El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, anunció la semana pasada que planea enviar soldados estadounidenses para entrenar fuerzas de paz en Africa Occidental.
Se informó que cientos de soldados estadounidenses se reunirán a fines de este mes en Nigeria con otros 40 que ya están allí, "para equipar y entrenar batallones africanos que serán enviados a Sierra Leona como apoyo a las tropas de ese país y a los operadores de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)".
Según el subsecretario de Estado, Thomas Pickering, el objetivo es "devolver al gobierno electo libremente el pleno control del territorio de Sierra Leona y lograr que los guerrilleros sean desmovilizados".
No hay duda de que Sierra Leona se beneficiará de la presencia de fuerzas de paz bien preparadas. El país está devastado por una guerra civil que ya ha durado una década.
El año pasado Estados Unidos fue uno de los mediadores en los Acuerdos de Paz de Lomé, por los cuales el insurgente Frente Revolucionario Unido (RUF) pasó a formar parte del gobierno de Sierra Leona.
Muchos integrantes de la comunidad internacional criticaron esos acuerdos, que inclyeron una amnistía para el líder del RUF, Foday Sankoh, y sus tropas, responsables de brutales violaciones de los derechos humanos durante el conflicto, entre ellas la amputación a machetazos de brazos y piernas de civiles inocentes.
La decisión de brindar entrenamiento a quienes tratarán de lograr paz en Sierra Leona se adoptó en medio de críticas del Congreso estadounidense, organizaciones no gubernamentales (ONG) y activistas humanitarios, y tras discusiones reservadas con Londres, que alega "haber sido dejado solo en Sierra Leona".
Estados Unidos había rechazado el pedido de la ONU de contribuir con soldados a una fuerza de paz para Sierra Leona, y según el diario estadounidense New York Times "trató de cobrar precios exorbitantes por el uso de aviones militares para transportar tropas de otros países a Sierra Leona".
La decisión de desplegar soldados estadounidenses para entrenar fuerzas de paz se produjo tras el anuncio que Clinton visitará Nigeria a fin de mes.
Según informes periodísticos, funcionarios del gobierno dijeron que "Clinton necesita anunciar algo sustancial cuando llegue allí. Está deseoso de ayudar al nuevo gobernante civil nigeriano, Olosegun Obasanjo, y de cambiar la situación en Sierra Leona".
Fuerzas especiales estadounidenses también entrenan tropas en Colombia, a donde llegaron a comienzos de agosto 83 instructores para dictar cursos a los integrantes de un batallón antinarcóticos.
El entrenamiento es parte de un paquete de ayuda a Colombia por valor de 1.300 millones de dólares, que incluye material bélico pesado como helicópteros Blackhawk y fue aprobado hace poco por el Congreso para impulsar la democracia y programas antinarcóticos en ese país sudamericano.
Las misiones de entrenamiento en Africa y América Latina preocupan a muchos activistas por los derechos humanos.
Los críticos temen que esas iniciativa viole la enmienda Leahy de la Constitución estadounidense, por la cual se deben realizar "todos los esfuerzos razonables" para asegurar que las tropas beneficiarias de entrenamiento militar no sean responsables de violaciones de los derechos humanos.
Los militares de Africa Occidental y Colombia han incurrido en ese tipo de abusos y es probable que no se haya hecho lo suficiente para garantizar que no vuelvan a cometerlos, afirman.
Las dos misiones de entrenamiento no son excepcionales. Por lo general, Washington prefiere actuar solo en vez de participar en iniciativas multilaterales e internacionales, y gasta cada año decenas de millones de dólares para instruir a militares de otros países.
Por supuesto, Estados Unidos sigue siendo el primer exportador mundial de armamentos, incluso a bandos opuestos en conflictos potenciales.
Transmitir conocimientos militares no sustituye a los esfuerzos necesarios para establecer y mantener la paz. Estados Unidos también debería apoyar y financiar programas que faciliten la desmovilización de ex combatientes, su reintegración a la sociedad y la destrucción de sus armas.
Por otra parte, no debería dejar de lado los programas orientados a la recuperación económica y la reconstrucción de la infraestructura social y los sistemas judiciales tras conflictos, además de cumplir sus obligaciones y pagar su parte del financiamiento de esfuerzos internacionales pacificadores, así como las cuotas que adeuda a la ONU.
Entrenar soldados para "reforzar" la paz, sin atender a la corrección de las causas de un conflicto y a las necesidades específicas de cada país, no conducirá al éxito.
Estados Unidos haría bien en apoyar programas locales que incluyen participación ciudadana para facilitar la recuperación de un país y promover alternativas a la violencia y los conflictos.
Mientras el aporte estadounidense a las operaciones de paz siga centrado en proporcionar armas y entrenamiento militar, la paz sustentable y el progreso real seguirán siendo esquivos.
—— *Rachel Stohl es analista del Centro de Información de Defensa, una organización independiente basada en Washington que monitorea la actividad militar. Este comentario fue brindado a IPS por Global Beat Syndicate con sede en Nueva York. (FIN/IPS/tra- eng/rs/da/ego/np-hd—ip/00)