Un enérgico llamado de alerta ante la magnitud de la epidemia de sida en el mundo en desarrollo coincidió hoy con manifestaciones de beneplácito por el desarrollo de una vacuna que permitirá controlar la infección de VIH.
Mientras la revista estadounidense Science difundía este viernes las exitosas pruebas de un medicamento que permitiría fortalecer el sistema inmunitario de los portadores de VIH (virus de inmunodeficiencia humana), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) alertaba sobre la gravedad de la epidemia.
El PNUD anunció que uno de las cuatro ganadores del premio «Carrera contra la Pobreza» —que este año tiene como lema «Quebrar el silencio sobre el VIH/sida»— es la psicóloga nicaragüense Rita Arauz, una activista de derechos humanos con destacada labor en América Central.
En una teleconferencia en la que participó IPS, Arauz consideró que el premio permitirá llamar la atención de la comunidad internacional acerca de un problema silenciado por las estadísticas y estrechamente vinculado con la pobreza, en una relación que consideró «de doble vía».
De acuerdo con el PNUD, a fines de 1999 había en el mundo 34,3 millones de personas viviendo con VIH/sida. Así mismo, en el último año se sumaron 5,4 millones de nuevos infectados y se murieron 2,8 millones de personas.
El mismo informe revela que desde el comienzo de la epidemia, el número de muertos ya suma más de 18,8 millones de personas (de los cuales 7,7 millones son mujeres y 3,8 millones son niños y niñas), y que ya existen 13,2 millones de huérfanos menores de 15 años por culpa del flagelo.
Los países del Africa subsahariana son los más afectados, con casi 70 por ciento de los casos. Sin embargo, la comunidad internacional sigue manteniéendose ajena al grave problema social y económico que afronta esta región, y lo mismo sucede con otras regiones del mundo en desarrollo donde las cifras son más bajas.
El PNUD intenta hace años poner de relieve el estrecho vínculo que existe entre la pobreza y el VIH/sida, que se sigue extendiendo de manera alarmante en regiones pobres, en contraste con los entusiastas avances para el control de la enfermedad mediante cócteles de medicamentos y vacunas.
En el caso publicado este viernes, científicos de la Universidad de Harvard y el Centro Médico Beth Israel Deaconess probaron en monos una vacuna que ayudaría a frenar la progresión de la enfermedad una vez ocurrida la infección. Pero este tratamiento no permitiría inmunizar a la población sana.
En este sentido, un editorial de la revista científica The Lancet advirtió el riesgo de que cada vez aumente más la brecha entre los países que se previenen de algunas formas del virus que se dan en Asia, América y Europa, y Africa, donde se concentran la mayoría de los afctados.
Arauz, fundadora en Nicaragua de la organización no gubernamental Nimehuatzin, dijo que la baja autoestima que prima entre las personas pobres las vuelve más vulnerables a contraer la enfermedad y no solo por la falta de educación, que les impide leer folletos y estar informados.
La activista mencionó también los casos de intercambio sexual que se observan en América Central para obtener alimentos, ropa o dinero como una conducta generadora de alto riesgo de contagio, y principalmente a las mujeres, incluso niñas y adolescentes.
Al mismo tiempo, las familias pobres que tienen a uno de sus miembros infectado pierden sus ahorros y lo poco que poseen, contribuyendo a alimentar este círculo vicioso de la pobreza creciente de la sociedad y del país que deberá gastar mayores recursos para asistirla.
Elena Martínez, directora del PNUD para América Latina y el Caribe, informó que Arauz trabaja desde 1987 en cuestiones relacionadas con el sida, tratando de sacar a la luz los problemas de su país.
En 1990, la activista fundó Nimehuatzin y en los últimos años logró la aprbación de una ley considerada la más progresista en su tipo de la región.
La legislación plantea el sida entre los problemas de derechos humanos e impulsa la formación de comunicadores que contribuyan a remover el miedo basado en la ignorancia de los diversos aspectos de esta enfermedad, un miedo que desemboca en conductas discriminatorias.
Martinez consideró que esta ley es un «ejemplo» del tratamiento ético y humanitario del problema, que contempla sus dimensiones económicas y sociales, y no tanto las cuestiones sanitarias, que limitaría el problema de sus causas y consecuencias.
Arauz, dijo que es necesario «romper el silencio» sobre el sida, y no solo en cada individuo sino en las familias, en el ámbito laboral y a nivel gubernamental. «Se requiere una fuerte voluntad política al máximo nivel para evitar que nuestra región termine como Africa», alertó la psicóloga.
En este sentido, Arauz consideró que el premio —que también recibirán una mujer de Malawi, un sacerdote polaco y un periodista de la Polinesia francesa— contribuirá a dar mayor difusión al problema y dio un claro ejemplo de la invisibilidad de este tema en América Central.
La experta dijo que el Programa Nacional de Sida de Nicaragua informa de 151 casos de personas muertas por la enfermedad, pero destacó que la Organización Mundial de la Salud considera que por cada muerto contabilizado puede haber otros 150 más que mueren por esta causa sin que se los haya registrado.
Así mismo, dijo que el propio Ministerio de Salud de su país considera que existe un subregistro de 60 por ciento, lo que eleva los 151 fallecidos a unas 2.000 personas fallecidas por esta causa. (FIN/IPS/mv/mj/he dv/00