chileno y su par estadounidense Bill Clinton anunciaron imprevistamente en Washington el inicio de las negociaciones de un tratado bilateral de comercio.

El anuncio sorprendió tanto a Cardoso como De la Rúa.

Brasil anunció la inmediata suspensión del diálogo por la adhesión plena de Chile al Mercosur y advirtió a Santiago que debería conceder compensaciones comerciales al bloque similares a las que convenga en un futuro tratado con los Estados Unidos, según las normas de la Asociación Latinoamericana de Integración.

Analistas internacionales coinciden en atribuir la dura reacción brasileña no solo a aspectos comerciales, sino fundamentalmente al proyecto de Cardoso de fortalecer el Mercosur para imprimir acento sudamericano a la creación del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas).

Si Washington y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) controlan la construcción del acuerdo continental mediante pactos bilaterales, como el anunciado con Chile, «el ALCA se convertirá en un simple contrato de adhesión», según Roberto Gianetti, secretario ejecutivo de la Cámara de Comercio Exterior de Brasil.

Chile fue invitado en 1994 a formar parte del TLCAN, bloque integrado por Canadá, Estados Unidos y México.

Esa propuesta entusiasmó al gobierno entonces presidido por Eduardo Frei (1994-2000), que vio frustrados sus anhelos cuando en 1995 el Congreso legislativo estadounidense le negó a Clinton la prerrogativa del «fast track» (vía rápida) para la negociación comercial.

Las autoridades chilenas se volcaron entonces con más decisión al Mercosur, con el cual se asociaron en octubre de 1996, sin renunciar a su estrategia de tratados bilaterales que sumó desde fines de ese mismo año un acuerdo comercial con Canadá. Desde 1991 Chile tiene un tratado de comercio con México.

La canciller chilena Soledad Alvear advirtió que su gobierno no renunciará a acuerdos bilaterales mientras el proceso de inserción en el Mercosur no se consolide con el ingreso a la unión aduanera del bloque, que requiere de la ansiada pero difícil convergencia arancelaria.

Chile tiene un arancel externo único de nueve por ciento que se reducirá a seis por ciento en 2003. Mientras, el Mercosur posee una estructura común pero con tasas diferenciadas de cero a 35 por ciento, por productos y sectores, con un promedio de 14 por cinento.

No obstante, se estima que, con un proceso paulatino en ambas partes, se podría alcanzar en un plazo de dos a tres años a impuestos aduaneros coincidentes en alrededor de seis por ciento.

Brasil aparece como el país que plantea más complicaciones en materia de modificaciones arancelarias en el Mercosur, lo cual le ha significado continuos roces con Argentina, partidaria de una mayor apertura comercial.

El diario La Nación de Buenos Aires afirmó este martes que el gobierno de De la Rúa, cercado por problemas financieros, propondrá a Estados Unidos que adelante el lanzamiento del ALCA de 2005 a 2003, paso sugerido también por Lagos en su última visita a Washington.

Esta decisión argentina, sumada a las declaraciones de Machinea a favor de un acuerdo comercial de Argentina con Estados Unidos similar al que busca Chile, parece aislar a Brasil, pero al mismo tiempo abre un gran interrogante para la cumbre de Florianópolis y el futuro del Mercosur.

Los chilenos, que en alguna medida desataron esta nueva crisis del Mercosur, procuran ahora distender los ánimos. El vicecanciller Heraldo Muñoz adelantó la disposición de su país a analizar las compensaciones reclamadas por Brasil en caso de un acuerdo comercial con Washington.

Muñoz recalcó el lunes que el Mercosur mantiene para su país importancia estratégica, como escenario de encuentro con sus vecinos sudamericanos en la integración política, social, cultural, económica y física, mientras que el acuerdo que se negociará con Estados Unidos es exclusivamente comercial.

El empresariado chileno apoya sin reservas la negociación con Washington, no sólo como un mecanismo para multiplicar las exportaciones, sino también como un factor de atracción de inversión estadounidense en la economía chilena.

Según cifras correspondientes a enero-junio de este año, el Mercosur es receptor de sólo 8,8 por ciento de las exportaciones chilenas, mientras el TLCAN representa 23 por ciento. La Unión Europea es, a su vez, compradora de 24 por ciento, y Asia, de 31,8 por ciento. (FIN/IPS/ggr/mj/if ip/00

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