El alerta en el noreste de fiebre aftosa, una epizootia que había sido erradicada, posterga el proyecto de Argentina de recuperar uno de los primeros puestos en el mercado mundial de carne vacuna.
Este mes fueron detectados animales con anticuerpos del virus de la aftosa, un mal que Argentina había erradicado hasta prescindir incluso de la vacunación.
«Esta es una noticia desagradable, que dilata todos los proyectos de ventas a Japón, Corea (del Sur) y México, pero yo tengo fundadas esperanzas de que se controle el problema», aseguró a IPS el ingeniero Alberto de las Carreras, autor del libro «La aftosa en Argentina: un desafío competitivo».
El experto, miembro de la Cámara de Exportadores, consideró que Argentina y Brasil deberían crear un fondo de ayuda financiera para terminar con los focos de aftosa en Bolivia y Paraguay y evitar así costos mayores como los que devienen de lidiar con animales infectados que transitan por las fronteras.
Desde que se conoció el resultado de los análisis de un puñado de animales el 2 de agosto, Argentina sacrificó a unas 3.000 reses que tuvieron contacto con ellos, y habrá que esperar ahora al menos hasta fin de mes para saber si hay alguna que haya desarrollado la enfermedad tan temida.
Las pérdidas por este problema se estiman entre 60 y 130 millones de dólares, aunque son pocos los que se animan a hacer una cuenta tan apresurada.
De todos modos, coinciden en que nada es comparable con el gasto que insumía la vacunación y la desvalorización de la carne procedente de reses sospechosas de sufrir el mal.
Argentina fue primer exportador mundial de carne vacuna entre 1900 y 1971, pero a partir de entonces sus dificultades para controlar la fiebre aftosa —que se registraba desde 1830 en este país— le hicieron perder posiciones respecto a otros productores grandes como Australia, Estados Unidos y Nueva Zelanda.
En los años 90, el control de la enfermedad mediante la constante vacunación se extremó hasta registrarse un último brote en 1994.
El éxito abrió en 1997 el mercado estadounidense, cerrado durante 65 años a las carnes de este país por la aftosa. Pero todavía quedaba mucho por hacer para seguir sumando clientes.
La máxima certificación de calidad en materia aftósica es el diploma de «libre de aftosa, sin vacunación», que otorga la Oficina Internacional de Epizootias con sede en París, y Argentina no lo tenía.
Sólo lo consiguió en mayo último, cuando dejó de vacunar en un clima de euforia y expectativas por el futuro.
Con ese certificado y la designación de un grupo de «embajadores» de la carne —artistas, deportistas y otras personalidades famosas en el exterior—, el país se lanzó a ganar 22 por ciento del mercado mundial representado por Japón, Corea del Sur y México, a fin de recuperar su ubicación.
Pero menos de tres meses después de alcanzada su nueva condición, Argentina debe afrontar hoy el desafío del ingreso ilegal desde Paraguay al norte de este país de animales cuyo análisis resultó positivo.
El hallazgo desató un cruce de acusaciones entre las autoridades sanitarias y las de Gendarmería, estos últimos encargados de cuidar las fronteras. Los gendarmes aseguran que el problema es la facilidad del paso fuera de los puestos de control, la falta de personal y la diferencia de precios.
Justamente, la carne vacuna procedente de Paraguay cuesta la mitad de la argentina, y tiene demanda, si bien la calidad es inferior.
Lo cierto es que, en medio de la euforia de mayo, las autoridades sanitarias ya habían advertido que el mayor reto sería controlar las fronteras.
«Nunca debemos bajar la guardia con la aftosa», dijo entonces el director del Servicio Nacional de Sanidad Animal, Oscar Bruni, que esta semana viajó a Estados Unidos para explicar a las autoridades de ese país las medidas dispuestas para controlar el problema.
El gobierno ordenó inmovilizar a los animales en todo el país y suspendió las ventas a Estados Unidos y Canadá. Mientras, Chile y Taiwán anunciaron que prefieren no recibir carne de Argentina hasta que se aclare la situación. En total, se trata de 54 por ciento de las exportaciones de carne vacuna.
Pero más allá del costo de suspender las ventas y de mantener a los animales improductivos, la preocupación de productores y autoridades radica en el golpe que significa el resurgimiento del problema justo cuando comenzaban tratativas para las primeras colocaciones en México, Japón y Corea del Sur.
«Los veterinarios de Japón y México tenían fechas ciertas para venir a inspeccionar los frigoríficos con el objeto de hacer la lista de los que estarían en condiciones de venderles, pero ahora no van a venir, ni queremos que lo hagan», reconoció De las Carreras.
El ingeniero explicó que todos los países tienen problemas con su ganado. «Japón, Corea del Sur y Taiwán tuvieron focos de aftosa en los últimos años y lograron controlarlos, y tanto Gran Bretaña como Holanda tuvieron una peste porcina fenomenal este año, por no hablar del mal de la 'vaca loca'», recordó.
De las Carreras intentó así restar dramatismo al problema, al igual que lo hicieron los productores que aprobaron los rápidos reflejos de las autoridades argentinas para frenar la movilidad de animales y las ventas al exterior.
Los productores confían en que este foco es un obstáculo pero que no los tomó del todo por sorpresa ni les impedirá seguir en carrera. (FIN/IPS/mv/mj/if dv/00