DESARROLLO: Más dardos contra el FMI y el Banco Mundial

Un centro de investigación de Estados Unidos cuestiona en qué medida las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) provocaron la fuerte desaceleración del crecimiento económico entre 1980 y 1998 en el Sur en desarrollo.

Específicamente, el Centro para Investigaciones Económicas y Políticas (CEPR), de Washington, criticó un informe del Banco Mundial que sostiene que la política de crecimiento impulsada por las dos instituciones es beneficiosa para los pobres.

Entre 1960 y 1980 el producto interno bruto (PIB) aumentó 75 por ciento en América Latina, pero desde entonces y hasta 1998 creció sólo seis por ciento. En Africa subsahariana el PIB subió 36 por ciento en el mismo período y luego cayó 15 por ciento.

"Esas son diferencias enormes… y representan la pérdida para… cientos de millones de personas de cualquier posibilidad de mejorar sus niveles de vida", según el informe del CEPR titulado "El crecimiento puede ser bueno para los pobres, ¿pero son buenos para el crecimiento el Banco Mundial y el FMI?".

Sólo Asia oriental fue ajena a la tendencia y creció más rápidamente entre 1980 y 1998 que en las dos décadas anteriores. No obstante, el CEPR observó que China cuadruplicó su PIB en los últimos 20 años y que contiene 83 por ciento de la población de la región.

"No hay ninguna región del mundo en la cual el Banco Mundial y el FMI puedan afirmar que sus políticas tuvieron éxito", dijo Marc Weisbrot, codirector del CEPR y principal autor del informe.

"Necesitamos investigar más para determinar en qué medida esas instituciones son responsables de la caída del crecimiento económico, un colapso que cientos de millones de personas pobres en países sin desarrollar no pueden soportar", afirmó.

En las últimas dos décadas, los intentos de formular estrategias específicas de desarrollo para las necesidades de cada país fueron suplantados por fórmulas rígidas que promovieron la apertura del comercio exterior y las inversiones e impusieron políticas monetarias y de ajuste estructural, indicó el CEPR.

En ese período se produjo el colapso de los regímenes comunistas en Europa y Asia Central, con sus economías centralizadas, y emergió un organismo de política pública conocido como Consenso de Washington.

Este propuso liberar al mercado en todo el planeta, lo cual traería en cambio una prosperidad sin precedentes.

El Consenso promovió la disciplina fiscal y monetaria y alabó las virtudes del mercado. "El rápido crecimiento impulsado por el mercado es el arma más potente contra la pobreza que la humanidad haya conocido", sostuvo Larry Summers, secretario estadounidense del Tesoro.

Sin embargo, muchos países en desarrollo que siguieron las políticas del Banco Mundial y el FMI no experimentaron crecimiento rápido.

En 1998, el Banco Mundial indicó que 885 millones de personas que viven en países de altos ingresos reciben un promedio de 23.000 dólares anuales, mientras 5.000 millones en naciones de bajos ingresos apenas alcanzaban un promedio de 2.100 dólares por año.

El Grupo de Investigaciones de Desarrollo del Banco Mundial (DRG) comunicó en marzo que, en términos generales, el crecimiento beneficia a los pobres. "Cualquiera que le importen los pobres debería apoyar las políticas del imperio de la ley, la disciplina fiscal y la apertura al comercio internacional", exhortó.

Según el Banco, los derechos de propiedad privada, la estabilidad y la apertura crean un clima favorable para que las familias pobres aumenten su producción e ingresos.

El informe del DRG, cuestionado por el CEPR, también señaló que el efecto del crecimiento en los ingresos de los pobres no difiere de lo que ocurre en los países ricos.

"La apertura del comercio exterior beneficia a los pobres en la misma medida que a toda la economía", afirmó el informe del DRG escrito por los economistas David Dollar y Aart Kraay.

El CEPR expresó que el debate sobre el documento del DRG simplemente supuso, como hicieron sus autores, que las políticas del Banco y el FMI promueven el crecimiento, y la única cuestión es cuánto se han beneficiado los pobres de la expansión resultante de esas políticas.

"Eso deja una laguna en el debate sobre las políticas de las dos instituciones financieras más poderosas del mundo. Permite al banco y al fondo imponer repetidamente todo un racimo de políticas fracasadas sin que su competencia o las propias políticas puedan ser cuestionadas", dijo el CEPR.

El banco y el FMI no son instituciones de investigación, cuyos errores no serían tan dañinos. Ambos controlan el acceso a los créditos para los países con la mayor población mundial, agrega el CEPR.

La coincidencia de la desaceleración del crecimiento en los últimos 20 años con el aumento de la globalización debería llamar a la reflexión a los economistas antes de abogar por la apertura de los mercados, sostiene.

Tanto el Banco como el FMI sostuvieron que están a favor del cambio, pero ambos siguen aplicando las mismas políticas.

Horst Kohler, director administrativo del FMI, dijo que opinará al respecto cuando el consejo directivo se reúna en Praga en septiembre en las reuniones anuales con el Banco Mundial.

Kohler señaló que "la economía de mercado y la democracia están avanzando claramente en el mundo y una apreciación justa del FMI debería reconocer que el fondo contribuyó con esas tendencias fundamentales". (FIN/IPS/tra-en/gm/da/ego/aq/dv/00

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