MEXICO: Fox, historia de mercadeo en el momento preciso

El hábil uso de herramientas publicitarias conjugado con el hartazgo de la población frente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) llevaron, en gran parte, a Vicente Fox, un empresario carismático devenido en político, a la Presidencia de México.

«Aquí la chamba (el trabajo) consiste en que tú me tienes que ver como un producto, ver lo mejor de mí y eso es lo que hay que exponer», dijo Fox en septiembre de 1999 al experto en mercadeo de la transnacional Procter&Gamble, Francisco Ortiz, al contratarlo para la campaña electoral.

Quince meses después, el hombre pragmático, informal y lector de libros sobre superación personal, ajeno a los aires intelectuales, está listo para ser el primer opositor al PRI que llega a la Presidencia en 71 años.

Para Fox no hay metas inalcanzables. Empezó como repartidor de refrescos, siguió como presidente de Coca Cola para México y América Central, la administración de un rancho familiar, un diploma en la universidad estadounidense de Harvard y la elección como senador y gobernador del central estado de Guanajuato.

Este viernes y con grandes expectativas de la población, Fox se transformará en el nuevo presidente de México, una meta que se impuso en 1997, según relatan sus amigos.

Ortiz, el experto en mercadeo nombrado ahora asesor de imagen de la Presidencia, junto a un equipo en el que prevalecían administradores y empresarios, logró articular una campaña que impactó a todos, coinciden en señalar los observadores.

Fox, candidato de una coalición conformada por el conservador Partido Acción Nacional (PAN) y el partido Verde Ecologista, gastó 28 millones de dólares en propaganda en medios de comunicación electrónicos e impresos.

El ex directivo de Coca Cola tomó como bandera el tema del cambio, luego que los estudios de mercado indicaron que lo más anhelado por la población era terminar con los gobiernos del PRI y que predominaba el pesimismo sobre la marcha del país.

El asunto del cambio estaba allí, al servicio de todos los candidatos, pero el único que los articuló bien como mensaje y llegada fue Fox, opinó Antonio Ocaranza, presidente de una firma consultora en comunicación y ex director de información internacional en el primer tramo del gobierno de Ernesto Zedillo.

Con burlas y descrédito al PRI y un lenguaje que por momentos cayó en la ironía, pero que siempre tuvo creatividad, el entonces candidato y su equipo mantuvieron al cambio como su postulado.

En los cinco meses que pasaron entre la elección y la asunción de Fox no se modificó esa visión. Por el contrario, en su entorno llamó a sumarse y a concertar a todas las fuerzas políticas.

Al igual que en campaña, como presidente electo conformó su equipo de transición con empresarios y algunos académicos y a ese tenor también nombró a su gabinete de ministros.

Pero, además, agregó a unos pocos políticos de prestigio y miembros de organizaciones sociales, con los que promete trabajar de cerca.

La mayoría de los políticos, que en la tradición mexicana pasaban de un gobierno a otro sin problema, quedaron esta vez afuera.

La semana previa a asumir la Presidente, ceremonia que se concretará este viernes, Fox organizó un curso para todo su equipo con Stephen Covey, autor de libros como «Siete hábitos de la gente altamente efectiva» y «La naturaleza del liderazgo».

Nunca hubo en México un equipo de ministros como el de Fox, tampoco un presidente con ese perfil. El país estrena este 1 de diciembre un experimento, dijo el analista Mariano Contreras.

Fox, que se afilió a fines de 1987 al PAN, donde su personalidad parece desentonar con el ambiente conservador, moralista y católico predominante, ofrece trabajar basado en conceptos de gerencia y con rendición de cuentas.

«El siglo XXI es el de México y el de América Latina», con el apoyo de todos saldremos adelante, repite periódicamente.

Aunque niega haber sufrido un cambio en su personalidad entre la etapa de campaña y la de presidente electo, es notorio que modificó algunas de sus actitudes y hasta la forma de vestirse.

Los pantalones vaqueros, el sombrero y las camisas de color celeste y deportivas ya no son su principal atuendo. Además, en su lenguaje ya no aparecen la burla ni los insultos.

No abandonó el uso de botas vaqueras ni se recortó el bigote, aunque comenzó a usar traje oscuro y corbata. «Ahora ya soy presidente electo», y eso requiere cierta formalidad, declaró al ser cuestionado por los cambios.

Fox, descendiente de españoles e irlandeses, nacido en la capital, pero criado en una hacienda del estado de Guanajuato, se considera un hombre exitoso y ganador y niega en forma tajante ser un producto del mercado.

«Vamos cambiar a México, vamos a hacer de este país un lugar feliz y de progreso para todos», promete el futuro presidente. (FIN/IPS/dc/dm/ip/00

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