Brasil sigue siendo uno de los países en que el Estado tiene mayor peso en la economía, y por eso las privatizaciones programadas deben continuar, sostuvo hoy Francisco Gros, presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).
El Estado aún tiene en sus manos cerca de 30 por ciento del producto interno bruto y 50 por ciento del sector financiero, señaló Gros, ex presidente del Banco Central y actual conductor del banco estatal de fomento que coordina el Programa Nacional de Desestatización.
Unas 30 empresas y licencias están prontas para ser vendidas en el futuro inmediato. La primera es la energética CESP Paraná, un conjunto de centrales que generan 16 por ciento de la electricidad consumida en el país.
La subasta de CESP Paraná está prevista para este miércoles en Sao Paulo, por un precio mínimo de unos 900 millones de dólares.
Otras generadoras y distribuidoras de electricidad, seis bancos de gobiernos estaduales, el Instituto de Reseguros de Brasil y algunas carreteras también figuran en la lista de empresas a privatizar.
Además, el Estado empezará a vender 450.000 inmuebles que posee y cuya propiedad no tiene justificación alguna, anunció Gros en rueda de prensa con corresponsales extranjeros.
En 10 años, el programa brasileño de privatizaciones transfirió 166 empresas y carreteras al sector privado, por una suma cercana a 100.368 millones de dólares, informó el lunes el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio, Alcides Tapias, en un seminario en la sede del BNDES.
Con esos ingresos, el gobierno ahorra más de 15.000 millones de dólares en deudas e intereses. Además, incrementó su recaudación y los nuevos dueños de empresas incrementarán las inversiones en más de 80.000 millones de dólares hasta 2005.
El sector de telecomunicaciones, totalmente privatizado desde julio de 1998, generó 145.000 nuevos empleos, mientras las carreteras concedidas a firmas privadas emplearon 13.000 trabajadores. Pero en los demás sectores se perdieron 35.000 puestos, según estudio del BNDES.
No están incluidos los empleos indirectos generados por las nuevas inversiones y la reestructuración de las empresas, señaló Gros.
Pese al balance oficial positivo, las privatizaciones reciben muchas críticas de la población. Eso se debe a «un déficit de información», a la falta de mayor divulgación por parte de los distintos órganos del gobierno, explicaron el ministro Tapias y el presidente del BNDES.
El rechazo popular, que coincide con posturas opositoras, apunta un crecimiento sin precedentes de la deuda pública en los últimos años, pese a los ingresos por privatizaciones, la desnacionalización de la economía, la persistencia de la mala calidad en servicios y la escasez de inversiones sociales.
Además, el paso a manos privados representó despidos masivos en ciertas empresas. En siderurgia, ferrocarriles y bancos, por ejemplo, hay casos de reducción de personal a menos de la mitad.
La insuficiente información generó «falsas expectativas» en la sociedad y originó las frustraciones posteriores, opinó Gros. A eso contribuyó el hecho de que el gobierno ignoró y dejó sin respuestas las críticas de la oposición.
La Telefónica de Sao Paulo, por ejemplo, duplicó en estos últimos dos años y medio la cantidad de teléfonos fijos disponibles en el estado más poblado y rico del país, pero se registran numerosas quejas sobre fallas, inevitables en una expansión tan rápida, ejemplificó.
Una de las críticas directas al BNDES es que financió la desnacionalización de empresas, al ofrecer crédito a grupos extranjeros para la compra de firmas estatales. Pero esos préstamos sumaron 3.500 millones de dólares, o sea solo 3,5 por ciento del total de las privatizaciones, replicó Gros.
Todo ese proceso jugó un papel importante en el control de la inflación, que durante 30 años fue muy elevada y contribuyó con la desigualdad social en Brasil, reconocido como uno de los países de peor distribución del ingreso en el mundo, según el presidente del BNDES.
Sin los ingresos de las privatizaciones, la deuda pública habría alcanzado cerca de 75 por ciento del producto interno bruto, un nivel que haría imposible la estabilidad económica, argumentó.
Un ejemplo exitoso fue la Empresa Brasileña de Aeronáutica, que se privatizó en 1994 en situación de quiebra, pero se recuperó, conquistó el mercado mundial de aviones pequeños y medianos de transporte de pasajeros y otros de entrenamiento militar, y pasó a encabezar las exportaciones nacionales.
Pero su presidente, Mauricio Botelho, rechazó en el seminario un balance que solo apunta beneficios en las privatizaciones y aspectos negativos en las estatales, en un «maniqueísmo» opuesto al de la oposición. (FIN/IPS/mo/mj/if dv/00