El paisaje en el extremo oriental de Cuba habla por sí solo. La falta de lluvias seca los ríos y ya se aprecia a simple vista como la sal cubre cada vez más la tierra por causas naturales y la descuidada acción humana.
El deterioro del ambiente por el desarrollo inadecuado de la acuicultura, advertido por expertos locales, se sumó al largo proceso de salinidad y desertización de la provincia de Guantánamo, a 970 kilómetros de La Habana.
Este caso denunciado por la prensa provincial, que será llevado ante los tribunales, no es el único en el territorio cubano. A unos 300 kilómetros de allí, la contaminación de las aguas del río Máximo responde a la misma causa.
"Debemos actuar con celeridad porque, de lo contrario, en unos pocos años, tal vez en un quinquenio, ya habremos perdido grandes áreas convertidas en desierto", alertó Caridad Piedra, directora en Guantánamo del gubernamental Centro Provincial de Suelos.
Piedra aseguró que esa institución advirtió a tiempo a las autoridades pesqueras encargadas del desarrollo acuícola en la zona de los peligros que acarrearía la construcción del llamado Centro de Alevinaje.
Pero la advertencia fue respondida con un "demuéstrelo", de lo cual se encargaron las investigaciones científicas en los últimos años y, peor aún, la vida misma.
Los expertos explican que la construcción de los estanques, sin adoptar medidas que minimizaran los efectos sobre el ambiente, produjo que el manto freático pasara de 3,5 a 1,5 metros de profundidad y, por ende, aumentó la humedad del suelo en forma extrema.
Además, la salinidad se disparó hasta considerarse intolerable para los cultivos agrícolas.
"Los estanques (sin impermeabilización) se ubicaron en una región de suelos aluvionales, a una altura muy superior a la de las áreas agrícolas y, para empeorar la situación, sin un sistema de drenaje adecuado para evacuar los significativos y perennes volúmenes de aguas residuales", afirmó Venceremos, periódico del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) en esa provincia.
El programa acuícola cubano, impulsado desde los años 80 como una fuente importante de alimentos para los más de 11 millones de habitantes del país, pretende alcanzar una producción anual de 100.000 toneladas de pescados de agua dulce.
Fuentes oficiales indican que la producción pasó de 50.000 en 1997 a 80.000 toneladas en 1999.
Expertos del Ministerio de Industria Pesquera anunciaron también a comienzos de este año que la inversión de capital foráneo "tiene como prioridad estratégica" la obtención de técnicas avanzadas de cultivo de organismos marinos.
En el caso de la acuicultura, se pretende impulsar el cultivo de peces tanto en el mar como en agua dulce, además de la cría de camarones. Las nuevas granjas camaroneras cubrirán más de 16.000 hectáreas.
La resolución económica aprobada en el último congreso del PCC, realizado en 1997, estableció que la industria pesquera deberá lograr ingresos no menores a 300 millones de dólares anuales, sin comprometer el equilibrio ecológico.
Pero el desarrollo acelerado de la acuicultura a comienzos de los años 90, cuando todavía no se había aprobado la vigente ley de Medio Ambiente y el reglamento de impacto ambiental, puede haber ocasionado efectos negativos aún desconocidos.
La acuicultura aportó 20 por ciento de la producción pesquera mundial en 1996 y la mayor parte de ella (15,1 millones de toneladas) tuvo su origen en aguas dulces, señala un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Sin embargo, Rebecca Goldburg, científica del Fondo de Defensa Ambiental, con sede en Londres, advirtió en 1998 que la cría de peces, antes considerada una alternativa respetuosa del ambiente, aumenta la presión sobre las pesquerías naturales y contamina los ecosistemas.
El documento "Los Subsidios de la Naturaleza a la Cría de Camarón y Salmón", publicado por la revista Science, asegura también que las frágiles aguas costeras reciben afluentes contaminados con pesticidas y otras sustancias químicas.
Por su parte, la organización ambientalista internacional Greenpeace informó que en la última década se destruyeron más de 3.000 hectáreas de manglares en el golfo de Fonseca, en América Central, en su mayoría por causa del desarrollo de una acuicultura no sustentable.
En tanto, estudios realizados en Chile señalaron que el cultivo de salmones y truchas constituye un factor de alto riego para siete lagos del país, debido a los medicamentos y alimentos con alto contenido de fósforo que se les suministra a los peces.
En el caso de Cuba, los daños ocasionados por la gran cantidad de estanques acuícolas que proliferaron en el valle de Guantánamo en la pasada década pueden verse hoy en las plantaciones de campesinos independientes y, sobre todo, en las de la estatal Empresa de Cultivos Varios.
En esa zona se ejecutan desde hace más de 15 años los proyectos más costosos de Cuba para la recuperación de áreas afectadas por la salinidad y la desertización.
El director de la Empresa de Cultivos Varios, ingeniero agrónomo Miroín Sánchez, quien prepara una demanda contra la dirección de la Pesca, aseguró que después de la aparición de los estanques fue necesario eliminar varias plantaciones de banano.
Por un lado se pierden recursos millonarios invertidos en el combate contra la salinidad y la desertización, mientras que por otro las empresas acuícolas ni siquiera justifican esa pérdida con una importante producción, aseguraron fuentes oficiales.
Las instalaciones de las organizaciones económicas estatales Aleviguan y Acuiguan, propietarias de los estanques para producir y cebar alevines, están diseñadas para obtener más de 700 toneladas de peces cada año, pero nunca han llegado siquiera al centenar.
La investigación de los expertos en suelos propone como medidas mitigantes de los daños el establecimiento de un proyecto único de drenaje y la impermeabilización de los estanques para evitar las filtraciones de agua al manto freático.
Además, falta aún concluir los estudios del impacto sobre la salud humana, los efectos adversos a la integridad del ecosistema, los cálculos de las relaciones entre costos económicos y efectos ambientales y cómo corregir los impactos negativos.
El gasto de esos estudios debería ser asumido por Aleviguan y Acuiguan, como mandatan las leyes cubanas, pero según la prensa estatal esas entidades aseguran no contar con financiamiento para terminar el estudio.
La degradación de 60 por ciento de los suelos constituye el mayor problema ambiental en Cuba, afirmó el 1 de junio el viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Fabio Fajardo.
Se estima que las principales causas del incrementado del porcentaje de tierras consideradas muy poco productivas en el país son la erosión, la acidez, salinidad y el mal drenaje, condiciones que requieren de largos períodos para revertirse.
Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indicó este año que 16 por ciento de la tierra de América Latina está degradada. (FIN/IPS/da/dm/en if/00