Más de 790 millones de personas en 98 países en desarrollo no reciben la nutrición necesaria para llevar vidas sanas y activas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Incluso en los países industrializados, los de Europa oriental y la ex Unión Soviética, hay 34 millones de personas desnutridas, la misma cifra que en 1996, cuando los gobernantes de 186 países prometieron en la Cumbre Mundial de la Alimentación, en Roma, reducir el hambre del mundo a la mitad para el 2015.
«En un mundo de riqueza sin precedentes, estos niveles de necesidad son indignantes», dice el director general de la FAO, Jacques Diouf, en el informe Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo, divulgado simultáneamente el lunes en Bangkok, Berlín, Dublín, Londres, Nairobi, Roma y Washington.
El informe advierte que, a menos que se redoblen los esfuerzos para aliviar el hambre, el objetivo de reducir la cantidad de desnutridos a 400 millones para el 2015 no se alcanzará antes del 2030, o sea 15 años después de lo previsto.
Pero «los hambrientos no pueden esperar 15 años más», por lo cual la FAO incorporó una herramienta nueva en este informe para medir la gravedad de la situación: la profundidad del hambre.
Las mediciones de la profundidad del hambre demuestran que la desnutrición es mucho más debilitante en algunos lugares que en otros.
En los países industrializados, a las personas que pasan hambre les faltan en promedio 130 kilocalorías por día, mientras en cinco de los países más pobres, el déficit alimentario diario es de 450 kilocalorías.
La mayoría de los países con la mayor profundidad de hambre, o sea más de 300 kilocalorías por persona por día, están en Africa. Otros casos son los de Afganistán, Bangladesh, Corea del Norte, Haiti y Mongolia.
Muchos de estos países están en guerra o padecen desastres naturales recurrentes.
«Para cumplir con el objetivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación, debemos lograr una reducción de al menos 20 millones (de personas que pasan hambre) cada año entre ahora y el 2015», dijo Diouf.
«El ritmo real de descenso -unos ocho millones por año desde principios de los años 90- es, por lo tanto, tristemente insuficiente», agregó el director general de la FAO.
«Las mujeres son más vulnerables a la desnutrición debido a sus diferentes requisitos fisiológicos», según el informe.
«En la mayoría de los casos, la mujer necesita consumir más vitaminas y minerales en proporción al consumo total de energía en su dieta que el hombre. Cuando las mujeres están embarazadas o amamantan a sus hijos, su alimento debe ser incluso más rico en energía y nutrientes», agregó.
Al igual que el informe de 1999, el de este año propone medidas a corto y largo plazo para combatir el hambre.
«Debemos enfrentar los conflictos, la causa de hambre más profunda en la mayoría de los países pobres», agregó.
«La resolución de los conflictos y las actividades de paz se deben ver como herramientas vitales para combatir el hambre. Una vez lograda la paz, deben reconstruirse las economías devastadas por la guerra».
El informe también aboga por la inversión necesaria para sentar las bases de crecimiento económico sustentable y la reducción de la pobreza.
Un ejemplo es el de Tailandia, donde la desnutrición se redujo en gran medida en un plazo de 15 años como consecuencia del crecimiento económico y políticas específicas para reducir la pobreza y mejorar los valores nutritivos.
En consecuencia, el porcentaje de personas que viven en la pobreza descendió de 32,6 por ciento en 1981 a 11,4 por ciento en 1996, y la desnutrición grave entre los niños se eliminó.
Una sección del informe está dedicada a los pescadores de Benín como un ejemplo de cómo descubrir los grupos de población vulnerables.
Esta es «una herramienta para ayudar a los funcionarios a dirigir las intervenciones a la población más vulnerable a la inseguridad alimentaria», destaca el informe de FAO. (FIN/IPS/tra-en/raj/sm/aq/dv/00