MEXICO: Cerebro de seguridad política muere con sus secretos

La muerte hoy en México del senador Fernando Gutiérrez entierra muchos secretos de quien fue jefe de la Dirección Federal de Seguridad, influyente miembro del aún gobernante PRI, ministro y presunto doble agente secreto de Estados Unidos y de Cuba.

«Don Fernando», como se llamaba a Gutiérrez en los círculos políticos, fue amigo de Fidel Castro, a quien apoyó antes del proceso revolucionario registrado en Cuba a fines de los años 50, pero también uno de los más duros represores de los movimientos insurgentes y de protestas sociales locales en los años 60 y 70.

Este senador del PRI (Partido Revolucionario Institucional) y ex secretario (ministro) de Gobernación (Interior) del presidente Carlos Salinas (1988-1994) estuvo siempre cerca del poder, ya sea como operador político o funcionario con acceso privilegiado a los secretos de Estado.

Gutiérrez falleció en las primeras horas de este lunes a causa de problemas cardíacos, cuatro días después de cumplir 73 años.

Analistas políticos, tras la derrota del PRI en las elecciones de julio, vaticinaban que el gobierno que encabezará Vicente Fox desde el 1 de diciembre le pediría a Gutiérrez información para aclarar varios casos de represión política y corrupción. Pero el legislador se llevó los secretos a la tumba.

El represor murió y con él información valiosa sobre violaciones de los derechos humanos y sobre los oscuros arreglos políticos, dijo Rosario Ibarra, líder de una organización no gubernamental que investiga la desaparición de activistas políticos de izquierda en los años 60 y 70.

Sin embargo, Gutiérrez, pese a que entre los políticos opositores locales era considerado un ex represor con cuentas pendientes ante la justicia, fue un salvador para varios ex militantes de grupos de izquierda llegado al país de otros países de América Latina.

Este funcionario gestionó desde sus posiciones en el gobierno el asilo político para decenas de ex guerrilleros y activistas políticos y les dio trabajo y protección.

Gutiérrez detuvo en México en los años 50 a Fidel Castro y sus compañeros de lucha, entre ellos el argentino Ernesto Che Guevara, al descubrirse que vivían en forma clandestina y se preparaban para iniciar acciones militares en Cuba.

Pero posteriormente los liberó y de forma soterrada les entregó apoyo, según coinciden varios testigos.

El senador fallecido fue «el gran cerebro de la funesta Dirección Federal de Seguridad (DFS), desde cuyas oficinas se dirigió el espionaje político, y en cuyas mazmorras se torturó y se transaron todo tipo de delitos», comentó Raymundo Riva Palacio, columnista del semanario Milenio.

Sin embargo, gracias al apoyo que brindó a guerrilleros y militantes de izquierda de otros países logró que le sean perdonadas muchas de sus atrocidades, opinó el observador.

Gutiérrez, desde la jefatura de control político de la DFS y la subdirección Federal de Seguridad, entre los años 50 y 70, tuvo en sus manos la lucha contra movimientos insurgentes, el espionaje político a los opositores y el control del movimiento estudiantil de 1968.

Además, es señalado como uno de los involucrados en la matanza a manos de soldados de cientos de estudiantes el 2 de octubre de 1968 en la plaza capitalina de Tlatelolco o de Tres Culturas, caso que aún no ha sido aclarado.

En sus últimas declaraciones a los medios de comunicación locales, el senador negó cualquier responsabilidad en hechos de represión interna y de relaciones secretas con Estados Unidos o Cuba.

Pero el ex espía cubano, Jorge Masseti, aseguró a mediados de este mes que Gutiérrez, ex militar y ex policía, trabajó a favor del sistema de inteligencia de Cuba, facilitándoles su estancia y actividades en México.

Como funcionario, además, promovió el apoyo mexicano a los movimientos insurgentes de América Central en los años 80, así como el proceso de pacificación en esa zona, que tuvo como sede a México en numerosas oportunidades.

Lo curioso es que por sus posiciones en el gobierno, Gutiérrez también trabajó a favor de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, a la que apoyó e informó de muchas de sus acciones a favor de grupos de izquierda extranjeros, aseguró Riva Palacio.

Su participación a favor de la inteligencia cubana y su relación con la de Estados Unidos, lo hicieron, para efectos prácticos «un doble espía, alguien que realizó contraespionaje». (FIN/IPS/dc/dm/ip/00

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