Los países de América Latina manifiestan numerosas discrepancias en materia de cambio climático, pocas horas antes de que comience este lunes en La Haya la discusión de nuevas medidas para detener el efecto invernadero.
México, por ejemplo, se encuentra en el club de los ricos y algunas de sus posiciones molestan a sus vecinos.
La región llega a la Sexta Reunión de las Partes Contratantes de la Convención Marco de Cambio Climático (COP6) con acuerdos generales, pero también con divergencias y discusiones inconclusas, indicaron representantes gubernamentales consultados por IPS.
México no es más un país en desarrollo en este tema, dijo Raúl Estrada Oyuela, director de Asuntos Ambientales de la cancillería argentina.
Este país está con la región, aunque como todos tiene sus propias posiciones, señaló José Luis Samaniego, portavoz de la Unidad de Coordinación de Asuntos Internacionales del ministerio de Medio Ambiente de México.
América Latina llega más unida que nunca a la COP6, que se realizará entre el 13 y 24 de este mes, pues realizó una serie de reuniones previas, donde hubo importantes acuerdos, afirmó Franz Tatembach, negociador técnico principal de los acuerdos sobre cambio climático por Costa Rica.
Pero Estrada Oyuela no lo considera así. Venezuela juega su propio papel por ser un país petrolero y no acepta hablar de reducir el consumo de crudo, Brasil tiene posiciones propias y no puede unirse a todos los puntos generales, sostuvo.
Además están Argentina, Uruguay y Chile, «países contentos con lo que tienen», México, que en este tema se apartó de los demás países en desarrollo, y Costa Rica, que trabaja por su cuenta para obtener recursos, ofreciendo a Noruega, por ejemplo, prestar sus bosques nativos para absorber carbono, añadió.
México, que junto a Ecuador es el único país de la región que ratificó el Protocolo de Kyoto en 1997, es Socio del Club de la Integridad Ambiental, al que pertenecen además Noruega y Suiza.
Según Estrada Oyuela, protagonista de primera línea desde 1991 de casi todas las negociaciones realizadas sobre el tema, el Club contribuye a mitigar los efectos del cambio climático, pero desde el punto de vista de los países ricos, a los que el Sur considera los principales responsables.
En la COP6, los países del mundo intentarán nuevamente avanzar sobre un abanico de acuerdos para enfrentar el cambio climático, pero las divergencias sobre los plazos y caminos entre el Norte y el Sur son significativos y algunos temen que el avance sea limitado.
Si en los próximos años no se logra concertar la disminución de la emisión de gases que causan el cambio climático, el futuro del planeta estará en peligro, y los más afectados serían los países en desarrollo, advirtieron los expertos.
El foro de ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe observó en octubre que si el Protocolo de Kyoto no entra en vigencia pronto, será inútil la conferencia mundial de 2002, que evaluará los compromisos de la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro.
El instrumento permanece congelado, pues Estados Unidos y la mayoría de los países ricos no lo han ratificado y con ello no asumen sus compromisos de reducción de gases. Toda América Latina ofrece hacerlo antes de 2002.
Aunque el cambio climático afecta a los habitantes de la región, como se comprueba cada año por los desastres naturales, los reflectores de COP6 alumbran sólo a expertos de gobiernos y a unas pocas organizaciones no gubernamentales.
La mayoría ignora las discusiones, plagadas de terminología especializada, cálculos matemáticos, conocimientos de meteorología, econometría, botánica, comercio y prácticas diplomáticas.
En América Latina, todos los gobiernos, incluido el mexicano, consideran que en el tema es crucial el papel del Norte, responsable de 80 por ciento de los gases que producen el cambio climático. Así lo vienen planteando desde los primeros acuerdos formales suscritos en la Cumbre de la Tierra.
Los países ricos son los que deben cambiar su forma de producción y de vida, y asumir compromisos cuantificables, dicen. Sin embargo, esos países, especialmente Estados Unidos, se resisten a suscribir promesas por el alto costo económico que les significa y piden al Sur que también asuma costos.
México, en sintonía con el Norte, considera que los países en desarrollo deberían también modificar algunas formas de producción y asumir compromisos cuantificables.
«Las emisiones de los países en desarrollo deben ser evaluadas en su momento (…) si los países en desarrollo siguen creciendo como ahora van a tener que tomar medidas, pero lo que México postula es que esto debe ser bajo un concepto de equidad», declaró Samiengo.
Ese pedido, liderado por Estados Unidos, es una ofensa al resto del mundo y se trata de una maniobra para desviar la atención de sus incumplimientos, declaró Ruben Borns, coordinador de Vitae Civilis, grupo ambientalista de Brasil, que trabaja sobre las negociaciones de cambio climático.
«Creo que aún tenemos un largo camino que recorrer, existen muchos problemas políticos que deben ser solucionados», reconoció el ministro de medio ambiente de Ecuador, Rodolfo Rendón.
La mayoría de gobiernos de América Latina expresaron, no obstante, su esperanza de que en la cita de La Haya se logren avances significativos.
Colombia espera que se solucione la mayor cantidad de puntos pendientes con resultados que faciliten la conservación de las riquezas naturales de ese país, dijeron a IPS funcionarios de ese país. (FIN/IPS/dc/mj/en/00