La brecha salarial a favor de ministros y legisladores respecto de maestros, médicos o científicos al servicio del Estado en Argentina llega a multiplicarse por 30, en momentos en que el gobierno intenta equilibrar las cuentas con rebaja de sueldos.
El ingreso promedio de los maestros de escuelas públicas es de 300 dólares mensuales, mientras que el de los ministros suma 10.000 dólares entre salario básico y gastos de representación y el jefe de gabinete agrega otros 1.000 dólares.
Parecida disparidad sufren los médicos de hospitales estatales, que ganan al mes unos 800 dólares por 12 horas diarias de trabajo, y los científicos, que inician sus carreras con 700 dólares, frente a diputados y senadores con ingresos que oscilan entre 3.000 y 27.000 dólares.
En cambio, el Presidente y el Vicepresidente paradógicamente aparecen en una escala muy inferior a la de sus colaboradores, con salarios mensuales menores a los 5.000 dólares.
Los ingresos que se perciben en la función de gobierno en segundo nivel también difieren mucho de lo que se gana en la actividad privada en rango similar.
Una encuesta de la privada Fundación Norte y Sur reveló que en 1999 por cada puesto que la administración pública remuneraba con 2.018 dólares el sector privado lo hacía con 1.161.
El estudio precisó que la diferencia no está dada por ser la actividad pública más sacrificada. Los empleados estatales trabajan por mes un promedio de 152 horas, mientras que los privados nunca se quedan en su trabajo menos de 177 horas mensuales.
Esto implica que la hora de trabajo de los funcionarios se cotiza a 13,2 dólares la hora, frente a 6,5 de los empleados de la actividad privada.
Un observador que desconoce la realidad argentina podría pensar que los mejores profesionales están en la administración pública, ya que se pagan salarios más altos, tanto a nivel de un empleado común como de un alto funcionario.
Sin embargo, estudios al respecto señalan que eso no es así. El director del Instituto para la Investigación de Mercado y Estudios Políticos, Hartmut Hentschel, consideró que "la motivación para ingresar a la política en Argentina es la búsqueda de una carrera por el dinero y el poder".
En cambio, en las universidades estatales, los hospitales o la ciencia, las cosas son muy distintas. "En esos lugares, los profesionales tiene otra mentalidad y otra motivación, quieren avanzar en su saber, en su desempeño y se resignan a que el Estado les pague esos bajos salarios", añadió.
Un ejemplo de ello es lo que ocurre con el personal del hospital de Clínicas, de la estatal Universidad de Buenos Aires, en el que los ascensores no funcionan, sólo están en uso cuatro calderas de las 10 existentes, las paredes están descascaradas y los salarios son bajísimos.
A cambio de esas dificultades, encuentran una capacitación que genera prestigio, ya que aún hay médicos de enorme experiencia que continúan trabajando en el hospital en forma honoraria.
La psicóloga Andrea Sola, que trabaja en salud pública y en su consultorio, explicó a IPS que hay médicos que cobran 300 dólares cada consulta privada, pero no abandonan el área estatal porque es el lugar en el que recogen experiencia y prestigio.
Sola atiende todos los días en el hospital psiquiátrico infantil Tobar García, ubicado en el centro de Buenos Aires, con un sueldo mensual de 400 dólares, el mismo monto que cobra por cada sesión de 50 minutos en la actividad privada con pacientes que repiten su atención tres veces por semana.
No obstante, no piensa dejar ese cargo público, pero lamenta el abandono en el que sobreviven los hospitales y la falta de apoyo a los proyectos autogestionarios que los profesionales impulsan. "Los pacientes psiquiátricos son enfermos sociales marginados por la sociedad y el Estado", aseguró.
Las malas condiciones laborales no implican que sea fácil ingresar a esos centros de salud pública, ya que la gran demanda obliga a realizar complejos concursos y exámenes.
Los requisitos para que los médicos recién recibidos se incorporaren a un hospital estatal incluyen un examen de admisión y el compromiso de trabajar cuatro años en la llamada residencia médica, lo cual significa que muchas veces cargarán con la responsabilidad del hospital en sus espaldas.
"Un médico residente gana 700 dólares al mes en la capital y 900 dólares en la vecina provincia de Buenos Aires, pero es un contrato sólo a cuatro años", explicó a IPS Marcelo Zelaya. Igual salario por ocho horas diarias de trabajo obtiene un médico clínico con 14 años de experiencia.
"Se trabaja en promedio 12 horas diarias, pero hay veces que terminas una guardia de 24 horas y debes seguir, sin poder ir a casa", lamentó el médico.
En tanto, las condiciones laborales y salariales que se imponen en el área estatal a los investigadores en ciencias son también muy difíciles.
Valeria Buggiano, doctora en ciencias biológicas, explicó a IPS detalles de la carrera de investigador en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)
"En el Conicet, un investigador adjunto, con una tesis hecha, muchos antecedentes en investigación y en docencia, con formación doctoral y posdoctoral, lo cual significa unos 10 años de experiencia profesional, percibe como salario de bolsillo 700 dólares al mes", afirmó Buggiano.
Sólo después de acumular más de 10 años de antigüedad, salvando todo tipo de pruebas, como publicaciones, rendiciones de investigación y otras, se puede llegar a percibir 1.200 dólares mensuales.
Ese monto puede ascender a 1.500 dólares en caso de acceder a la categoría de "investigador independiente", con promociones decididas por un tribunal cada dos años, pero para ello deberá renunciar a otro salario público, como el de profesor de alguna universidad.
«Por supuesto que no disponemos de las facilidades de un legislador que saca fotocopias o viaja gratis al lugar que quiera", acotó Buggiano.
La dedicación tampoco parece ser un motivo que justifique la brecha salarial en el Estado en beneficio de los gobernantes.
Cristian Gruenberg, especialista en asuntos de corrupción de la organización no gubernamental Poder Ciudadano, explicó a IPS que los dirigentes políticos "tienen que ganar muy bien, porque ello es un desincentivo para la corrupción".
El experto aceptó que, pese a apuntar a la calidad mediante altos sueldos, muchos de los que ingresan a la administración pública no tienen la profesionalidad esperada.
Una encuesta realizada por Poder Ciudadano en 1999 reveló que los tres poderes del Estado son los que tienen peor imagen pública. Respecto del Poder Judicial, «92 por ciento de la población de los consultados señaló no confiar en la justicia".
En cambio, explicó que los hospitales públicos, las universidades estatales, siguen siendo lugares con mucho prestigio.
"Para un médico, pertenecer a un hospital público implica un prestigio que no lo da el consultorio particular, por más que esté lleno de pacientes", comentó Gruenberg.
"La gente percibe que los tres poderes del Estado son un enemigo, mientras que las instituciones de salud y educación, pese a sus carencias, se manejan con criterios de equidad e igualdad de acceso para todos", opinó.
No obstante estas explicaciones, la encuesta revela un malestar de la gente, no tanto por los sueldos que perciben los gobernantes sino porque desde sus cargos repiten el discurso del equilibrio fiscal necesario que justifica la reducción de salarios, como el de 12 por ciento dispuesto este año.
"Ellos tienen el poder y lo utilizan para privilegiarse fijándose esos altos sueldos", señaló Hentschel.
En tanto, Buggiano concluyó que "cuanto más se especializa y se prepara un científico en Argentina, más tonto parece resultar el esfuerzo". (FIN/IPS/mv/dm/if ip/00