La segunda vuelta de las elecciones municipales de Brasil, realizada el domingo, confirmó con creces el avance de la izquierda, que logró su triunfo más resonante de la mano de una mujer.
Marta Suplicy triunfó en Sao Paulo, asumiendo la responsabilidad de gobernar la mayor metrópoli brasileña por los próximos cuatro años desde el 1 de enero.
Su desempeño podrá acelerar o trabar el ascenso actual del Partido de los Trabajadores (PT) y una mayor participación femenina en el poder político.
El PT, mayor fuerza de oposición al presidente Fernando Henrique Cardoso, sale de estas elecciones como el mayor partido de los centros urbanos, al conquistar 13 de los 31 gobiernos municipales disputados este domingo. Gobernará seis de las 26 capitales de estados y 11 de las 36 mayores ciudades del país.
La segunda vuelta se realizó, de acuerdo con la legislación brasileña, en los municipios con más de 200.000 electores y donde ningún candidato obtuvo mayoría absoluta en la primera votación, el 1 de octubre.
El PT fue el «gran triunfador» de estos comicios, reconoció el presidente del Senado y líder del Partido del Frente Liberal (PFL), Antonio Carlos Magalhaes, considerado el peor adversario de la izquierda en Brasil.
El PFL «perdió», admitió el presidente del partido, senador Jorge Bornhausen, ante la derrota en Río de Janeiro y en Recife, una de las grandes capitales del nordeste brasileño, donde sorpresivamente triunfó el PT, por un margen de 0,76 por ciento de los votos.
El alcalde electo, Joao Paulo Lima e Silva, es un ex obrero metalúrgico, defensor del «socialismo democrático», que devuelve a Recife el apodo de «ciudad roja» que tenía hasta los años 80 por preferir con frecuencia candidatos izquierdistas.
La expansión del PT, la «ola roja» identificada por investigadores políticos como procedente del sur, se aceleró en estas elecciones. El mayor partido de izquierda gobernará una de las grandes capitales en cada región brasileña.
El alcalde de Porto Alegre, en el sur, pertenece al PT por la cuarta vez consecutiva. Ese partido vuelve al poder en Sao Paulo, ciudad que ya gobernó de 1989 a 1992, pero en condiciones adversas y sin la expectativa actual. Además de Recife, conquistó Goiania, capital del centro-oeste, y mantuvo Belém, en el norte.
Fue el triunfo de la ética, evaluó el presidente nacional del partido, el diputado José Dirceu.
El dirigente se refería así a la transparencia que suelen tener las administraciones del PT y el combate a la corrupción en Sao Paulo, talón de Aquiles del adversario Paulo Maluf, asociado con los escándalos que estremecieron la ciudad desde el año pasado.
El fortalecimiento nacional del PT se debe a su identificación con «la ética, la honestidad, la lucha por la democracia y el combate a la desigualdad», dijo Suplicy al agradecer los 3,25 millones de votos que le aseguraron el triunfo en Sao Paulo contra los 2,3 millones de Maluf.
El partido «cambió mucho desde 1995», porque aprendió a administrar conflictos y a dialogar más, aunque «permaneciendo rojo» y defendiendo cambios sociales, según Dirceu.
En realidad, el PT se hizo más moderado, acercándose más a las capas medias, perdiendo el carácter obrero y radical de sus orígenes en 1980. La mayoría de los alcaldes elegidos ahora por ese partido son profesionales universitarios.
Marta Suplicy, por ejemplo, es psicóloga. Tal como su marido, el senador Eduardo Suplicy, es parte de la elite de familias ricas y tradicionales de Sao Paulo. Eso la ayudó a reducir el rechazo de la conservadora población local a la izquierda y a conquistar el apoyo en variados sectores sociales.
«Si, doña Marta es del PT», afirmó en su discurso de agradecimiento a los electores, como si fuera necesario recordar su vínculo con el partido que nació del sindicalismo obrero en 1980 y hasta hoy tiene como dirigente máximo al ex metalúrgico Luiz Inacio Lula da Silva.
Además de contribuir decisivamente a la oleada izquierdista de estas elecciones municipales, al poner 10 millones de brasileños bajo su gobierno, Suplicy representa el ascenso de una feminista a una de las posiciones de mayor poder político en el país.
La participación femenina avanzó poco en estas elecciones, limitándose a 5,6 por ciento de los jefes de gobiernos municipales y 11,6 por ciento de los concejales, pese a que los partidos fueron obligados a reservar a las mujeres 30 por ciento de sus postulaciones a las Cámaras Municipales.
Esa exigencia se debe a la ley de cuotas que se aplica en Brasil desde 1996, gracias a una propuesta de la propia Suplicy, cuando fue diputada federal, de 1995 a 1998.
Además de ella, otras cuatro mujeres gobernarán capitales estaduales en los próximos cuatro años, pero con una influencia limitada por tratarse de ciudades pequeñas o medianas, alejadas de los centros de decisión.
Eso aumenta la responsabilidad de Suplicy como mayor representante de la esperanza en que, en un futuro no lejano, las mujeres tengan una presencia más amplia en las instancias de poder político. (FIN/IPS/mo/mj/ip/00