Desde Tokio, refugiado en un hotel, el presidente Alberto Fujimori causó el colapso total del movimiento que gobernó a Perú durante una década.
Fujimori surgió en las elecciones de 1990, encaramado en un tractor y con el lema «Honradez, tecnología y trabajo», que lo condujeron al triunfo.
Ahora sus adversarios, e incluso algunos de su ex partidarios, se proponen investigar si, al igual que su socio en el poder, Vladimiro Montesinos, tiene cuentas bancarias secretas en el extranjero.
Salió de Lima el 13 de este mes para asistir a la cumbre del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, en Brunei, y de retorno hizo una escala en Singapur y luego, el 17, llegó a Tokio, donde se quedó pretextando una inesperada gripe. Tres días después anunció su renuncia, formalizada por fin este lunes.
En Singapur, Fujimori se habría reunido con abogados del estudio Haridas Ho & Partners y Joseph Hoo Morris, para negociar la venta de acciones de dos empresas por 18 millones de dólares, según versión recogida por el diario limeño El Comercio.
Ambas empresas, Infinity Limited y Peripheric Trading, habrían sido constituidas a través de testaferros con dinero procedente de las cuentas que el prófugo ex jefe de inteligencia Montesinos manejaba en Suiza.
Las autoridades bancarias suizas comunicaron hace dos semanas que Montesinos tenía 48 millones de dólares en tres cuentas en ese país.
Fujimori, un desconocido profesor universitario, apareció en la escena política peruana en un momento político especial, para hacerse cargo del gobierno.
Hacia 1990, los partidos estaban en crisis, la inflación anual llegaba a 7.500 por ciento y casi un tercio del territorio de Perú estaba controlado por la organización insurgente Sendero Luminoso.
El Banco Central no tenía ni un dólar en sus reservas, el pago de la deuda externa estaba suspendido y la comunidad financiera internacional había cerrado totalmente el crédito al país.
Fujimori puso en marcha en agosto de 1990 un programa de ajuste recomendado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que implicó la supresión de los subsidios, el despido masivo de empleados públicos y la privatización de las numerosas empresas estatales.
Aunque a costa de inevitables efectos recesivos, el programa de ajuste acabó con la hiperinflación y recuperó para Perú la confianza del Banco Mundial y del FMI.
Japón y Estados Unidos aceptaron integrar un grupo de apoyo financiero y el Bando Interamericano de Desarrollo otorgó a Perú un préstamo de 435 millones de dólares.
Mientras desplegaba su estrategia financiera para recuperar respaldo exterior, en base al cumplimiento prioritario del servicio de la deuda externa, Fujimori emprendió la lucha contra Sendero Luminoso.
Abandonó el esquema puramente represivo de los dos gobiernos anteriores para promover el acercamiento a la población campesina, hasta entonces sometida a prácticas terroristas del Estado y de los insurgentes.
En lugar de tratar a las comunidades indigenas como sospechosas de simpatizar con los guerrilleros, Fujimori decidió armarlas, dotándolas de fusiles de caza y organizando las «rondas campesinas», fuerzas paramilitares que dificultaron el paso de los insurgentes.
En la selva, las plantaciones ilegales de coca se habían convertido en puntos de apoyo de los insurgentes, pues los narcotraficantes pagaban a los guerrilleros para que los protehieran de las fuerzas del gobierno.
Fujimori logró separar a Sendero Luminoso de su fuente logística y eliminó la represión a los campesinos productores de coca. Incluso hizo la vista gorda ante las bandas narcotraficantes mas importantes.
Esta estrategia provocó la corrupción del aparato militar y del Servicio de Inteligencia Nacional, y muchos oficiales acabaron sustituyendo a los guerrilleros en el negocio de dar protección a los narcotraficantes.
Demetrio Chávez, alias «Vaticano», uno de los jefes del narcotráfico peruano, reveló que pagaba 50.000 dólares a Montesinos por cada vuelo de las avionetas que transportaban una tonelada de cocaína desde una pista construida en la selvática zona de Campanillas con apoyo de los soldados.
Los 48 millones de dólares que le han sido descubiertos a Montesinos en Suiza, a los que probablemente hay que agregar otros millones en Gran Caimán y Montevideo, habrían tenido origen en el narcotráfico y en la venta de influencia judicial.
En 1992, Fujimori inició su estrategia de paz con Ecuador, que provocó recelo a los «halcones» de las Fuerzas Armadas de ambos países y que desembocó en 1998 en un acuerdo de paz, después de una corta guerra en 1995.
También en 1992, y con el argumento de la imposibilidad de librar la lucha contrainsurgente sin mayoría parlamentaria, Fujimori clausuró el parlamento y detuvo a sus adversarios.
Poco después, tras comprometerse ante la Organización de Estados Americanos (OEA) a realizar elecciones, promovió un plebiscito que reforma la Constitución, para derogar el artículo que prohibía la reelección inmediata del presidente.
En abril de 1995, logró una arrolladora victoria en la primera vuelta electoral, derrotando al ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas Javier Pérez de Cuéllar.
El 17 de diciembre de 1996, un comando guerrillero asaltó la residencia del embajador de Japón, donde se realizaba una fiesta diplomática. Los asaltantes tomaron más de 300 rehenes, de los cuales quedaban 72 el 22 de abril, cuando el ejército se lanzó a rescatarlos.
La operación, planificada por Montesinos, fue un éxito, aunque murieron un rehén y dos soldados, junto a los 14 insurgentes que ocupaban la residencia.
La mayoría parlamentaria oficialista forzó una interpretación de la Constitución para permitir este año una segunda reelección de Fujimori. Pero esta vez, el presidente encontró una fuerte oposición en Alejandro Toledo, un economista tras el que se embanderó la oposición.
Toledo logró forzar la segunda vuelta, pero retiró su candidatura, denunciado fraude. Y Fujimori no pudo conseguir mayoría parlamentaria, un objetivo que Montesinos intentó alcanzar con el soborno y la extorsión de algunos parlamentarios opositores.
La difusión, el 14 de setiembre, de un vídeo que muestra a Montesinos sobornando con 15.000 dólares al congresista Alberto Kouri para que se pase al oficialismo, provocó un escándalo político que derivó en la renuncia de Fujimori a completar su mandato, que recortó de cinco años a uno.
El efecto mas grave para el presidente fue la ruptura de su sociedad con Montesinos, quien se rehusó a aceptar su destitución, amenazó provocar un golpe militar y luego buscó infructuosamente asilo en Panamá.
Rechazado por el gobierno panameño, Montesinos regresó a Perú, a exigir protección a Fujimori. Al no recibirla, devolvió a la oposición a los 14 congresistas que se habían pasado al oficialismo, que perdió entonces el control del parlamento.
Ante el temor de que lo destituyera la oposición, convertida en mayoría por los votos «montesinistas», Fujimori anunció el domingo desde Tokio que renunciaría a la Presidencia. Este lunes formalizó su dimisión, en carta al presidente del Congreso, Valentín Paniagua.
Los opositores están divididos frente a la renuncia de Fujimori. Algunos sostienen que no debe ser aceptada y que, en su lugar, se debe declarar vacante la Presidencia por incapacidad moral de su titular.
Si esa propuesta prosperar, Fujimori perdería sus derechos políticos y quedaría inhabilitado durante 10 años para desempeñar funciones públicas. (FIN/IPS/al/ff/ip/00